40. He...

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40. He... 

– Kim – llamó Khun tocando su hombro – Kim, despierta.

Poco a poco el menor fue abriendo los ojos y saliendo de su ensoñación, pudo sentir el dolor en la espalda por la incómoda posición en la que se durmió, y lo pesados que se sentían sus ojos. Miró a Porchay, todavía dormía, así que con cuidado soltó su mano y se levantó con ayuda de Khun que lo tomó por debajo de su brazo tirando de él hacia arriba.

– Deberías descansar en una cama – opinó el mayor

Kim negó, se pasó los dedos por el cabello – Quiero estar aquí cuando despierte –

Khun lo miró con ternura, si alguien más lo viera, no reconocerían a Kim Theerapanyakul, el mafioso despiadado y frívolo, aquí solo era un chico de veintitrés años, enamorado y preocupado por el chico que ama, Khun le sonrió.

– Chay no se moverá de acá, lo juro –

Kim miró de nuevo a Porchay – ¿Por qué no despierta? ¿Cuánto tiempo ha pasado?

– Son las tres de la madrugada – contestó Khun – Todos duermen, el vuelo sale a las seis.

Kim alzó ligeramente las cejas – ¿Crees que debamos llamar al doctor?

– No, dijo que posiblemente, se tarde bastante, el cuerpo de Chay se está recuperando, y la medicina suele doparlo un poco, no te preocupes – Khun acarició el brazo de su hermano menor – Se que no es la hora para hablar de esto, pero necesito contarte algo.

Kim lo miró – ¿Qué?

– Ven, vamos afuera –

Kim no se movió, miró a Chay.

Khun suspiró, tiró del brazo de su hermano – No seas posesivo, Chay estará bien.

Kim exhaló, sintiéndose extraño... de verdad no quería dejar solo a Porchay ni siquiera un segundo, pero Khun tenía razón... si lo dejaba de mirar por unos minutos, él no iba a desaparecer, él seguirá allí. Así que ambos salieron de la habitación.

– Kinn llamó esta tarde, o bueno, la tarde de ayer –

Kim inhaló profundo, rascándose la ceja – Mierda, lo olvidé. Tengo varias llamadas perdidas, de él y de Porsche.

– Si, eso dijo – Khun se acomodó el abrigo – Lo que sucede es que... Papá, eh...

– Korn – ladró Kim – Es Korn, ese engendro no es nuestro padre.

Khun asintió, comprendiendo – Si, Korn... está muerto, Kim.

Las facciones de Kim se descolocaron por un segundo, y luego se recuperó, unió sus cejas y el ceño se frunció ligeramente.

– ¿Esta vez sí se murió de verdad?

– Kim – llamó Khun bajando los hombros – Se que fue un cabrón, pero...

Kim negó – Pero nada, es un problema menos del cual preocuparnos. ¿Quién fue el afortunado que lo mató? No me digas que Kinn...

Khun negó – No, no fue Kinn... en realidad, me dijo que nos contará todo apenas lleguemos a Bangkok.

Kim aspiró profundamente y asintió – Me parece bien... ahora somos oficialmente huerfanos.

– ouuuuii que frío eres – Khun lo golpeó con la manga larga de su abrigo – Aunque, yo también siento un... alivio innegable.

Kim bajó un hombro, restándole importancia al tema. Entonces Khun lo miró.

– ¿Qué pasó con la perra italiana? – preguntó

¿Qué pasará después? - KIMCHAY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora