Capítulo 23: La juventud está perdida

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Abrí los ojos y el cuarto estaba iluminado por la luz del día. A mi lado, Caramelo aún dormía patas arriba y la horrible sensación de incertidumbre se había despertado junto conmigo. Busqué mi BlackBerry para ver si había novedades de Vero y me alarmé cuando vi mensajes y una llamada perdida de Matías.

«Apareció Vero. Te llamo, contestá, please», leí y me sentí horrible por estar durmiendo mientras Matías me llamaba. Además, ¡Vero había aparecido! Y en parte me sentí alegre, pero a la vez me preocupé mucho, porque no sabía en qué estado había aparecido.

Empecé a alarmarme, él no había dado más detalles. Me daba miedo abrir el siguiente mensaje de texto, por eso me tomé unos segundos para respirar concentrándome en Caramelo que siempre me calmaba cuando me sentía mal y volví a abrir la casilla de mensajes.

«Es re temprano, perdón. Vero está bien, en cirugía. Llamame cuando te despertés» vi el siguiente mensaje y sentí el alivio llenando mi cuerpo cuando leí que estaba bien. Pero, no quedé tranquila del todo, porque según Matías, ella estaba en cirugía... ¡En cirugía! ¿Qué le había pasado?

Busqué en mi lista de contactos hasta llegar al nombre de «Matías Nievas» e hice la llamada. El teléfono sonó un par de veces hasta que respondió.

—Hola Nati —dijo apenas contestó—. Está todo bien. —Parecía que sabía lo preocupada que estaba.

—Hola. —Apenas pronuncié mientras acariciaba la cabeza de Caramelo—. Qué bueno que Vero esté bien. Pero, ¿cirugía dijiste? ¿Cómo es eso? ¿Qué pasó?

Del otro lado escuché a Matías suspirar y prepararse para explicarme.

—Vero tuvo un accidente en El Cerrito. Le cayó una viga en la pierna, se fracturó y golpeó bastante. Pero como te dije, está bien.

—Uh... —No supe qué más decir, sólo repetí—: Qué bueno que esté bien. —Sentí escalofríos. ¿Le había caído una viga encima?

—Sí, bueno, estoy acá en el hospital con el Abue. —Se oyeron unas palmadas. Sin dudas Julián estaba sentado a su lado—. ¿Te mantengo al tanto?

—Sí, por favor. —Jugueteé con mis frazadas porque Caramelo se había levantado—. Gracias, Mati.

Nos despedimos y por fin descansé luego de estar tan preocupada por el paradero de Vero. Esos últimos días me había dado cuenta de cuanto la quería, no podía soportar que desapareciera de mi vida y lo peor de todo era que yo misma la había rechazado antes.

Y en parte me sentía culpable por lo que le pasó. Papá dijo que cuando interrogaron a sus familiares y amigos dedujeron que Vero tenía muchos problemas y que por eso se había escapado; sabía que esa última semana había tenido conflictos en la escuela con Mili. Y la rubia había insistido desde la juntada en la casa de Thiago que dejara de hablarme con Vero.

Yo misma me alejé de ella y contribuí en hacer que tuviera problemas, aún recordaba su carita entristecida cuando estábamos en clase esos días y lo horrible que me sentí después de rechazarla.

Había arruinado nuestra creciente amistad por Mili. Y... ¿Mili realmente valía la pena? ¿Éramos amigas de verdad? Creo que mi relación con ella se debía nuestra amistad en común con Pilar.

En cambio, con Vero era todo más auténtico. Sentía más que amistad con ella, pero lo único que podía haber entre Vero y yo era solo eso, pues sospechaba que tenía algo con Mati y al reflexionar que él estaba en el hospital con ella sentí rabia.

Más bien, celos. Por alguien que ni sabía de mis sentimientos y que probablemente nunca sabría lo que siento. Suspiré y me levanté para abrirle la puerta a Caramelo, luego me ocupé de asearme y peinarme para comenzar el día, no quería pensar en Matías.

Aquel último año - Wattys 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora