Capítulo 3

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"No se pueden recibir cosas nuevas si no hay espacio para ellas." Marlo Morgan.


Atlas.

El retomar su trabajo fue una de las decisiones que más paz trajo a su vida después de un subidón de emociones que vivió en una tarde de agosto. Supo en ese momento que amaba lo que hacía, amaba mantener su cabeza ocupada mientras pintaba una pared o arreglaba la plomería de una casa. Todas esas acciones le ayudaban a mantener su mente ocupada y le apenaba admitir que se estaba convirtiendo en un adicto a eso.

En momentos como esos lo que más necesitaba era no pensar demasiado, no recordarla. Era doloroso así que su único escape era el trabajo o un buen libro. También pasaba tiempo con sus amigos, aunque últimamente quería pasar tiempo a solas, y gracias al cielo eso se cumplió. Link se había metido en problemas ─nunca le quiso explicar por qué─ pero tuvo que hacer servicio comunitario toda la semana y en cambio Bennett tenía varias exposiciones por hacer, no sabía dónde eran, pero parecía que iba estar mucho tiempo fuera así que podía descansar de tener a esos dos pesados peleando frente a él. Y no era que no los apreciase, pero a veces le hostigaban y él solo quería tener sus tiempos a solas.

Así que apenas salía del trabajo se dirigía a casa y cenaba con tranquilidad para luego escribir en el nuevo proyecto con el que se había obsesionado, cabía destacar que estaba relacionado a ella. Y sí, parecía que, en vez de superarla, estaba más sometido. Pero para él escribir sobre ella era una manera de sacar lo que tenía por dentro, pero lo que no sabía que entre más lo hacía, el sentimiento crecía más. Era difícil ¿cierto? Superar a esa persona que le hizo tan bien en su momento, que le mostró cosas que nunca conoció y que vino a cambiar su mundo por completo. Era difícil olvidar ese tipo de personas, parecía que ella se había metido en su piel y no pensaba en querer irse.

Jessamy fue un sol en su vida, fue una estrella que se unió a su núcleo y que dejó una huella sobre su espíritu, una que era difícil de borrar. Y ahora que no estaba junto a él, debía de vivir en una realidad donde ya no estuviese ese sentimiento al que tanto se familiarizó. Se decía constantemente que debía pasar página, que debía de olvidarla porque ella seguramente ya lo había hecho. ¿Por qué era tan difícil soltarla? Y entonces llegaba ese odio a sí mismo por no poder hacer algo tan simple. Y aunque existían pensamientos que le decían que la odiase, que ella no merecía su amor por dejarlo así tan de repente y luego gritaban sus sentimientos desde lo más profundo con la intención de defenderla. No fue una decisión que lo hiciese con el propósito de dañarlo, lo hizo porque creyó que era lo mejor para ambos, aunque era obvio que él estaba pagando el precio por esa decisión. Solo deseaba que hubiese sido la correcta y que para ella si hubiese dado resultado.

Del cosmos se desvaneció una estrella © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora