Dylan
Me preguntaba por qué Will me echaba varias miradas de interés en el instituto y aquí. Supuestamente solo fui un desliz para él, entonces, ¿por qué se encuentra mirándome como si quisiera devorarme?
Sonreí. Todos deseamos lo que no podemos tener, desde que nos conocimos no lo he dejado besarme. Esa es la razón de su interés.
—¿Qui-Quieres besarme? —le pregunté mordiéndome el labio inferior con sensualidad y mirándolo con inocencia.
Lo vi tragar duro, tenía el ceño un poco fruncido, supongo que está conteniéndose.
Estaba pensando muchas cosas que podría hacer ahora mismo para joderlo, pero mi mente se quedó en blanco cuando sus ojos se posaron en los míos. Me perdí en el hermoso y profundo color verde de los suyos, y para sorpresa mía en solo un pestañeo me encontraba contra la pared, con su cuerpo presionando el mío.
Los acelerados latidos de mi corazón se podían escuchar desde aquí, cosa que me avergonzó muchísimo y a él le hizo sonreír. Agaché la cabeza para que no pudiera ver lo sonrojado que estaba.
—Sr. Director, ¿que intenta hacerme? —pregunté en un susurro, sin querer mi voz sonó excitada.
—Te mereces un castigo por escapar en el instituto.
Me relamí los labios al escuchar su tono ronco, levanté la vista y lo miré. Alcé mis brazos y los puse alrededor de su cuello.
—¿Y cómo me va a castigar usted? —susurré coqueto sobre sus labios, él puso una sexy sonrisa y acarició mi cintura con sus manos.
—Ya lo sabrás... —dijo a mi oído en voz baja, le dirigí una sonrisa gatuna.
Él me hizo dar un pequeño salto para cargarme, puso sus manos abiertas en mi trasero, y yo lo rodeé con mis piernas, acercó sus labios a mi cuello y comenzó a dejar un rastro de besos húmedos.
Enterré mis dedos en su cabello y alejé un poco su rostro de mi, esta vez acerqué yo mis labios a su cuello y comencé a besarlo y a darle pequeñas mordidas.
Casi tengo un orgasmo cuando su perfume entró en mis fosas nasales, delicioso y masculino. Justo como él.
Me alejé levemente y miré sus labios, estaban entreabiertos. Quiero hacerlo.
Fui acercando mis labios a los suyos, le eché un vistazo a sus ojos. Paré en seco al ver su mirada lujuriosa.
Si nos besamos significaría que ya nada en mí le llamaría la atención. Nada de miradas pícaras, nada de interés. Él me olvidaría, solo sería un alumno y él mi director.
Como debería de ser. Entonces, ¿por qué esos pensamientos me resultan amargos?
—Bájame —dije sin mirarlo.
—¿Por qué? —en su tono relucía la confusión, suspiré y miré al suelo.
—Will, bájame —dije mirándolo ahora, él suspiró con resignación y me bajó.
Me alejé unos pasos y lo observé, yo tenía una pequeña erección, miré sus pantalones, pasé saliva y desvié la mirada, él también tenía una.
—Ya sé que eres un adolescente, y tienes muchos cambios y toda esa mierda, ¿pero no crees que no deberías dejarme así? —dijo él con un tono algo molesto, solté una pequeña risita y me recosté de la pared.
—¿Y qué quieres que haga? ¿Que te haga una mamada o que follemos aquí mismo? —le pregunté con sarcasmo.
—Cualquiera de las dos estaría bien.
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Mi Director [Homosexual/Gay]
Teen FictionDylan Brown es un chico de 18 años, hijo del primer ministro de Reino Unido. Una noche, el mejor amigo lo reta a ir a un bar gay, en dicho bar, Dylan se pasa de copas y termina acostándose con Will Collins, un sexy hombre de 24 años. Dylan pensó que...