Capítulo 33

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"Este muro que construimos juntos, no hay manera de derribarlo. Y estaremos aquí para siempre, acercándonos más y más, bebé. Porque el mundo se detiene cuando pongo mis brazos alrededor de ti y nada importa más." Big Time Rush.


[Sin editar así que si hay fallas ortográficas, lo siento de antemano.]


Atlas.

Los libros muchas veces narraban sucesos transcendentales para los protagonistas que serían de vital importancia como para la trama como también para la vida de ellos, usualmente le prestaba demasiada atención a ese tipo de situaciones porque había muchas de esas cosas que él aún no había vivido. Y una de las principales era cuando conocían el amor.

Y él ya lo había hecho.

Solía ser alguien seguro de sus decisiones, alguien que mantenía la compostura en todo momento y que nada parecía afectarle. Claro, eso fue antes de conocer a cierta señorita llamada Jessamy que parecía una especie de ciclón de categoría máxima. Sería mentiroso si dijese que ella fue la primera persona que le gustó, porque no era así, le habían gustado dos más antes. Pero nunca con la intensidad con la que sentía en ese momento por la castaña.

Lo que sentía por Jessamy ni Platón podría encontrar una explicación filosófica a sus sentimientos, porque para él, aquello parecía de otro mundo. El amor en el aspecto romántico nunca había sido algo latente en su vida, no tan constante como la felicidad, pero tampoco dejó de estar presente. Le gustaron esas dos personas, pero nunca habló con ellas más de un saludo. Con Jessamy todo fue diferente.

Cuando la empezó a conocer algo dentro de él le gritó que ella era alguien especial, y sí que lo era y no se había equivocado en ello. Esa vez en el puente la vida de él cambión de una manera que nunca hubiese imaginado, de repente, vino luz y colores a su mundo gris y opaco. Ella encendió una llama en su interior que no sabía que residía, ella se había convertido en ese combustible para mantener caliente su espíritu. Lo hacía sentir seguro, como si fuese su hogar.

Ahora que había descubierto ese nuevo mundo para él, no quería soltarlo. No pensaba hacerlo jamás. Quería permanecer en él hasta que no tuviese fuerza en su cuerpo, aun cuando su carne se volviese escuálida y sus sentidos se apagaran, su espíritu seguiría rogando por mantenerse entre los labios de ella.

Se estaba volviendo un romántico empedernido y no le parecía para nada mal, de hecho, le encantaba esa sensación de plenitud recorriendo sus venas cada que la veía sonreír. Aun con un pequeño gesto que ella ejerciera, él perdía la cabeza. Sus pensamientos volaban lejos y solo quedaba grabado en su interior la sensación de lo afortunado que era en que ella le hubiese permitido estar en su vida. Con solo conocerle era un sueño que no sabía que necesitaba vivir. Ella era su nuevo sueño. Uno que quisiese soñar hasta que su espíritu dejase su cuerpo.

Del cosmos se desvaneció una estrella © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora