Apariciones (7)

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Campamento de la AIME. 12:30 a.m
Martes

Debajo del brazo llevaba nuestro sujeto un tanto de hojas que anteriormente bien podían haber formado un libro. Él caminaba con estos apretando fuerte contra las costillas, caminaba con la cabeza erguida, semblante sereno y paso firme. ¿De dónde venía? Eso no lo sabremos por el momento ¿A dónde iba? A encontrarse con sus secuaces.

La descripción de esta persona ya se la saben de memoria pero me gustaría decirla nuevamente para que no pierdan hilo de lo que está a punto de suceder. El hombre, vestido con un traje perfectamente planchado, sin una arruga a la vista y la camisa y corbata bien arreglada, con los zapatos de vestir perfectamente lustrados y limpios (a pesar de ir caminando en el bosque del campamento) camina a paso constante.

Decir que exagera en arreglo es poco, sin un solo pelo alborotado y recientemente afeitado y bañado se dirige entre la penumbra de la noche con la luna como su única guía hacia un lugar determinado. Sus pasos no hacen ruido, por lo que toma por sorpresa a dos hombres que miran hacia los lados esperándole, ambos llevan capuchas que les cubren gran parte del rostro y solo alcanza a iluminar la parte inferior de su nariz y barbilla la luz que penetra a través del espeso follaje de los árboles.

- Buenas noches caballeros - saluda el hombre. Ambos voltean rápidamente reconociéndolo al instante.

- Creíamos que no vendría - le reclama uno de ellos con tono amenazante.

- Un trato es un trato caballeros, y yo siempre cumplo mi palabra - responde con total calma mientras mete una de sus manos al bolsillo de su pantalón, uno de los hombres se sobresalta y se pone a la defensiva - No hay nada que temer caballero - le explica sacando un bolígrafo - ¿Tienen los documentos? - les pregunta. Ambos miran de reojo a los alrededores y uno de ellos abre su mano mostrando un pequeño aparato, no más grande que un borrador, lo agita dos veces y de este se despliega un archivo digital - Las cosas han cambiado desde la última vez que nos vimos - vuelve a decir sin obtener respuesta.

El mismo hombre que activó el archivo abre un documento de venta fechado hace casi 20 años. Magnus fija la mirada por un momento en la fecha del contrato, casi al mismo tiempo que, indiferente, baja al final leyendo rápidamente todo

- Perfecto - asiente con la cabeza - Solo que... - dice de súbito llamando la atención de sus dos interlocutores - Quiero hacer una añadidura - comenta llevando el bolígrafo cerca y comienza a escribir sobre este, ambos hombres lo miran confundidos cuando leen lo que ha escrito. Uno de ellos levanta la ceja extrañado, vuelve a leer y lo ve fijamente.

- ¿A qué se debe este cambio? - pregunta rápidamente

- Un asunto privado - responde brevemente mientras guarda su bolígrafo en la bolsita de su camisa, sigue sin soltar los papeles que llevaba entre el brazo.

- ¿Nada cambia en nuestro acuerdo? - le pregunta el otro aún sin cerrar el archivo

- Nada caballero - asiente cortésmente - todo sigue igual, solo he añadido esa última cláusula. Tendrán lo acordado este fin de semana.

Ambos hombres se vuelven a mirar y asienten convencidos. Aquel que abrió el documento lo vuelve a cerrar.

- El fin de semana - repite uno de ellos extendiendo la mano para cerrar el trato, Magnus mira dudoso la mano, vuelve la mirada hacia ambos sujetos y la estrecha apretando los labios firmemente. Después de esto ambos hombres comienzan a caminar en cierta dirección por la espesura del bosque.

- ¡Ah, ah, ah! - llama su atención Magnus sin haber dado paso alguno. Ambos vuelven la mirada hacia él - Yo no me dirigiría hacia allí si fuera ustedes - mira su reloj por un momento y los vuelve a ver - dentro de 40 segundos hará su ronda por aquí el guardia, los encontrará si van hacia allá - les comenta. Ambos caminan hacia él exaltados.

Nadie es quien dice ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora