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Fui por agua al bebedero.

—Hola Aurora —unas chicas me saludaron y les sonreí.

—¿Prácticas algún deporte? ¿Has pensado entrar al equipo de voleibol, cómo tu hermano Nick? —otra chica pregunto casi sin respirar.

—No soy buena en actividades físicas —terminé de llenar mi termo.

—Entiendo, si necesitas algo me avisas, puedo ayudarte con cualquiera cosa —se ofreció una sonriendo.

—Si quieres puedes venir a almorzar con nosotras
—.eh no, no lo creo.

—Amo tu pelo —la tercera hablo —¿son mechones naturales o es tinte?

—Gracias, es natural —vi algunos mechones afuera de mi coleta.

—¿Lo amas? Parece una rata o un hámster—Nick se acercó llenando su botella.

Las chicas aguantaron la risa.

—Cuida tu boca, pelo de yema —se rieron y Nick se puso serio.

Mojó su mano y me lanzó el agua. Abrí la boca y también la llave del agua y lo moje. Maldito. La chicas pegaron un gritico y salieron corriendo. Seguí mojándolo y el siguió mojándome, maldita sea, estaba empapada, mi cabello y mi ropa.

—¿Que creen que hacen? Será mejor que se detenga ahora —el profesor de gimnasia hablo enojado.

Nos detuvimos.

—A dirección, ahora mismo.

Me quería reír, jamás había hecho tal cosa, si no lo odiara, me estuviera riendo. Comencé a caminar.

—Es tu culpa, acaso te molesta que te humille con palabras y acudes a la fuerza bruta? —lo mire mal.

No dijo nada y llegamos a dirección, la secretaria nos tendió unas toallas para secarnos. Mientras esperábamos al rector en su oficina. Sentí como me jalaban en cabello.

—¿Cuál es tu problema? Suéltame —mire a Dicky —te vas a arrepentir.

—Quédate quieta, tienes algo en la cabeza...

Jale su cabello mojado y el abrió los ojos y jaló el mío. Lo jale con mi otra mano meneando su cabeza.

—Suéltame —me amenazo.

—Suéltame tu primero —le meneo más la cabeza y hace una mueca.

—¡Por Dios! ¿Que hacen? Parecen niños —el rector entró a zancadas horrorizado —suéltense ya.

Me jalo el cabello retirando sus mano y vi como algunos cabellos quedaban en su pulsera. Abrí la boca y empuje su cabeza hacia atrás, soltándola.

—Estás muerto —le susurré y levantó las cejas.

—Aurora que crees que haces, me sorprende esa clase de comportamiento. No lo digo como tú padre, lo digo como el rector —agache la cabeza apretando los labios. —Joven Romanov, ¿que sucedió?

—Las llaves del agua no son tan seguras, deberían revisarlas, expulsan mucha agua —lo mire.

Mintió sin descaro. Me miro, esperando apoyo. Mi cara de "si, verdad que si".

—¿Es cierto Aurora? —asentí —bien y que fue eso de agarrarse por los pelos, Jesús tienen diecisiete y dieciocho, compórtense como tal —.nos regaño.

—No volverá a pasar, señor Jared. Una disculpa —Dicky le aseguró.

Mi papá me miro negando y nos dejo ir.

—Estás empapada, escuché que te enviaron a rectoría, ¿que pasó? —Rebeca ya estaba vestida con el uniforme de nuevo.

—Fue culpa de Dicky, me mojo toda y casi me deja sin pelo —dije furiosa y abrí los ojos —eso se pudo mal interpretar. Es decir, con el agua del estante me empapo solo porque le dije pelo de yema y luego en la oficina del rector me jalo el pelo —tome una toalla y fui a las duchas.

—¿Lo llamaste pelo de Yema? —se rió.

—El dijo que mi pelo parecía al de una rata. Idiota.
Saldré con Austin hoy, pero mañana puedes venir a mi casa para la pijamada —le recordé.

—No debería ir ya a tu casa, tu hermano estará. Mejor ven a mi casa, puedo pedir permiso —tomo mi mano.

—¿Que te dijo Nickie?, ¿Te asusto? —negó.

—No, es que creo que no es correcto...

—No te preocupes, yo no te veo cómo las otras chicas. Se que no eres así.

Me duché y me fui a mi casa. Terminaría el caso y luego iría a mi primera cita parece increíble, pero durante la pelea de mechoneadas encontré un modo de resolver el problema.

—¿Lo terminaste? —Nick se acercó, viendo cómo recogía las cosas, asentí —quería preguntarte si, ¿Dicky te pidió perdón?

—Algo así, ¿por que, ya lo extrañas? —hice un puchero.

—Bien... estoy empezando a ver a alguien —me detuve ante su confesión.

—¿En serio? Cuéntame cómo es ella —me senté a su lado en la mesa.

—Es toda una fiera, no creo poder con tanto —se rió y yo espabilé varias veces —no se, me gusta, pero no quiero hacer las cosas oficiales tan pronto.

—Y no deberías, es mejor estar seguros. No la traigas aún a la casa si no estás seguro, mamá podría emocionarse y papá la asustaría —le susurré.

¿Sería Rebe?, no lo creeré hasta verlo. No me quiero emocionar.

—Tienes razón.

—Bien, me iré a alistar —Salí caminando rápido, necesitaba todo el tiempo del mundo.

Me puse un jean pegado a la cintura y los muslos y un poco ancho al final, con un crop top negro sin mangas y unos nikes. Cómo mi cabello era liso, largo y abundante hice ondas en el. Me maquille muy poco y aplique brillo, nada de sombras. Me veía bien y los vestidos no eran mi estilo, baje las escaleras. En unos veinte minutos tenía que irme.

—¡Nick! ¿Cómo me veo? —llegue a la sala.

Unos amigos de Nick estaban jugando en el televisor, junto con Dicky. Nadie dijo nada, solo me vieron y fue más incómodo.

—Así que eres la hermana de Nick —sonrió un chico y fruncí el ceño afirmando.

—Ni si te ocurra, Marlon —llegó Nick —¿a donde vas?

—¿Cómo me veo?, ¿Me veo bien?, ¿no luzco rara? —le pregunté, aunque sentía los ojos de sus amigos en mi.

—Te ves bien, muy bien diría yo —enchino los ojos —¿a donde vas, Aurora?

—A una cita —le sonreí.

—Quien será el afortunado, Jesús —un amigo hablo y comenzaron a cuchichear.

—Las llaves del auto —le pedí.

—¿No te viene a recoger? —se cruzó de brazos.

—Y hacerlo pasar por un interrogatorio, no gracias. No necesito que me recojan cuando yo sola puedo —me cruce de brazos.

—Como me gustan, Dios... —otro amigo hablo y Nicky volteo mirándolo mal.

Hice un amago de reírme.

—Deja de ser sobre protector y dame las llaves o le dire a mamá que tú y tus amigos se comen sus granolas —señalé el tarro y los amigos dejaron de comer.

—Te esperare, si llegas después de las diez iré a buscarte.

—Puedes dormir con el pelo de yema si te sientes solo —señale a Dicky, quien pasó su lengua por el interior de su mejilla.

Sus amigos se rieron.

—¿Oíste cómo lo llamo?, ¡pelo de yema! —soltaron la risa.

—Ey, pelo de yema, pásame el control —se siguieron burlando.

Lanzó las llaves y las atrapé, le sonreí y di media vuelta.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora