5. The truth is that is tastes like honey.

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The truth is that it tastes like honey.

– Y... ¿no volverás a mentirme, Phi? –

Phi, había vuelvo a decirle Phi.

La vocecita de Chay era su único motivo para no prestarle atención a la película que habían colocado hace una hora, con su brazo alrededor de la persona que más quiere en el mundo y cabeza puesta ligeramente encima de ese cabello negro con aroma a durazno, y el cálido abrazo de Porchay rodeando su cintura, se sentía en el maldito paraíso y no quería salir de ahí por nada del mundo, mataría a cualquiera que interrumpiera esa paz tan inexplicable que sentía en ese momento.

– No, nunca más – contestó Kim soñoliento –

Chay se apretó más a él y Kim sonrió, besó la coronilla de su cabeza e inhaló el delicioso perfume, era perfectamente embriagador.

– Hummm – ronroneó Chay metiendo su cabeza en el hueco del hombro de Kim – Ya no quiero ver más esa película.

Kim sonrió – Ni siquiera la has visto.

– Es que tú me desconcentras – musitó Chay jugando con los dedos de la mano de Kim

Kim lo miró – ¿Prefieres ver películas sin mí?

– Uf, no – Chay negó – Contigo es más divertido, puedo darte besos.

Kim asintió alzando las cejas. – Si, todos los que quieras.

Kim podía ser un maldito suertudo por tener a Chay después de todo lo que pasó en su sofá, debajo de las cobijas, entrepernados y abrazados, diciéndole cosas bonitas, ¡era un maldito suertudo hijo de puta! Pero no podía quejarse, no cuando era tan feliz porqué Chay lo hacía feliz, esa era la unica verdad que sabía a miel, Chay le daba eso que nadie más podía, podía penetrarlo con una mirada y hacerlo sonreír, aunque no planeara hacerlo, de una forma inconsciente, Kim lo miraba y sonreía sin ningún motivo.

Chay se había inclinado hacia él tumbándolo boca arriba sobre el sofá para besarlo, últimamente Chay se animaba muchos besos y lo besaba, a veces eran inocentes, a veces no, a veces eran muy caliente y Kim podía corresponder siempre con la intensidad que Chay deseaba, tan suave como una rosa o tan fuerte y caliente como el infierno, porqué Kim sería eso que Chay necesitaba, no importaba nada más, por su ángel podía hacer cualquier cosa.

Y no podía sentirse más feliz, la confianza en cuanto a la intimidad estaba creciendo a pasos agigantados, porqué Kim había prometido ir con Chay, ir a su propio ritmo, guiándolo poco a poco, enseñándole... besándolo suavemente, jugando con su lengua, mordiéndole de vez en cuando, mostrándole que las manos se utilizaron para tocar cualquier cosa que quisiera, Kim estaba por y para él, quería decirle que podía hacer con su cuerpo lo que se le antojara, que se divirtiera porqué seguramente, Kim iba a disfrutarlo mucho.

Y ahí estaba Chay, besándolo lánguida y exquisitamente con esos labios delgados y jugosos, Kim subió sus manos hasta la cadera de Chay ayudándolo a ponerse sobre él, encima de su pelvis. Solo se separaron para mirarse a los ojos y Kim fue en su búsqueda está vez, embriagado por su sabor y aroma, nunca tendría suficiente de Porchay.

– P'kim – jadeó Chay en medio del beso.

Kim alzó la cabeza mordiendo el labio inferior de Chay suavemente.

– ¿Humm? – sus manos viajaron a las mejillas de Chay despejándolas del cabello que caía hacia adelante. Amaba verle los ojos. Eran tan jodidamente vitales y tiernos.

– ¿Irás a mi recital? Tengo que cantar mañana en la noche en la academia, es una especie de examen y puedo llevar a alguien – dijo Chay – Quién mejor que tú

¿Qué pasará después? - KIMCHAY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora