22. You are mine +18

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22. You are mine +18 

Malee exhaló y quitó la capucha de tela negra de la cabeza del jovencito, se veía agitado, sudando y nervioso, sus ojos revolotearon por todo el lugar buscando alguna ayuda para él en ese momento, pero no encontró más que cuatro paredes grises y en una de ellas había un gran vidrio negro por donde no podía ver nada, parecía a las salas de interrogación en las películas de detectives, solamente que esa era... tenebrosa. Estaba atado de manos en la silla de metal, incomoda y dolorosa.

El guardaespaldas personal de Kim carraspeó, el chico lo miró, los ojos llorosos y rojos. Trató de hablar, pero la mordaza no lo dejó.

– Te quitaré eso, pero solamente hablarás para responder mis preguntas ¿ok? – preguntó Malee.

El jovencito asintió rápidamente, así que Malee procedió a quitar la mordaza careciendo de cuidado alguno.

– ¡Ayuda! ¡Auxilio! – gritó el chico

Malee ladeó la cabeza – ¿Por qué siempre hacen esto? – se preguntó así mismo – Estas paredes son insonorizadas, nadie te escuchará.

El chico desvió la mirada hacia el vidrio templado polarizado.

– Hay alguien allá ¿v-verdad? – inquirió, temeroso – No sé qué hago aquí, no he hecho nada.

Malee negó – Calma, niño. Si respondes a mis preguntas estarás bien y saldrás de aquí en una sola pieza, si te portas mal... bueno, creo que será todo lo contrario. ¿Qué dices? ¿Me colaboras?

El joven tragó saliva, su garganta parecía seca y carrasposa.

– ¿Agua? – preguntó Malee alzando la botella que llevaba en su mano.

El chico lo miró, desconfiado, por supuesto.

– No está envenenada, mocoso – graznó Malee y bebió de ella – ¿Tomas o no?

El chico asintió y Malee se acercó para darle de beber, luego se alejó y colocó la botella encima de una mesa con varios artilugios extraños que el chico no había visto antes por su afán y nerviosismo.

– Di tu nombre.

– Eh... yo, yo me llamo Samuel Saelim – contestó

Malee asintió – ¿Edad?

– Diecinueve, señor – fue rápido.

– ¿Padres?

Samuel parpadeó – Mamá murió, vivo con mi papá.

– ¿A que se dedica tu papá, Samuel? – preguntó Malee

– Es... es psiquiatra – contestó.

Malee asintió ligeramente – ¿Por qué estás aquí, niño? En Tailandia, me refiero.

– Yo... quiero estudiar música, eh... soy cantante y pianista – contestó – Voy a la universidad.

– Correcto, pero estabas en Estados Unidos ¿no? ¿por qué volver? – preguntó Malee

– Extrañaba a papá –

Malee enmarcó una ceja y comenzó a caminar – ¿Trabajas con tu papá, chico?

– ¿Qué? – Samuel negó avivadamente – Le dije que él era psiquiatra y yo músico, ¿Cómo podría trabajar con el?

Malee se acercó a la mesa y tomó una fotografía. La puso a la altura de su cara.

– ¿Conoces a este chico? – preguntó

¿Qué pasará después? - KIMCHAY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora