4. I don't deserve you, Chay

7K 389 74
                                    


 I dont deserve you, Chay.

Cuando Chay le dijo "Deberías irte" una parte de Kim lo sintió como una patada en las bolas, o peor... como si le sacaran los pulmones y los reventaran... por un momento tuvo la esperanza de que Chay le diría "Quédate conmigo" o algo así, pero no, de todas formas, en el fondo la indiferencia de Chay no le resultaba descabellada, se lo merecía.

Sintió mil cosas cuando tocó su mano y es que no se pudo resistir, ya estaba haciendo mucho esfuerzo en mantenerse a la raya y no empujar a Chay sobre el colchón, aprisionarlo y besarlo, besar esos hermosos y suaves labios que mientras hablaban lo tentaban cada vez más y más y más y más.

Kim se sentía afortunado, la sola compañía de Chay era un regalo que él no se merecía, pero que, por cosas del destino, al parecer, estaba dispuesto a suceder, por más que han tratado de alejarse, algo los une, malo o bueno, siempre sucede... para Porchay eso es una situación desafortunada, él merecía algo mejor, pero para Kim, era el puto paraíso y la persona más suertuda del mundo.

No pudo dormir, Who the fuck sleeps with Porchay's just a five meters away? Solo pensaba en ir a la habitación, mandar a la mierda todo y convencer al jovencito que lo amara de nuevo, que le diera otra oportunidad por más cabrón que fuera, convencerlo que de verdad le importaba, pero Kim sabía que lo único capaz de aliviar el dolor que le causó a Porchay era el tiempo.

Tocó la guitarra en la terraza utilizando los pensamientos más hermosos que tenía de Chay como musa, claro que así era siempre, Chay era su rotunda fuente de inspiración, la más hermosa y pura de todas, ¿Cómo mierda el destino pudo ponerlo en la vida de Chay? Maldito y descarado destino egoísta. Siendo las siete de la mañana ya se encontraba impecable, con una chamarra de cuero negro justo encima de una playera de diseñador blanca, y unos jeans ajustados, el cabello bien peinado y sus accesorios decorando sus dedos de pianista y sus orejas.

Se disponía a mandar unos correos a sus representantes, y luego a culminar cierto negocio que su padre encarecidamente le otorgó hace días antes de su viaje a Taiwán, quizá tenía que recurrir a la fuerza para que aquel trato se cumpla, suspiró jugando con la pluma... las personas y su afán por hacerlo todo difícil. Kim nunca fue una persona paciente, solo con Porchay, definitivamente, pero con los demás no podía, era su naturaleza carecer de aquello que quizá a Kinn si le otorgaron...algunas veces, de hecho, es que él solía tener una moral cuestionable y algo retorcida, actuaba sin miramientos y sin detenerse a preguntar nada, si era la única salida, bienvenida sea, no tenía tiempo para los demás.

Negocios son negocios, eso le dijo su padre cuando era pequeño.

– Ejem... –

Fue la vocecilla de Chay que lo sacó de sus labores matutinas. Kim alzó la mirada antes de ponerse la taza de té sobre los labios. Ahí estaba ese chiquillo hermoso y cautivados, sonrió al verlo con la ropa que mandó a comprar para él.

– Hey – saludó dejando la tacita encima del comedor, justo al lado de su Macbook – ¿Cómo dormiste?

Se veía reluciente, quizá con algunas ojeras debajo de sus preciosos ojos, pero eso no le quitaba lo hermoso que era Chay en las mañanas, bueno... que era siempre para Kim.

– Bien – contestó a secas.

Lo vio examinar su alrededor, él siempre fue una persona curiosa.

– ¿Quieres desayunar? – preguntó Kim poniéndose de pie – Prepararé algo que te guste.

Chay lo miró con los ojos entrecerrados.

¿Qué pasará después? - KIMCHAY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora