Capítulo 18: ¿A vos te gusta Vero?

70 11 25
                                    


Desde la esquina de mi casa iniciamos la búsqueda de Vero por nuestros propios medios. Fuimos hasta las afueras del pueblo y luego volvimos hasta donde estaba su casa, donde vimos patrulleros frente a los edificios, aunque los chicos me lo señalaron, no pude saber cuál era el departamento de Vero.

—¡Vero! —gritamos desde las bicicletas—. ¡Verónica!

—¡Verito! —Julián llamó a Vero de una manera particular—. ¡Vero!

Las calles en este pueblo eran demasiado tranquilas en comparación a la ciudad donde viví, acá apenas pasaba algún auto o se veían personas caminando por la vereda. Los patrulleros andaban trabajando en la búsqueda de Vero y la situación me angustiaba cada vez más.

Con los chicos recorrimos algunas calles hasta llegar al Parque Principal, donde anduvimos revisando algunos rincones con mucho temor, hasta que vimos que llegaron los oficiales a hacer rastrillajes.

Mati ni siquiera hablaba, se lo veía muy decaído y asustado; mientras que Julián se mantenía más firme y seguro que su amigo, pero la preocupación se le hacía muy notable en los ojos. Sin dudas esos chicos querían mucho a Vero y me sentí fatal al darme cuenta de los sentimientos de celos que tenía por ellos.

Pero no era momento para estar celosa, Verónica no estaba y todos estábamos preocupados por ella. Los chicos, además de angustiados y preocupados, también estaban cansados de tanto pedalear, por eso Julián compró unas latas de cerveza para todos. Yo no era muy de beber, a menos que sea una fiesta o juntada como la del otro viernes, pero igual acepté.

Nos sentamos en los pastos de la plaza principal y bebimos en silencio. Al menos no era incómodo, todos estábamos bien con la compañía que nos hacíamos.

Yo tenía algo para contarles a los chicos, quizás, eso servía para ayudar a encontrarla.

—Vero debió salir por aquella puerta. —Miré la puerta de nuestra escuela que se encontraba frente a la plaza—. Quizás caminó por acá... ¿Puedo decirles algo?

—¿Qué?

—Yo la vi el jueves hablando con un señor en el Panza Llena —confesé intimidada—, estaban hablando y ella se veía bastante mal. No sé qué onda eso.

—Sí, el jueves se juntó a almorzar con el papá.

Me quedé con la boca abierta. ¿Ese era el padre de Vero?

—No entiendo. Ella me había dicho que no tenía —dije recordando sus palabras: «Mi papá se borró».

—Lo que pasa es que él se fue cuando ella era chica y ahora volvió para rehacer su vínculo, parece que en San Luis ha hablado con la hermana mayor de Vero y faltaba ella nomas —contó Julián.

—Doña Luisa dice que el flaco no tiene nada que ver con esto, pero qué sé yo, justo cuando aparece se desaparece Vero. Eso me hace ruido. Yo la re quiero a doña Luisa, pero capaz ella lo quiere todavía al tipo y por eso no lo culpa.

—Claro, no sabemos qué onda, parece que los padres han estado en comunicación. Pero el forro nunca habló con Vero.

—No sabía —dije impactada al conocer la historia familiar de Verónica—. Apenas la conozco hace poco tiempo y no sabía nada.

—Mi papá es abogado y la está ayudando a doña Luisa, estoy esperando a que me mande novedades. —Mati agarró su celular y observó la pantalla arrugando la frente.

Mi papá también estaba trabajando en esto, pero ni en pedo iba a contarles eso a los chicos y tampoco podía preguntarle mucho a él de la investigación. Ya me había dejado claro que no tenía que acercarme a esta gente.

Aquel último año - Wattys 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora