26. Can I be without you?

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26. Can i be without you? 

Porchay rasguño las cuerdas con sutileza, la suave melodía rondó por el pequeño estudio de su universidad y exhaló, totalmente aislado de lo que realmente estaba haciendo. Se sentía tan perdido y solo, a veces se preguntaba si lo que decidió era correcto, si debió quedarse con Kim o si esa separación era lo mejor para ambos, pero... ¿por qué se siente como si no fuera así? Tenía tantos recuerdos hermosos con Kim que le provocaba correr hacia él olvidando que le ocultó lo que sería lo más importante de su vida, la verdad detrás de la desgracia que sufrieron sus papás, ¿Cómo podía perdonarle eso? Por otro lado, Chay sabía que él mismo también había ocultado cosas y eso significaba que... él no confiaba en Kim, no en ese aspecto, al menos.

Estaban mal. El y Porsche, esa era una realidad, cuando Porsche desayunaba en las mañanas prácticamente lo hacía por deber y no porqué realmente quisiera, tampoco hablaban mucho y estaba tan absorbido por todo lo demás que se veía más delgado que antes, Porsche estaba sufriendo mucho estando alejado de Kinn. Esa mañana, antes de que Chay partiera a la universidad, Porsche le dijo que iría a la casa de Vegas y Pete porqué necesitaba esclarecer algunas cosas, y aunque Chay le dijo que no lo hiciera, evidentemente, Porsche no lo escuchó, dijo que era importante hablar con ambos.

– Sabía que te encontraría aquí –

Era una voz familiar y dulce, cuando Chay se giró vio a Samuel recargado en el piano con una sonrisa cálida, una que Chay no le había visto antes.

– Sam – Chay se colocó de pie y corrió hacia él, lo abrazó brevemente – ¿Dónde estabas metido?

Sam aspiró fuertemente – Es una historia larga, ¿tienes tiempo?

– Si, si – Chay rápidamente, empacó su guitarra en la funda, la colgó en su hombro – ¿Te invito a un té o un granizado?

Sam sonrió, asintiendo – Sería perfecto.

Ambos salieron de la universidad, y Chay notó que tres hombres se acercaban a Sam, eran hombres que no había visto antes.

– Si, ahora soy igual o peor que tú, papá me colocó guardaespaldas – dijo Sam

Porchay ladeó la cabeza – ¿Tu papá?

– Ven, tengo que contarte algo. – Sam se giró hacia los guardaespaldas – ¿Pueden seguirnos de lejos? Quiero tiempo a solas con él, carajo.

Chay se burló brevemente siguiendo a Sam por el andén de la calle.

– Te acostumbrarás – bromeó Porchay –

– ¡Já, lo dudo! – Sam metió sus manos en los bolsillos del pantalón – ¿Cómo estás?

Porchay quería decir que bien, pero no podía mentir al respecto, sabía de todos modos que su expresión no engañaba a nadie, además, Sam era una persona intuitiva, seguramente ya sabía que estaba decaído.

– No muy bien – admitió – ¿Y tú?

– Pésimo – Sam hizo una mueca con los labios – Creo que papá está metido en algo raro.

Porchay arrugó el ceño – ¿Por qué lo dices?

– Bueno, es que... de un momento a otro tenemos guardaespaldas, después nos mudamos de casa, y luego papá a veces llora en las noches, no sé... pero lo más raro fue que... – Sam se acercó a Porchay – Me prohibió hablar contigo.

Porchay enmarcó una ceja – ¿Ah, ¿sí?

¿Kim tendría algo que ver con esa petición? No sería raro si fuese así.

¿Qué pasará después? - KIMCHAY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora