Phillips Danvers era un hombre de mente sagaz y calculadora, creo que ya hemos comentado que también era reservado y a veces esa cualidad le hacía parecer alguien duro e indiferente. Pero, esa mañana sus emociones estaban más que sobre agitadas, esa vuelta al tiempo le había echo detenerse a pensar en todo lo que había vivido esos últimos años.
De un salto, regresó al pasado, al ver la cabaña no pudo evitar pensar en los viejos tiempos, donde pasaron muchas tardes. El grupo lo componían su hermana Mónica, Santiago, Ricardo, George y Esme. (Con el tiempo, Ariel también se unió) Para él, George era como su hermano, aunque en un inicio les costó adaptarse, el chico tierno y regorgete ganó rápidamente sus corazones por su inocencia y curiosidad. George fue un salvavidas en un momento oscuro de su vida y, cómo ya comenté antes, a Phillips no le desagradaba la compañía de Esme (que había sido amiga de Mónica por mucho, mucho tiempo) Los chiquillos de ese tiempo ya eran todos unos adultos, y cierta nostalgia le invadió. Hacia años que no podían reunirse como antes, primero, porque uno de ellos ya no estaba, y luego, parecía que poco a poco el grupo se iba disolviendo por la misma situación. Un trago amargo bajó por su garganta y procuró pensar en otra cosa.
Mientras amanecía, sintiendo el frío de la mañana correr por su cara, se inclinó ligeramente hacia adelante para ver el acantilado. El carro no había explotado pero sí quedó destruido, con una situación así, era imposible que alguien hubiera sobrevivido. Su cabeza le revoloteaba con el presentimiento de saber quién era uno de esos pasajeros, pero como el desenlace era sombrío....
Ciertamente, no alcanzó a ver mucho dentro de la cabaña pero, a esta altura, su mente comenzó a despejarse y se repetían una y otra vez los breves segundos que habían pasado. Algunas imágenes difusas y olores familiares le vinieron a la mente, entonces, creyendo recordar unos ojos tiernos descender por la ventana, volvió a la realidad. Desechó esa idea de su mente y procuró pensar con la cabeza en vez de permitir que los sentimientos nublaran su juicio.
Lo primero para resolver la incógnita de esta ecuación era interrogar al único sospechoso que tenía. Con esto en mente, regresó al vehículo, dio marcha atrás con una habilidad tan prodigiosa y una destreza magistral que el acto hubiera dejado impresionado al más experimentado piloto de aviación.
Entrar fue fácil, la puerta continuaba abierta así que atravesó la sala, cruzó el comedor y voló con grandes zancadas por las escaleras. El sospechoso continuaba en la misma posición en que lo dejó, no había forma en que pudiera moverse.
- Volviste rápido - se adelantó el intruso.
-Responda a lo que le pregunte - dijo firme Phillips.
- ¿Les diste alcance? - prosiguió con una familiaridad excesiva.
- Los que huyeron ¿Eran sus secuaces? -mantuvo la calma pero fue firme.
- No - respondió secamente
- Entonces ¿Qué hace aquí? - se acercó más.
- Phill ¡Deja de jugar a policías y ladrones conmigo! ¿Quieres? - fue en ese momento que por fin reconoció la voz y se acercó para corroborar. Le retiró la capucha que cubría buena parte de su cara y abrió los ojos sorprendido al verlo.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó molesto aún de cuclillas.
- Vine por la alerta - defendió.
- ¿Alerta? - arqueó una ceja confundido.
- La que me enviaste
- No recuerdo haber echo eso - comenzó a hacer memoria mirando con los ojos entrecerrados.
- ¡Eso no importa! - alzó un poco la voz, dió un respiro y se calmó - ¿Los alcanzaste? - preguntó mirando sus zapatos (que era todo lo que a esa altura podía ver)
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Nadie es quien dice ser.
AdventureSi un día descubiertas que lo que conoces como tú realidad, tú pasado y tus vivencias no son exactamente de esa manera, ¿Cómo reaccionarías? Anny es una chica como tú y como yo, va al instituto y trata de seguir con su vida diaria como cualquier ad...