46. Un soplón

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Sasuke lo había visto todo desde el balcón. Con la mirada fija y los dientes chirriando, veía como Sakura narraba a Naruto la relación que habían tenido.

– Si tu super poder fuera visión de rayos láser, ya les hubieras estallado la cabeza– comentó Sai y sonrió.

Sasuke iba a responder pero justo, ambos vieron como Naruto acariciaba la cabeza de Sakura y al mismo tiempo alzaba la mirada para verlos, con una sonrisita pendenciera en los labios.

Esa era la situación con Naruto. Él no estaba tan enojado como Sasuke pensó que estaría. Era peor, porque ahora Naruto pensaba que tenía una oportunidad con Sakura ya que ella detestaba a Sasuke.

Al día siguiente de que recibieron las invitaciones para el taller de Educación Sexual Integral, Sasuke se preguntó cómo haría para darle semejante papel a sus padres.

– No creo que mi mamá quiera firmar– comentó Naruto, en voz baja mientras veían a Yamato explicar una figura especialmente difícil en geometría.

– Qué idiotez– espetó Sasuke, torciendo el gesto.

– ¿Qué nos enseñarán? – preguntó Naruto, releyendo el papel. – ¿Poses?

A Sai, delante de ambos, se le escapó una risa nasal que disimuló con una tos pues Yamato lo había visto. Sasuke apretó los labios ante tal barbaridad.

– ¿Cómo nos van a enseñar poses, idiota? – le murmuró apenas moviendo los labios.

– Bueno... eso pensé- rezongó Naruto ceñudo. – Primero tenemos que planificar mi fiesta de cumpleaños.

– ¿Fiesta? – masculló Sasuke, fingiendo estar atento a Yamato.

– Sí– respondió Naruto entusiasmado. – Ya decidimos que será en la casa de Karin...

– ¡Uzumaki! – exclamó Yamato, con una sonrisa queda, ofreciéndole el plumón.

Naruto emitió un quejido antes de levantarse e ir a la pizarra a resolver algo que Sasuke sabía que él desconocía. Una fiesta... Sasuke detestaba las fiestas. Sus ojos fueron hasta Karin quien había ofrecido su casa ¿Tan buena prima era? Ellos ni siquiera hablaban mucho, ella más le hablaba a Sasuke pero este comenzaba a pensar que sacaría provecho de eso.

Ese fin de semana se fue a casa con el permiso del taller de Educación sexual y un dolor de estómago terrible. Últimamente cada vez que se enojaba sentía un dolor agudo. Especialmente cuando apretaba la mandíbula al ver a Sakura sonriéndole a Naruto o respondiendo el saludo del enano pelirrojo de séptimo.

No había forma de hablar con ella. Cada vez que se acercaba, Nara o Akimichi se cruzaban y Sasuke no quería que ninguno de esos idiotas escuche como le pedía hablar a una chica. No quería que nadie lo viera vulnerable. Además, ella parecía sobrellevar todo muy bien pues la veía riéndose con ese grupito que Sasuke detestaba o la veía conversando como si nada hubiera ocurrido con sus amigas. La única forma de poder decirle algo o enviarle un recado eran Naruto y Sai. Pero el primero estaba en su gloria, bromeándole y frotándole la espalda cada vez que podía. Y a Sai no quería pedirle ningún favor porque le haría un comentario irónico.

Al principio, pensó que era una de esas peleas que ya habían tenido. Pero no, pues los días pasaban y la extrañaba cada vez más. Lo peor eran los fines de semana porque no sabía absolutamente nada de ella, ni siquiera si estaba bien o mal. Los días en el colegio al menos la veía, andando y riendo, libre y espontánea como realmente era. Pero los fines de semana... ya se había acostumbrado a visitarla y hablar por teléfono en las noches. Ahora se quedaba acostado mirando el techo de su habitación sin saber qué más hacer con ese tiempo.

Siempre son malas decisiones (1era temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora