¿Qué pasará después? - KIMCHAY.

20. Plans part 2

20. Plans part 2. 

El tiroteó resonó en los tímpanos de Kim, nunca pensó en cómo iba a morir porqué naturalmente, estando involucrado en ese negocio, las posibilidades de salir un día y no regresar en la noche a casa eran muchísimas, así que nadie de su familia se detenía a pensar en la muerte, pero... si pensaban mucho en cuidarse para que ese día no llegara tan pronto, y allí estaba él, enredado en nuevo ataque, hace mucho tiempo, cuando tenía dieciséis sufrió un atentado... lo recordaba muy bien, iba en el carro con Malee y otro guardaespaldas que murió aquel día por salvarlo, estaban en un convertible, Kim iba algo borracho, no lo suficiente para no reconocer un arma cuando la apuntaron hacia su ventana, fue entonces cuando el escolta se lanzó como acto reflejo encima de él, la ventanilla se partió en mil pedazos, las balas perforaron los pulmones del hombre y Kim cargó con su peso mientras Malee y otro hombre acribillaban a tiros al asesino, fue la primera persona que Kim vio como la vida se le era arrebatada a escasos centímetros de su cara...

<< Kim, cuídese >> fue lo último que dijo aquel guardaespaldas antes de exhalar su último aliento en vida y morir encima de su cuerpo. Kim recordó moverlo varias veces, pero cuando buscó su pulso en el cuello, ya no existía así que solo pudo tumbarlo a un lado, la sangre salpicando en su rostro y un sentimiento asqueroso atorado en la garganta... Normalmente, cuando uno de sus hombres moría en batalla, Kim hacía llegar a sus familiares un monto considerable de dinero y unas flores, se encargaba del entierro y velorio, pero eso era todo, no había sentimentalismo, porqué para eso se les pagaba muy bien, para que, de ser necesario, arriesgaran sus vidas por las de ellos, se escuchaba horrible, pero era la verdad.

Sin embargo, al mirar al hombre que disparaba a su lado, Kim no podía concebir la idea de que algún día, dejaría de hacerlo, porqué en este negocio nada era eterno y mucho menos los guardaespaldas, Malee era un hombre valioso para Kim, lo consideraba su mejor hombre e incluso, muy en el fondo, lo consideraba un amigo, con el que podía sentarse a hablar de cosas... del mundo, incluso, podía sentarse con él mientras bebía algún trago y hablar de Porchay, lo que consideraba como algo sagrado, la confianza que tenía en Malee era enorme, y seguramente, si algún día muere... para Kim será doloroso.

Miró detrás de la columna mientras sacaba el proveedor vacío de su arma y cargaba otro lleno que Malee le había dado, quito el seguro y apuntó, un flequillo de cabello le acariciaba el pómulo, su mirada fiera era como un láser infrarrojo, apuntaba y disparaba, daba en el puto blanco, entre las cejas de eso hijo de puta que había tratado de volarle la cabeza hace segundos.

Los ojos de Kim se dirigieron al otro extremo del bar, las personas corrían despavoridas por las balas perdidas, por la sangre, por los cuerpos sangrientos tirados en medio de la pista, era un desorden descomunal. Encontró a Kinn y a Porsche detrás de la barra, acorralados mientras Pol y Arm los defendían con todo lo que podía, al frente estaba Vegas con una mini uzi mientras buscaba una salida con la mirada y se movía.

– Vete con Kinn – ordenó Kim desviando la mirada a Malee

El guardaespaldas negó impacientemente – No puedo dejarlo, jefe –

– No me vengas con sentimentalismos baratos – Kim apretó la mandíbula – Vete con ellos, yo saldré de aquí en una pieza, lo sabes.

Malee lo miró por última vez y asintió, Kim le dio diez segundos de ventaja mientras abría fuego a quienes los tenían interceptados, italianos hijos de puta, solo podía pensar en tener la cabeza de Belle y Luca en una maldita bandeja, no descansaría hasta verlos muertos, era una promesa. Cuando vio a Malee al lado de Kinn, volvió a su posición inicial, Malee sacaría a Kinn y a Porsche de ese lugar, ahora le tocaba preocuparse por él, se agazapó y miró la salida, muy lejos y pocas probabilidades de salir a pesar de que Anong lo estaba cubriendo desde el segundo piso, no había podido moverse sin recibir una bala.