Celine
Hace 16 años...
Observé el "18" que adornaba el pastel frente a mí y no pude evitar sentir regocijo al soplar las velas con los ojos cerrados mientras deseaba que esto se repitiera por mil años más. Cuando todos aplaudieron y me vitorearon abrí los ojos y me reí al ver a mi bebé extender una mano hacia el pastel intentando tomar un pedazo mientras su padre lo cargaba. La gran sonrisa de Robert logró hacerme sonrojar como siempre, sentí mariposas en el estómago cuando se acercó y me dio un corto beso en los labios.
—¡Hora de comer pastel! —exclamé tomando el cuchillo, todos gritaron emocionados y se acercaron. Se me hizo agua la boca cuando corté una rebanada del elaborado bizcocho de almendras cubierto con ganache de chocolate, decorado con caramelo y trocitos de nuez de macadamia. Le sonreí tímidamente a Robert. Siempre me compraba mi pastel favorito aunque la pastelería que lo hacía quedaba a casi una hora de distancia.
Cinco minutos después me encontraba cargando a Dominik mientras disfrutaba del agradable ambiente, mis familiares y amigos habían venido hoy a pesar de las alertas de tormenta que había.
—Mamá... pastel... —miré a Dominik y sonreí antes de darle un millón de besos por todo el cuerpo. Estaba enamorada de mi hermoso bebé. Le di un poco de pastel y vi como sus ojitos grises se iluminaban a la vez que comenzaba a aplaudir. A nuestro lado llegó Robert, el cual nos abrazó y después de darnos un beso a cada uno fue secuestrado y arrastrado por nuestros amigos hacia la sala para jugar videojuegos, bufé. ¿Es que no se cansan de eso?
—Dame a mi nieto, niña, ¿no ves que quiere estar con su abuelita? —con una sonrisa forzada le pasé mi hijo a mi suegra. Nunca le he caído bien a esa señora pero por Robert hago mi mejor esfuerzo para no caerle aun peor. Él nunca aceptará el hecho de que su madre es una mujer extremadamente celosa que no quiere compartir a su hijo, aunque desde que Dominik nació ha dejado un poco su intensidad.
Al escuchar el timbre me dirigí a la puerta alejándome de la música y de todos. ¿Quién será? Me pregunté con duda. Ya habían llegado todos mis conocidos cercanos.
Miré con confusión al cartero cuando lo vi en mi entrada con un paquete y una carta en las manos, él me sonrió amablemente.
—¿Celine Brown? —preguntó verificando el nombre en una lista que traía, asentí un poco descolocada. Todavía se me hacía un poco extraño escuchar mi nombre con mi apellido de casada. —Tiene un paquete, firme aquí por favor...
—¿Quién lo envía? —demandé saber antes de firmar, tenía miedo de escuchar la respuesta. El cartero pareció un poco sorprendido y bajó la mirada nuevamente a los papeles que traía. Además, ¿por qué no lo había dejado en el lobby?
—Qué extraño... no tiene remitente —en cuanto dijo eso con extrañeza supe quién lo había enviado.
Ya no sabía qué hacer con el acosador anónimo que desde hace dos años había comenzado a enviarme cartas, correos electrónicos y por lo visto ahora también paquetes. En sus cartas decía que era la mujer de sus sueños, que imaginaba cómo sería una vida conmigo y mil cosas más. Lo que más temor me daba es que él sabía quién era yo pero yo no tenía ni idea de quién podría ser él. No sabía su nombre ni como se veía. Al principio pensé que si lo ignoraba el acoso se detendría pero no fue así. Lo que me pregunto es, ¿por qué en dos años no ha dado nunca la cara?
Todo mi cuerpo se enfrió al considerar la posibilidad de que tal vez había permanecido oculto porque yo no había cumplido la mayoría de edad, hasta hoy...
—Pues como no tiene remitente no voy a recibir nada, ¿acaso eso no es ilegal? —pregunté molesta, el cartero se puso un poco nervioso y después de disculparse se retiró con el paquete y la carta, cerré la puerta y me recosté de ella mientras suspiraba. ¿Por qué me tiene que estar pasando esto a mí?
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Mi Director [Homosexual/Gay]
Ficção AdolescenteDylan Brown es un chico de 18 años, hijo del primer ministro de Reino Unido. Una noche, el mejor amigo lo reta a ir a un bar gay, en dicho bar, Dylan se pasa de copas y termina acostándose con Will Collins, un sexy hombre de 24 años. Dylan pensó que...