Tres hermanos y una heladería. Eso es todo. Ese es el resumen.
Advertencias: sexo en público, oral (recibir), oral (dar), juegos con comida, besos y tensión sexual
Feral: Media medianoche y hace un calor sofocante. Pisos trapeados. Sillas arriba. Polillas revoloteando alrededor de la farola. La tienda está cerrada, pero él tiene los pies en uno de los bancos de la mesa de picnic en el frente, los codos en las rodillas y un trapeador sobre la manga de su camiseta sin mangas. Vainilla goteando sobre sus nudillos del cono que está goteando. Una lengua rápida, pero perezosa para lamerla; no lo suficientemente rápido como para atrapar cada gota, pero está haciendo contacto visual mientras lo disfruta, medio sonriendo en ese foco ámbar como si el lugar a su lado fuera una invitación pero no tienes la oportunidad de sentarte. Cinco minutos y estás en la parte de atrás. Vainilla en tus labios. Besos fríos entre tus muslos. Dedos melosos tirando de ti más cerca. Tu falda levantada alrededor de tus muslos. Esa lengua lenta le da a tu clítoris el mismo tratamiento que el cono que estaba comiendo: como si fueras la cosa más dulce que jamás haya probado.
Savage: El delantal no le queda bien, y tampoco el ridículo sombrero de papel posado alegremente entre sus cuernos. Sus gruesos brazos. Esas mangas cortas. Pequeñas rayas de delantal en todo. Esos pesados muslos suyos en pantalones cortos y chancletas tampoco se dan por vencidos. El tipo grande sacando primicias y haciendo sundaes usa su uniforme con orgullo, incluso cuando está cubierto de salsa de chocolate; incluso cuando estás de rodillas debajo de ese pequeño y tonto delantal espumeando crema batida en su polla. Los pisos están inmaculados, las baldosas están frías bajo tus rodillas, gracias a las estrellas el aire acondicionado todavía funciona porque el trabajo duro como este te hace sudar. Con sus caderas contra la barra, sus dedos con garras agarrando el borde, cuentas cuántos lametones se necesitan para llegar al centro de este tootsie pop.
Maul: Trabaja en la parte de atrás porque asusta a los clientes, hace girar las máquinas, se asegura de que el congelador no esté demasiado frío, mantiene perfectas las proporciones de azúcar, crema y cerezas. La primicia del lado oscuro de Maul es un ejercicio de pasión: ingredientes perfectos, enfriamiento sincronizado a la perfección. Nadie cuestiona por qué te cuela por la puerta trasera, tú, la autoproclamada probadora de sabores, inclinada sobre uno de los estantes de almacenamiento, probando sus creaciones con pequeñas cucharas mientras observa y sopesa tu reacción cuando se vuelve entusiasta. Y él: más que indulgente. Devorando tu expresión. "Esto es bueno", le dices, algo de chocolate negro y bayas hoy. "Espera", te detiene, un pulgar quitando una mancha de tu barbilla, flotando en el momento en que los segundos se acumulan en tensión. "¿Lo obtuviste?" le preguntas, pero tu mirada permanece en sus labios, incluso cuando él se inclina, sonriendo mientras lame el lugar. "Lo hice", te dice Maul, pero las palabras quedan amortiguadas contra tu beso. Él también sabe a eso, te das cuenta: grosella y cereza y chocolate y pecado.