Tessa
Me encontraba tirada descuidadamente sobre el sofá viendo una tonta película de comedia y comiendo palomitas cuando escuché mucho alboroto en la sala principal. Rodé los ojos y ni siquiera me molesté en ir hacia allá para ver qué sucedía cuando logré identificar las voces de Nathan y Sebastian, todo era un caos desde que este último llegó. Mi tonto primo de 22 años que estaba empeñado en seguir el camino de locura que habían trazado mis hermanos mayores. Los tres tenían una especie de teoría conspirativa que afirmaba que la madre de Dylan era responsable de la muerte de mi madre y de dos de mis tíos, incluyendo al padre de Sebastian. No podía creer que la madre de alguien tan atento como Dominik haya sido capaz de semejante cosa.
Suspiré soñadoramente recordando los hermosos momentos que viví con él...
Esta noche era la vencida. Pensé mientras admiraba lo bien que me quedaba la ropa interior combinada que me había comprado Stephano y que consistía en un sostén color rojo vino con encaje y unas pequeñas bragas del mismo color. Aunque honestamente me resultaba un poco repugnante y sospechoso que ese psicópata con mirada pervertida me comprara algo tan sexy y provocativo. Solté mi largo cabello castaño y lo removí un poco dándole una apariencia algo descuidada y salvaje. Miré el reloj en la pared, eran casi las doce de la noche por lo que Dominik no tardaría en venir a dormir.
Me tiré en su cama y busqué la posición perfecta para cuando entrara y me viera. Me acosté de lado de frente hacia la puerta apoyando mi cabeza en una mano. Aquella pose no duró mucho, no pude resistir y enterré mi cara en sus almohadas aspirando su olor.
—¿Otra vez, Tessa? —dejé de respirar y solté lentamente la almohada con el rostro ardiendo, cuando miré hacia la puerta me encontré con Dominik allí parado con una ceja arqueada y mirada algo cansada.
—E-Estaba... e-estaba... ¡calentándote la cama! E-Estaba muy f-fría y no q-quiero que t-te enfermes... —dije rápidamente la primera estupidez que cruzó por mi cabeza, él soltó una risita y miró con algo de molestia el pomo de la puerta, el cual tenía el cerrojo dañado permitiéndome entrar siempre que quisiera a su habitación.
—Gracias pero creo que puedo hacer eso yo solo —respondió dejando libre el camino hacia el pasillo, una clara invitación a que me fuera, hice un puchero viendo sus alucinantes y hermosos ojos grises. Me mordí el labio admirándolo de arriba abajo. Dominik era todo un Adonis.
Alejé disimuladamente las sábanas de mi cuerpo para que me viera mejor, pero él ni siquiera apartó la mirada de mi rostro. Fruncí el ceño pero luego sonreí gatunamente.
—¿Por qué no me miras? Sabes que no podrás resistirte... —dije en un sensual susurro mientras me levantaba de la cama y caminaba hacia él, aquello lo hizo soltar un pequeño suspiro. No me consideraba una chica fea, no tenía los senos tan grandes pero sí poseía un buen trasero, que resaltaba aún más por el color rojo de la ropa interior.
—Me atrapaste, no puedo resistirme a tus encantos, ahora... si me disculpas, quisiera dormir... —murmuró con burla adentrándose en la habitación y pasando completamente de mí, lo observé con los ojos entrecerrados. Él me ignoró y sentándose en la cama se sacó los zapatos.
—Aun no me has mirado... —respondí acercándome lentamente a él, Dominik finalmente me miró de arriba abajo con tanto detenimiento y atención que me quedé paralizada. Mi corazón bombeó con mucha intensidad. ¿Finalmente caería? Esta era la sexta vez en la semana que me metía en su habitación, las otras veces me rechazó sin piedad.
—Te he mirado, Tessa, no soy ciego. Pero no hay nada en ti que me resulte atractivo sexualmente hablando ni en ningún otro sentido amoroso. Ya te lo he dicho antes... no tienes que llorar, de verdad no eres tú... soy yo... —las lágrimas salieron automáticamente de mis ojos en cuanto noté que en su mirada realmente no había ningún interés cuando vio mi cuerpo, ahora él me observaba con un poco de incomodidad. Sintiéndome como una tonta salí corriendo de su habitación y después de esa escena comprendí que sin siquiera conocerlo, nunca podría compararme al rubio de ojos verdes que tenía su corazón.
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Mi Director [Homosexual/Gay]
Teen FictionDylan Brown es un chico de 18 años, hijo del primer ministro de Reino Unido. Una noche, el mejor amigo lo reta a ir a un bar gay, en dicho bar, Dylan se pasa de copas y termina acostándose con Will Collins, un sexy hombre de 24 años. Dylan pensó que...