1

23.7K 557 86
                                    

Aurora se fue a cuidar de su tía que padecía de cancer, con su mamá a un pequeño pueblo. Su tía Jane solo tenia a su hija Julieth quien era un año menor que Aurora. Al principio solo sería unos meses y esos meses se convirtieron en un año. A Jane le iba bien en las quimios, así que era tiempo de volver a casa. Aurora y su madre, Lena, partieron a su ciudad natal, donde las esperaban su hermano y su papá.

Al llegar a la casa, su papá y su hermano estaban en la sala caminando de un lado a otro, al notarlas corrieron hacia ellas, abrazándolas.

—¿Acaso esto que notó son centímetros de más? —su hermano espolvoreó su cabello.

—Como ha crecido, mi niña hermosa —su padre la acogió en un enorme abrazo.

—Seguro tu hermana quedó devastada —su padre tomó las maletas de su mamá y la acompañó al segundo piso.

—Me contarás todo, quiero saber que ha sido de la vida de mi pequeña hermana traviesa —su hermano Nickie tomó sus maletas e hizo lo mismo que su padre.

Aurora estaría cursando su último año de preparatoria, al igual que su hermano, que era su mellizo, los cuales son como uña y mugre. La separación fue un desastre doloroso para ambos. Su padre Jared quien era el rector de la escuela, hizo posible el traslado entre escuelas. Aurora llegó un sábado, mañana domingo, sería su último día de vacaciones, ya que iniciaba su último año en la nueva escuela.
Su uniforme estaba listo, desempacaron y tuvieron una cena muy movida. Aurora debía comprar muchas cosas ya que llevaba un año sin estar en casa.

—¿Lista, pequeña? —su mellizo se asomó a la puerta.

—Vine al mundo treinta minutos antes que tú, aquí el bebé eres tú —saliendo de la habitación pellizco su abdomen.

En el centro comercial tomó todo lo necesario, mientras Nick le tenia todas las bolsas, a Nicky nunca le gustaron las compras, solo lo hacía para recuperar el tiempo perdido con Aurora.

—¿Que piensas estudiar? —Aurora le quito algunas bolsas, ayudándolo mientras iban al auto.

—Aún no se, por ahora solo juego Voleibol —se encontró de hombros.

—Deberías, es el último año, enfócate en sacar buenas notas y no jugar más de lo debido a menos que...—lo miro y el volvió a encogerse de hombros.

—Me va bien, he ganado muchos torneos, soy bueno y me gusta. Esperaba tu aprobación y la de mamá.

—Deberías buscar universidades que den becas por ser deportistas y hablar con ella —asintió.

Aurora se mostraba tranquila, pero estaba nerviosa por su primer día mañana, no tenía amigos como Nicky. Aunque su meta era estudiar mucho y ser la mejor de su clase, haría amigos con el tiempo. Recordaba un amigo de hace años, pero no cree que se acuerde de ella.

—¿Nerviosa? —su madre le servio el desayuno.

—Un poco.

—Te sienta bien —llegó su hermano, sentándose a su lado —no te preocupes, te ayudaré a hacer amigos.

—No quiero que me ayudes, yo puedo sola.

—Lo se...

Al bajar del auto de su papá, Aurora alisó su camisa azul de cuadros y su chaqueta negra. Los estudiantes estaban por todos lados, de pronto se sintió pequeña y sin nadie, extraño a sus compañeras antiguas y a su prima.

—Vamos, te llevare a tu aula, papá me dijo —la animo y entraron al instituto.

Nicky era muy extrovertido a la hora de hacer amigos, ella no tanto.

—Si necesitas algo me avisas —la dejo en la entrada y se despidió —evita los problemas.

Entro al aula y ya habían estudiantes sentados. Se encaminó a una silla y se sentó. Se repitió en la mente que todo saldría bien, no debía causar problemas por sus problemas de ira heredados de su mamá. Perdía los estribos muy rápidos. Una bola de papel llegó a su cabeza, golpeándola. Se quedó congelada, empuñó sus manos y se giró. Vi un grupito de chicos riendo.

—Lo siento, chica nueva, fue mi culpa —un chico se acercó tomando la bola de papel, sonriendo apenado.

El no había sido, al regresarse a su grupo le devolvió la pelota a un chico rubio que le sonreía con la comisura levantada, le cabrio muchísimo, lo miro desde abajo hacia arriba, con odio y se giró. El profesor llegó y la algunos chicos salieron, no era su aula, pero ahí seguía su agresor. Este sería un año largo. El profesor de literatura asignó parejas para hacer un trabajo de cualquier libro que elijamos. En el momento que se dio cuenta de que su pareja sería aquel chico rubio, la sangre le hirvió. Se levantó y caminó hacia el escritorio del profesor.

—No puedo trabajar con el.

—¿Se puede saber por qué, señorita...?

—Ruiz. Aurora Ruiz. ¿Usted cree que es correcto que un agresor esté con su agredido? —no hablo alterada o asustada.

—¿La hija del rector? —medito solo para el, escaneándome —¿De que habla señorita Ruiz? Tuvo inconveniente con el joven Romanov? —Aurora asintió y el miro su lista y luego al chico.

Se escuchaban cuchicheos de los alumnos, pero no se giró. Sabía que estaban hablando de ella, que mala impresión estaría dando. El profesor la cambió de pareja, con otro chico y eso la hizo sentir con alguna clase de poder. Lo llamo opresor enfrente de la clase, seguramente no lo era o tal vez si, seguro iba tratando mal al que fuera, eso, eso es lo que más odiaba Aurora, quien quería ser abogada, no toleraba ese tipo de faltas. Sabía que el chico la miraba desde la otra esquina, pero ella no cedía.

—Mi nombre es Austin —un chico pelirrojo le sonrió.

—Un placer, Austin, soy Aurora —se le hacía parecido, Solo tal vez.

—¿Eres nueva, vives en la ciudad? —el chico le pregunto amablemente.

—Nueva en la escuela, soy de aquí. Solo que estuve un año fuera de la ciudad.

—Sonará loco pero, tuve una amiga hace años y me recuerda a ti, sería mas loco si fuera tu —se burló.

—Tal vez si soy —hizo una cara de asombro chistosa y el se rio —pruébame.

—Películas de acción o fantasía —tanteo.

—Prefiero los doramas asiáticos —el chico abrió los ojos. Ella sonrió.

—¿Que piensas de la música clásica? —apoyó su barbilla en su mano.

—Es arte, pero en muy poco lugares la aprecian cómo se merece —giro su lápiz en sus dedos.

—Dios mío hablas igual... Ultima pregunta. ¿Que fue lo último que le dije? —mordió su mejilla aguantando la risa.

Dios que vergüenza.

—Un pájaro acaba de cagarte —Aurora hablo bajito y Austin soltó una risa, el profesor lo mando a callar.

—Dios mío, ¡eres tú, cachorra! —la llamo por el apodo de hace años y sintió su cara arder.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora