Más 'sorpresas'. (12)

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(Anny)

Aquella primera semana me sentía más en la escuela que en un campamento, corría de una clase a otra tratando de entender lo que me decían, quería aprovechar está oportunidad y aprender lo máximo posible.

El horario de clases contaba con un surtido interesante, desde Lenguas internacionales hasta como sobrevivir en un desierto. Cosa que me pareció sumamente interesante, aprendí en esa semana primeros auxilios, muy básicos pero útiles. Al final, el profesor nos explicó que los mejores agentes son los que están listos para lo inesperado, y una emergencia siempre es inesperada. Esa clase de enfermería la esperaba con ilusión.

Por el programa de estudios, se nos explicó que iría subiendo de nivel, claro, por ser mi primer año aún no me permitirían operar a nadie (creo que tampoco lo hubiera querido) pero me encantaba lo que iba aprendiendo del cuerpo humano.
La clase de química iba de alguna forma relacionada con ciencia, esas dos casi iban a la par y se complementaban. Ese último viernes de mi primera semana allí, debía de investigar sobre los estados de la materia y representar con un experimento sencillo alguna de estas. Al principio pensé en hacer el típico volcán de bicarbonato, pero después me decidí a que ocuparía mi fin de semana para hacer el mejor proyecto posible.
Juan Carlos y yo estábamos en casi las mismas clases, a excepción de un par de ellas y, por desgracia, no tomaba química con él por lo que no haríamos nuestro proyecto juntos. Iba pensando en eso cuando me crucé con él bajó la sombra de un árbol.

-—¿De regreso? — preguntó casual

— Sí, voy a la biblioteca. Tengo un proyecto en mente —señalé algunas cosas que llevaba bajo el brazo — ¿Vienes?

— Lo siento Anny — me miró un poco nervioso —debo de terminar una tarea de Ciencias Naturales

— Lo puedes hacer en la biblioteca — sugerí sin pensarlo

— Pero ... — interrumpió

— Pero no te gusta hacer proyectos de campo sentado — recordé lo que solía decir. Sonreí negando ¡Este chico no iba a cambiar! —Está bien. ¿Nos vemos en la cena?

—¿Cuándo haz visto que me pierda una comida? —respondió en tono divertido. Asentí y comencé a caminar rumbo a la biblioteca. Él me llamó nuevamente, camino unos pasos hacia mi — ¿Haz sabido algo? — preguntó referente a mi padre.

Negué ligeramente

— La última llamada estuviste ahí— le dije

—Bueno — bajó la mirada pensativo — ¿Cómo vas con la otra tarea?— alzó las cejas

— Estoy en ello. — abrí un poco los ojos — Quería ir directo al grano, pero siempre hay un puente y tengo que ir atrás y atrás. Al inicio para entenderlo —aclaré

—Te pasó lo mismo con "El laboratorio del doctor Nogueira" ¿Recuerdas? Te di el libro y no lo querías ni leer, pero después no lo soltaste.

Sonreí ante aquel recordatorio. Juan Carlos sabía cuánto me había costado comenzar a leer ese libro, pero como no quería sacar mala nota lo leí, comencé por el capítulo 6 "El secreto de la luna llena", de mala gana y sin mucho entusiasmo debo decir, pero, un par de palabras después, tuve que comenzar desde el inicio para entender que estaba pasando. Cuando se lo conté a Juan Carlos, no pensé que me lo recordara años después.
Nos despedimos y volví a caminar hacia la biblioteca. Aquella tarde estaba tranquila, no había viento y las nubes estaban acomodadas como un algodón de azúcar en el cielo. Las hojas descansaban tranquilamente sobre los árboles, el sonido del crujir de las ramitas de madera bajo los pies, el revoloteo de las alas de los insectos. Todo parecía que mi tarde sería perfecta.... Hasta que alguien paso a pisar mi pie.

Nadie es quien dice ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora