32. The devil doesn't bargain.

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32. The devil doesn't bargain. 


La humedad calaba en sus extremidades, no había nada para abrigarse y aunque en Bangkok para esas fechas era caliente, Chay sentía que estaban a menos cero grados y se preocupó, quizá él no tenía conocimientos sobre secuestros, pero si había visto algunas películas... ¿y si lo tienen en un sótano alejado de la civilización? ¿y si ese lugar no queda en Bangkok? No tenía idea por qué no sabía cuánto había dormido cuando lo desmayaron. Mierda. Todo era confuso. No sabía si era de día o de noche, no sabía si llovía afuera o hacía sol, tampoco sabía cuánto tiempo había pasado desde que estaba allí, lejos de su familia, lejos de Kim.

Estaba perdido.

De un momento a otro, él entró... el hijo de puta mayor y el responsable de todas sus miserias, Korn Theerapanyakul estaba allí, impecable y vital, con una sonrisa en el rostro como si nada estuviera pasando, esa era la misma sonrisa con la que caminaba por la mansión de la familia principal, a Porchay le dio asco. Atrás de él pudo ver a Belle y a Pong. Malditos.

– Te ves pálido, Chay – comentó Korn entrando, miró su alrededor – Debí darte una suite más... cómoda ¿verdad? Eres el mejor de la casa, después de todo.

Que cinismo tenía ese hombre.

Chay no se movió – Vete al infierno.

Korn suspiró – Eres igual a Porsche...

Porchay lo miró, quería asesinarlo con tan solo una mirada. ¿Ese miserable ser tenía la osadía de mencionar a su hermano? ¡maldito sea! Porchay nunca pensó que podía odiar tanto a alguien.

– ¿Qué carajo quiere? – preguntó Porchay, abrazándose a sí mismo – Le he dicho que no diré nada, nunca ayudaría a una rata como usted, prefiero la muerte.

Korn asintió, le hizo señas a Pong que automáticamente trajo un asiento de madera, lo colocó en la mitad de la pequeña habitación, Korn se sentó.

– Tienes que comer algo – dijo Korn a Chay

Porchay bufó – ¿Y qué quiere que coma? ¿cemento? ¿este colchón?

– Bromista ¿eh? – Korn miró a Tong – Tráele algo de comer.

– Puede ser la rata que mataron hace días saliendo de acá – comentó Belle, riendo.

Tong sonrió y se marchó.

Porchay la miró – No gracias, no deseo comerme a tu hermana – soltó.

Belle enmarcó una ceja – Escoria...

– Bueno – Korn cruzó una pierna encima de la otra – ¿Seguro no hablarás? Se que tienes mucho por decir, pequeño.

– Ya le dije que no – bramó Porchay – ¿No entiende tailandés?

Korn exhaló – Ay Porchay, ¿por qué proteges a mis hijos? Ellos son malas personas, casi iguales a mi... han hecho cosas horribles, cosas que tu ni siquiera te imaginas, no deberías protegerlos si tu preciada vida está en peligro, tu eres más valioso que todos ellos.

Porchay ladeó la cabeza – ¿No es usted un todo poderoso? Averígüelo por sí mismo y a mí, déjeme en paz.

– También soy... mortal, Porchay – Korn rio tenuemente, su rostro fingiendo demencia – Algunas cosas se me escapan, es difícil dirigir un imperio tan grande como este.

– Pues no es mi problema ¿o sí? –

Korn negó – No, de hecho, no lo es... pero, creo que si es tu problema mantener con vida a Porsche ¿verdad? Él ha hecho todo por ti, ¿y tú vas a matarlo solamente por no hablar? No es muy coordial de tu parte ¿o si?

¿Qué pasará después? - KIMCHAY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora