24. Pain in the heart.

2.3K 191 55
                                    


24. Pain in the heart. 

Kim actuó siendo manipulado por sus impulsos, corrió por la zona y abrió la puerta del cuarto donde Malee ya le estaba apuntando a Chakrii en la cabeza con una glock.

– Malee, no dispares – ordenó Kim deteniéndose en el umbral de la puerta, con Kinn a sus espaldas.

Ambos agitados y con el cabello revuelto. Esa zona solo la conocía Kinn y Kim, Korn ni la segunda familia tenía idea de esos cuartos en el último piso de uno de edificios abandonas donde Kinn había creado una pequeña base de control, cuando él tenía que solucionar las cosas, las hacía en ese lugar. Kim no se quedaba atrás, él también conocía lugares secretos... de todos modos, perteneciendo a ese mundo, siempre es bueno conocer lugares protegidos.

– Khun Kim – Malee bajó el arma.

Chakrii tenía los ojos vendados, quizá solo era para que no sufriera tanto viendo a Malee apuntándole, Kim supo que había sido idea de su guardaespaldas, normalmente, no eran tan minuciosos a la hora de desaparecer a alguien.

– Tenemos que hablar con él – dijo Kinn – Quítale la venda.

Malee obedeció al instante. El hombre ya no lloraba, pero sus ojos estaban hinchados y muy rojos, los achiquitó por la luz invasiva del cuarto y los posó ferozmente encima de los hermanos Theerapanyakul.

– ¿Qué más quieren, carajo? – preguntó, la voz rasgada de tanto pedir ayuda. – ¡No tengo nada más que darles!

Kim negó ligeramente – De hecho, todavía tiene mucho por hacer –

– ¿A qué se refiere? – preguntó

Kinn se hizo al lado de su hermano menor – Trabajará para nosotros, Chakrii – admitió en voz alta – No trabajaras para Korn nunca más, pero deberás ser inteligente.

– Por favor, mátenme ya – el psiquiatra negó – Si él se entera, me asesinará y mi hijo también.

Kim parpadeó acercándose – Él es Kinn Theerapanyakul, y yo su hermano menor Kimhan, somos hijos de tu jefe y sabemos bien cómo funcionan las cosas con él. Si te digo que ahora trabajas para nosotros, sabemos que lo sensato es hacerme caso.

El doctor parpadeó quedadamente viendo la cara seria y afilada de Kim, luego pasó a ver a Kinn.

– ¿Sus hijos? – preguntó – Ahora entiendo de donde se me hacían familiares sus caras.

Kinn ignoró el comentario – No podemos permitir que Korn siga haciendo daño, y usted va a colaborarnos con Honey, la mujer a la que ha intoxicado todo este tiempo.

– P-pero ¿C-cómo? ¿Cómo lo haré sin perjudicar a mi hijo? – preguntó el doctor.

Kim se cruzó de brazos – Fácil. Nosotros nos encargaremos de su seguridad. Le pondremos seguridad a la casa y el chico estará vigilado.

Por más que eso le costara a Kim tenía que darle garantías a ese hombre, pero si por él fuera, dejaría que ese chico se pudriera en la miseria, no tenía ninguna clase de empatía con él.

– ¿Y... y como estaré seguro? – preguntó el hombre

– Le doy mi palabra – dijo Kinn – Samuel estará bien siempre y cuando, usted no nos falle.

El psiquiatra bajó la cabeza – ¿En qué jodido momento me metí en esto? – se preguntó así mismo, luego volvió a subirla – No tengo más opción ¿verdad?

– Parece que no – dijo Kim – ¿Tenemos un trato?

El hombre asintió – Será difícil, el medicamento que le receté es fuerte, quizá ya haya hecho daño en el cerebro y el lóbulo que regula la memoria.

¿Qué pasará después? - KIMCHAY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora