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Anoche luego de terminar, Dicky no me dejo ir. Yo tenía tanta vergüenza, pero en cambio me abrazo, con su cabeza en mi pecho, mientras nos quedamos dormidos.

Cuando desperté, entre al baño y me bañe. Aún era temprano, estaría antes de que Rebeca despertara, no quería tampoco que nos comenzaran a buscar y apareciéramos juntos.

Salí de la habitación y me puse el vestido de ayer, no encontré mi ropa interior, mierda. Esperaba que Dicky no estuviera despierto. Salí a la habitación y comencé a buscar mi panti. Dicky estaba acostado con la cabeza enterrada en las almohadas, su espalda ancha, daba una vista increíble.

¿Pero donde podrá estar? Ayer estas junto a la cama.

—¿Buscas esto? —.Dicky se incorporó en la cama mostrando mi ropa interior.

Abrí los ojos y fui a quitársela. Trate de alcanzarla, pero cerró el puño. Quede arrodillada en la de cama con una pierda entre las suyas, pero sin tocarnos.

—Imagino que si yo tengo tu ropa de interior, no llevas una justo ahora —su mano acaricio mi muslo, pero sin subir.

—Que inteligencia, deberían darte un premio —rodé los ojos.

—¿Sabes lo que me contuve anoche para no hacerte todo lo que quiero hacerte? —me miro de arriba abajo.

Quise chillar y no se por que. Sabía cómo revolver mi sistema.

—Las oportunidades se aprovechan, tal vez no haya una segunda —encojo mis hombros.

—¿Crees que te hoy a dejar salir, por esa puerta como si nada? —la señaló, pero no mire.

Atrapó mi pierna con las suyas apretándola. Trate de zafarme del agarre, pero su mano en mi trasero no me dejó.

—Una vez me pediste que te enseñara, déjame continuar haciéndolo —pidió.

Algo en mi se calentó y no se si fue, mi corazón, mi barriga o mi centro, lo averiguaremos.

Mientras lo miraba desde arriba, siguió acariciando el interior de mi muslo lentamente, podía sentir el fresco en mi interior, quiera apretar mis piernas, sentí sus dedos acariciarme, poniéndome húmeda desde cero, sus dedos frotaron calentándome y preparando mi entrada, para luego meter uno y luego otro.

Deje caer mi cabeza, no fue un sueño, lo de ayer se sintió algo así, solo que menos fuerte ahora, pero claramente igual de satisfactorio. Mis piernas no aguantaban, mis rodillas dolían de estar reteniendo mi peso en ellas, quise sentarme.

—No. No te sientes, aguanta —,impulso mi trasero —yo se que puedes.

Me apoye a sus hombros desnudos y cálidos. Mi cabeza busco soporte en la suya cerré los ojos, sentía su otro dedo acariciar mi clitoris. Apoye mi barbilla en su cabellera, sentía su aire en mi pecho, como repartía besos castos y húmedos en mi cuello y en mi pecho mientras seguía trabajando abajo. Se detuvo retirándolos. Mis gemidos y respiraciones desaparecen poco a poco.

—¿Me dejas probarte? No te arrepentirás —.paso su pulgar por mi labio y este cedió, abriendo mi boca.

—¿Probarme cómo? —no entendía, fruncí el ceño buscando el chiste.

Embozó una sonrisa mostrando cómo mordía la punta de su lengua.

—¿Quieres que sea directo? —asentí —un oral, quiero hacerte un oral, Aurora —dijo cómo si nada.

Casi se me cae la boca al suelo. ¿Que, qué? No puede ser posible, increíble. Dios mío, pellízcame si estoy teniendo otro de esos sueños húmedos de esos que te confunden hasta al existencia.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora