No me cuestiones

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Cameron

Me jalé el cabello con frustración mientras caminaba de un lado a otro, me acerqué a la puerta y pegué mi oído de esta. Desde que me encerré aquí no he escuchado nada provenir del otro lado, no sé si Dylan se fue o no...

Puse la mano en el pomo y con duda lo giré lentamente, cuando abrí la puerta por completo salí y deseé que este solo fuese un mal sueño. Dylan seguía sentado en el sofá, a su lado estaba mi madre, los dos estaban riendo y tomando té, noté la extraña mirada de felicidad que Dylan tenía. Mi madre es tan ingenua que no nota que él se está burlando de ella.

—Oh hijo, por fin decidiste salir —dijo mi madre con sorpresa cuando me vio, suspiré, mis ojos no se apartaron de Dylan, él me estaba mirando con curiosidad, me crucé de brazos y fruncí el ceño.

No me queda más que hablar con él, mientras más rápido hablemos más rápido se largará.

—Mamá, ¿sabías que Dylan es hijo del primer ministro? —pregunté con un tono inocente, mi madre abrió los ojos como platos y Dylan se puso pálido.

Mi madre lo miró asombrada al ver que él no lo negaba, Dylan seguía pálido y mi madre estaba roja de la vergüenza, ella se levantó nerviosa. Sabía que si decía eso ella no estaría tan relajada al lado de él. Sé que mi madre ama a mi padre pero he visto como sus ojos brillan cada vez que ve al padre de Dylan en la televisión.

—V-Voy a p-preparar m-más té... —dijo sonriéndole nerviosa, algo apretó mi corazón al ver como Dylan agachaba la cabeza.

No esperaba esa reacción tan extraña en él...

Mi madre corrió hacia la cocina, Dylan levantó la cabeza y me miró con molestia.

—¿Por qué dijiste eso? —preguntó en voz baja levantándose y caminando hacia mí, lo miré fastidiado.

—No dejaré que te burles de mi madre en su propia cara —respondí mirándolo desde arriba, él no pareció intimidarse, más bien lucía sorprendido.

—En serio eres un estúpido camarón —dijo seriamente mientras pasaba de mí, arqueé las cejas sintiéndome ofendido, lo observé meterse en mi habitación como si fuese la suya.

Chasquee la lengua y fui tras él, lo encontré mirando pensativo alrededor.

—Deja de mirar tanto y siéntate... en la cama... —dije esto último con vergüenza, no había otro lugar donde pudiera sentarse, él me miró por unos segundos y se sentó en la cama con los brazos cruzados. —¿Qué? No todos vivimos en una mansión —solté mientras cerraba la puerta.

—No he dicho nada —lo miré al girarme, él estaba observándome, me quedé en silencio por un momento al ver sus ojos azules llenos de confusión y curiosidad.

Me pasé una mano por el cabello y me recosté de la pared con pesadez sin apartar mis ojos de él. Justo cuando comenzaba a caer en la cuenta de lo lindo que se veía ahí sentado y de las cosas que podría hacer con él, a mi mente llegó el desgraciado de Dominik con su sonrisa ladina y su mirada seductora.

—¿Por qué ya no vives en el edificio? —esa pregunta me devolvió a la realidad, suspiré e hice una mueca.

—¿Qué te importa? —pregunté secamente sin pensarlo, él se sorprendió y luego me miró molesto.

—En cuanto me digas lo que sabes de Dominik me iré, por lo que veo no soy bien recibido aquí... —soltó con resentimiento, me sentí aliviado. Ya quería que se fuera...

Me rasqué la nuca y pensé en qué decirle sobre Dominik, sería vergonzoso decirle que su hermano me pidió que folláramos, se lo diré de una forma no tan directa.

Mi Director [Homosexual/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora