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Dicky

Aurora era justo como una niña pequeña, no se quedaba quieta y era una berrinchuda, en momentos así, me dan ganas de sentarla en mi regazo y azotar ese bonito culo hasta que se torne rojo carmesí, de solo pensarlo mi pene latía.

—¿Dicky, es en serio?, pensé que éramos amigos —Austin llamo mi atención, hablando decaído —o que alguna vez lo fuimos.

Si lo fuimos, hace mucho, pero eso no tiene nada que ver ahora. Ni el se creía ese teatro, amigo el ratón del queso y se lo come, de lo único que me arrepiento hasta ahora es que algún día lo consideré como un amigo.

—Estoy cansado de esta mierda, siempre eres el mejor y a quien todos prefieren —su tono fue explosivo —y si, Nicky tiene razón, yo quiero todo lo que tú tienes y lo voy a tomar, ni siquiera valoras lo que tienes, yo puedo ser mejor que tú.

Removí mi cabello, otra vez volviendo a lo mismo. Yo también recuerdo las palabras de Nicky perfectamente.

—Estás borracho, viejo —di la vuelta, evitándolo.

—Sabes que es así y te odio, porque por más que me esfuerce siempre te llevas el crédito y todo lo bueno, como haces ahora con ella —me detuve.

Suspire —Austin, si no cierras el pico lo haré por ti y no quiero dañarte la noche.

Su cara de desprecio era evidente. No dijo más nada y comencé a caminar. No debía decirlo, ambos sabíamos que el tenía razón y aunque esto se convirtió en venganza por lo que me hizo el primero cegado por la envidia, ahora le tocaba una cucharada de su propia medicina.

Vi como una ráfaga pasó a mi lado y se estrelló en la pared. Me detuve, girándome.

—Ahora te vengas, solo porque tú ex fue una perra y decidió seguirme el juego —se burla —no he terminado con Aurora, se va a arrastrar justo como la anterior y la anterior a ella.

Su carcajada sonó en todo el pasillo, agarrando su barriga de dolor. Me acerque a grandes zancadas tomándolo por el cuello de la camisa.

—No las llames perras, deberías lavar esa boca con jabón —le señale —veamos qué pasa, porque te aseguro que ella vendrá a mi y no a ti —palmee su hombro —ya que ambos sabemos que soy mejor que tú —le sonreí.

—Si solo Nicky se enterara, no te voltearía a ver más nunca en tu miserable vida, justo como nosotros hace unos años —amenazó.

—Corre a decirle, igual todos sabemos que eso eres, una perra chismosa —lo escaneo con la mirada asqueado.

—Juro quitar esa mirada de tu cara, solo espera y verás —se alejo de mi agarre —siempre me has mirado con asco, creyéndote mejor que todos.

—Pero Austin. Si soy mejor que tú —mordí mi labio sonriendo —cuidado, las malas lenguas dicen que la envidia mata.

Me alejé satisfecho.

El ni siquiera podía decir que yo iba a por Aurora, fue ella quien vino a mi, yo no tenía nada planeado de venganza. Pero ahora, ahora es totalmente diferente.
Por un largo tiempo no la vi, luego al salir al patio trasero hablaba con Michel y Valeria, se le veía aburrida, cada tanto ponía su cerveza en su pierna y la quitaba, luego frotaba la zona esparciendo el agua que dejaba, lamo mis labios. No quise acercarme cuando Marlon la tomo y la incluyo en el grupo, pero no podía quitarle los ojos de encima. Cómo se atrevía a coquetear sin descaro con Marlon y el le seguía el juego, me pregunto que tan ebria esta. Ella sabía que si Nicky la veía coqueteándole a un amigo de el, se iba a enfadar mucho.

Yo no era la excepción.

Yo sabía que cuando salieron juntos hacia la casa, no iban por un cargador. Me tome unos minutos, pensando si ir o no, no debería importarme, pero termine en la habitación, viendo cómo la tocaba y ella lo disfrutaba. Se movía con más agilidad con Marlon que conmigo, me dije, tal vez es el alcohol.

—¿Que te pasa, Dicky? Sal, ahora —Mi agarre en su brazo era más fuerte cada vez.

—¿Para que quieres que salga? Tú...—señale a mi amigo —sabes cómo reaccionará su hermano, tenemos una charla pendiente tú y yo. Sal.

Levantó las manos y salió sin más, evitó mi presencia y le sonrió a Aurora mordiéndose el labio. Todos son iguales, no pueden controlar ese pene y sus hormonas. Yo era igual, y era una excusa bastante mala, yo también entraba en ese rango de prohibición.

—¡Augh! Suéltame, me lastimas —trato de quitar mi mano, pero en su lugar tome la otra y la presione —no te quiero ver, ¡maldita sea! Déjame sola, de una puta vez.

Una sonrisa amarga se me escapó.

—¿Por que querías que saliera, ibas hacer más que besarlo, ah? Aurora —nos hice caminar hasta la cama y la lancé aún sosteniendo sus manos, por encima de su cabeza.

—Que te importa, chismoso. Búscate una vida —forcejeo mirándome con odio.

—Ahora andas practicando con cualquiera que tenga una polla colgando, que astuta te has vuelto —enrede mis piernas con las suyas y al acercar mi rostro al suyo, su perfume me llegó.

El deseo de arrastrar mi nariz por su cuello, aparece.

—Mientras no seas tú, cualquier está bien, incluso mujeres —lambió sus labios, burlándose.

Verla así de vulnerable, debajo de mi y siendo antipática, hace que mi polla se endurezca. Que rebelde es, esta mocosa.

Me acercó a su cuello rozándolo con mi nariz, oliéndola, luego llego a su oído, rozando mis labios.

—Que no se enteren que para besarlos, te imaginas mis labios —susurró.

Siento cómo se estremece y mi polla late una vez más. Me aparto sonriendo, sabiendo que si la toco, estaría mojada, que le encanta que le hable así, por más que forceje y se queje de mi.

—Por lo menos no ando pagándole a la gente para que alguien en específico se trague un cuento —su mirada es burlona y puedo oler el alcohol salir de sus labios —disque novios, búscate un mejor pasatiempo, yo estoy muy ocupada haciendo cosas que si valen la pena no como otros —Rodo sus ojos, burlándose de mi una vez más.

Quise soltar una carcajada, me contuve. Solté sus manos y tome su mandíbula, obligándola a mirarme. Ese era el propósito, aquellas chismositas debían contarle, tardaron demasiado.

—Dime Aurora, ¿que tanto puedes soltar con esa boquita?, sigo pensando y noto que nunca te quedas callada —,miro sus besables labios —yo podría mantenerla ocupada con otra cosa mas interesante de las babosadas que dices.

Veo cómo traga saliva, sabe a lo que me refiero. No miento, no me esperaba este escenario y aún así lo estoy disfrutando, me gusta cuando está callada e indefensa por mi, justo como en la sala del conserje. Pero cuando me desafía me prendo, jamás me había sucedido, siempre veía odiosas a aquellas mujeres groseras, pero ella, ella tenía algo que aún tratada de descubrir, es tan malcriada que quiero corregirla yo mismo e imagino cómo se vería de rodillas con mi pene en sus carnosos labios.

De solo pensarlo mi sonrisa se hace más grande, mientras que sus ojos se abren un poco y sus labios también.

Lo haré por ti Aurora, te seguiré ayudando. No puedo dejar ganar a Austin esta vez y tú pequeña, contigo las cosas desde el inicio han sido diferentes.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora