Descifrando códigos (9)

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Campamento de la AIME. Hora del almuerzo

Hay un dicho en mi país que dice "El pez por la boca muere" y, ¡Cuán cierto ha sido este! Muchas veces, solo basta escuchar a la gente hablar y ellos solos pueden darnos detalles que ni siquiera preguntamos. Bueno, de estas personas un tanto comunicativas era este chico Andrés.

Tal vez no recuerden mucho de él y es que Anny siempre buscaba evitarlo porque, además de comunicativo, era de esas personas con las que no te agrada estar mucho porque cree tener siempre la razón y se cree tan especial e importante que piensa que todos le deben siempre las gracias, hacerle favores. Y esto no tenía nada que ver con qué fuera el popular del colegio, en realidad, detrás de esa máscara de galán, había un chico que moría de miedo.

Siempre he pensado que los más grandes villanos tienen un trauma detrás de ello, un deseo, una ambición, un por qué de sus acciones; aunque claro, deseo aclarar que con ello no estoy diciendo que justificó sus acciones. Pero bueno, nuestro Andrés estaba en esas, tenía un problema y, cuando llevas mucho tiempo guardando algo, tarde o temprano terminas estallando y sacándolo... Aunque a veces, con la persona menos indicada.

Alexa había pasado el resto de la mañana en la biblioteca, la llamada con Anny debía de esperar. Fue hora del almuerzo y esto no cambiaba ni porque se acercara la graduación, había un horario establecido y se tenía que seguir. Ella llegó al local donde preparaban la comida (ya habían otros chicos allí antes que ella) así que tomó lugar en la fila para esperar su turno. Las mujeres que servían la comida, veían a los chicos con mucha atención, sabiendo que, en el caso de algunos, ese sería su último año como campistas. Otros más serían reasignados conforme a la necesidad, quizá, enviándolos lejos. Aquellas mujeres miraban con ojos tiernos y maternales, pero aún así, había algo en la mirada de ellas que daba mucho de que hablar.

A parte de su nostalgia, parecían buscar a alguien, fingían sonreír y aparentaban la naturalidad de siempre, pero algo era diferente. Conforme se fue acercando más a la cocina, notó que, esas tres mujeres llegaban a cuchichear de momentos, cubrían incluso sus labios para evitar cualquier indiscreción; las demás movían tan ligeramente la cabeza que bien podría decirse que simplemente era un tic nervioso. Le llegó el turno a Alexa, mientras servían su comida dentro dio una mirada rápida a la cafetería ¡Estaba echa un lío! Y eso nunca se había visto, la fila avanzaba lento por qué más de la mitad del personal estaba tratando de acomodar el lugar. Alexa levantó ligeramente la vista en busca de alguna pista de lo que pudo haber pasado, cerca de la puerta vio manchas de salsa embarradas, lo curioso de esto es que tenían la forma de un pie, un pequeño pie; y no una huella de animal, era la huella de un humano.

Mientras pensaba en quien podría haberse metido, la mujer le extendió la bandeja con una sonrisa nerviosa, preocupada de que sospecharan de ella, Alexa tomó la bandeja y caminó lentamente hasta encontrar un lugar vacío en una esquina de una mesa. Comía en silencio, sola, sola con sus muchos pensamientos. El que llegara cuando todo estaba por concluir le dio la oportunidad perfecta para pasar desapercibida, la mayoría de los chicos hablaba sobre lo que harían terminando el campamento, a donde los asignarían y, todos deseaban apuntar el correo electrónico de los demás para mantenerse en comunicación. Alexa sonrió pensando en lo curiosa que es la vida, un instante es único pero puede repetirse una situación parecida en la vida que hace que ese instante sea muy similar pero siempre habrá una línea que separe a cada instante y siga en el cajón de "momentos únicos".

He allí los pensamientos de está chica a la hora del almuerzo, su tarde bien pudiera haber seguido sin problema alguno y como había corrido siempre hasta que, de súbito, un chico llegó a sentarse enfrente de ella. Dejó caer la bandeja en la mesa haciendo a Alexa volver a la realidad del momento, ella se sobresaltó un poco pero bien supo disimularlo. Miró rápidamente al chico y volvió la vista a su comida al instante.

Nadie es quien dice ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora