¿Quién lo hizo? (22)

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(Ariel)

La escena que estaba sucediendo dentro de la audiencia era literalmente de película. Nunca me imaginé que un abogado llegará al punto de lo que hizo un personaje de Bee Movie en el juicio ¡Entretener al jurado con papiroflexia! (Les dije, parecía irreal) por un momento creí estar dentro de la grabación de una película.

Cristián comprendió, al momento de entrar, que logramos resolver algunas cosas. Papá explicó lo sucedido y le entregó en mano la bomba desactivada (hasta ese momento supe viajamos con ese artefacto) Marcos entregó el cuaderno con las declaraciones y, casi al instante, Cristián habló hacia su reloj al abogado enfrente. Poco después, las puertas divisorias se abrieron y la verdadera Madame, entró a la sala de juicio, Daniel le seguía con su cuerpo y ropa llenos de los rasguños, y la cara llena de hollín, aquello me hizo volver a la realidad.

Salí de la sala para procesar todo lo sucedido, yo ya no tenía nada que ver allí. Cristián estrechó la mano de papá y luego él salió detrás mío. Ambos nos sentamos en una banca a las orillas sin decirnos nada, solo mirando la puerta, esperando que algo pasará. No sabíamos lo que sucedía dentro pero deseábamos saberlo.
Pasaron los minutos en silencio, hasta que ambos nos fatigamos de ver está y miramos al suelo.

- Ariel - llamó por fin mi papá después de mucho - Puedes contarme lo que sepas. Sabes que puedes confiar en mí - me miró suavemente. Levanté la vista a dónde él y asentí, lancé un suspiro, iba a ser una larga historia.

Comencé literalmente desde el inicio, desde la ocasión que acusaron a papá del robo de documentos, le conté lo de "Grandes secretos", como me había puesto en contacto con ellos, el trabajo, la paga, el propósito, los compañeros, las salidas de casa (esto último me costó mucho de confesar) como conocí a Marcos y Esme, la ida a New York para la compra del vestido, la prueba del vestido (también le dije como me escapé de mamá en la tienda) la fiesta de gala, mis sospechas de aquel día, la llamada de la mañana, el camión de basura, Marcos y yo en bici hasta este momento.
Durante todo ese tiempo nunca me interrumpió, escuchó con atención y afirmaba con la cabeza, se sorprendió con la mirada y sonreía en algunas partes. Cuando por fin terminé el relato asintió.

- No sabes lo orgulloso que me siento de ti - fue lo primero que dijo - Es una muestra de madurez que desees ayudarnos y también lo es que seas responsable de tus actos, como ahora que me lo estás contando y, quiero que sepas que, si en el futuro decides emprender otro proyecto, tu madre y yo estaremos felices de saberlo y apoyarte. Somos una familia Ariel, trabajamos en el mismo equipo - sonrió nuevamente. Puse mi cabeza sobre su hombro y él pasó su brazo encima de los míos. - Te quiero Ariel - besó mi cabeza al decirlo.

- También te quiero.

Ambos nos quedamos allí sentados, esperando, escuchando el tiempo correr al son del reloj.
No sé cuánto tiempo pasó, ninguno de los dos llevaba reloj para comprobarlo pero después de aquello comenzamos a hablar de cosas triviales y por fin le pregunté porque llevaba una cuchara en la bolsa del pantalón.

- La cargué por error - me explicó un poco apenado - era del almuerzo. Tu madre la puso con la comida de ayer, pero, en lugar de regresarla a casa para lavarla, la guardé ahí - confesó.

Asentí divertida, y seguimos platicando hasta que la puerta de la sala se abrió. Los reporteros estaban esperando en la salida ansiosos, de la sala emergió un desfile de personas, me levanté tratando de ver a alguien conocido. Madame ( la Madame que yo conocía) iba en ese grupo con una sonrisa en boca de satisfacción, Daniel iba detrás de ella. Al llegar a las puertas los periodistas los rodearon y llenaron de muchas preguntas.

- La cosa finalizó según parece - comentó mi papá viendo el alboroto como yo. - Bueno - golpeó sus rodillas para llamar mi atención y se puso de pie - Es hora de ir a casa.

Nadie es quien dice ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora