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Mamá y papá se fueron a organizarle una comida al grupo, de celebración. Me quede con Rebeca chismeando sobre todo un rato.

—¡Lo sabía! —le conté lo de anoche.

—Ahora que venga mi hermano nos vamos los tres, debes venir. Yo se que es una fiesta para ellos, pero no importa —la tome del brazo en camino a buscar a Nick —,todos te aman y mi mamá estará encantada, quizás también mi hermano —.bromeó.

Llegamos afuera del camerino y los felicitamos. Ya se estaban yendo para alistarse e ir a la casa.

—Nicky mueve el trasero, te están esperando —Marlon grito.

Aún no podía verlo a los ojos, por lo qué pasó aquella noche. Me sentía avergonzada y aunque le dije que era un error y el entendió que esta ebria al igual que el, acordamos dejarlo pasar.

Mi hermano salió junto con mi ahora novio, riendo, no lo puedo creer, acabo de decirlo en mi mente y aún así me siento roja. No pude evitar mi sonrisa. Se acercaron y cuando Dicky me vio, jamás pensé que haría lo que hizo.

Corrió hacia mi y me abrazo, levantándome del suelo haciéndome girar. Me agarre de sus hombros evitando ir al suelo.

—¿Viste como gane? —,me puso en el suelo.

—Lo vi, felicidades campeón —apreté su nariz y la arrugo.

—No soy un niño —se quejo.

—Si lo eres —le hice mofa.

—Mátame después, pero no lo puedo evitar ahora —mire a los lados que esta repleto de personas aún.

Tomó mi cara y me beso. El mundo se paró y las voces se desvanecen a nuestro al rededor. Haría lo que dijo, luego lo mataré. El beso fue corto y sutil, pero aún así, me revolvió el estómago.

—¿Por que lo hiciste aquí? —nos separamos, y susurré, solo para que el supiera.

—Porque no podía esperar a que todos supieran lo afortunado que soy de tenerte —dio otro beso casto.

Escuchamos abucheos y silbidos. Apreté los ojos. Miramos a los chicos que quedaban celebrando un bobo beso, pero los entendía, ellos vieron en ocasiones lo mal que nos tratábamos.

—Desde cuando, quiero detalles —gritó uno.

—Pido ser el padrino —.Óscar se adelantó pasándole una mano por el hombro a Dicky.

—Bien. Ya vayan a sus casa, mamá se enojara si llegan tarde —mi hermano los callo, pero como no lo vieron enojado seguieron molestando hasta la salida.

Cuando llegamos a la casa los tres, Nicky se fue a arreglar.

—¿Entonces no sientes nada?, no te creo —,Rebeca ubicó los platos del otro lado de la mesa.

—Baja la voz —me amenazo —no es eso, solo hemos hablado durante un tiempo e incluso me reclamo cuando estaba hablando con el otro chico.

—¡Se gustan! —susurré en grito.

—Tú sabes que no es tan sencillo, yo no sé lo pediré y el no es concreto así que creo que nos quedaremos como amigos —llegó a mi lado—.lo cual no está mal, pero tú entiendes, no?

Asentí —,hombres, maldita sea...

Comenzaron a llegar, parecía un jardín. Había bulla por todos lados.

—¿A donde tan guapo joven Romanov? —lo salude en voz baja.

Mamá y papá no sabía nada aún.

—A ver a mi hermosa novia —lo empujo sonriendo y me pica un ojo.

¡Ahhh!

—¡Los novios! —mire mal a Óscar.

—¿Novios? —mi papá reaccionó de una vez.

Mierda. Dicky y yo intercámbianos miradas.

—Jovencito —lo llamó con sus dedos.

—Tranquilo, no muerde a menos que lo provoques —palmeo la espalda de Dicky y me mira sorprendido.

Le dio una charla que no escuche, solo lo veía estar de acuerdo con el, lo hizo sentarse a su lado en la cena y no junto a mi. Dicky me lanzaba miradas de ayuda y yo hacía como si no lo viera.

Al terminar la cena se quedaron a hablar en cualquier lugar de la casa.

—¿Estas bien? —me acerque pasándole el recipiente con Doritos.

Comió, pensando. Mientras miraba a otro lado, lo seguí, era mi papá quien lo veía aún, me reí y Dicky me miro mal.

—¿Quieres que lo provóquemos? —le propuse acercándome.

—¡No!, ¿Estás loca, mujer? —puso el recipiente en la mesa.

—Bromeó, ¿que te dijo? —hice que me mirara a mi y no a papá.

Papá puede intimidar cuando quiere, es el rector de la escuela, ahora tendría los ojos encima de Dicky.

—Muchas cosas, pero en resumen. Si te hago llorar iré a la tumba —exageró.

—Más te vale tratarme como una princesa —acomode mi cabello.

Era todo tan exagerado. Sonrió entendiendo.

—No te preocupes, ya lo tengo ganado desde hace tiempo. Es como si me estuviera preparando desde pequeño para este momento, sin que lo supiera —acaricio mi mano desde donde no se veía, detrás del recipiente.

—Wow. No me digas —rodé los ojos.

—Malcriada, no me gires los ojos así, me haces querer que te ponga donde ya tú sabes —susurro.

Abrí los ojos y su toque pico.

—Pervertido, ¿papá sabrá ya de esta faceta tuya? —comencé a caminar hacia mi papá.

—Si le dices. Que pensara de la tuya, es algo escandalosa, linda —susurro alcanzándome.

Paso por mi lado y se sentó junto a sus amigos, mientras sonreía, esperando a que hiciera algo, que obviamente no iba a hacer.

Rebeca y mi hermano llevaban tiempo hablando en el cuarto de mi hermano, pero yo acá sabía que ellos no solo fueron a hablar y eso me ponía feliz.

Con el permiso de mi papá, fuimos al lago. Obviamente no dijimos que iríamos allá, si no más bien a caminar por ahí, no me dio una hora de llegada, me imagino que fue porque es Dicky y confía en que ambos llegaremos no tan tarde.

—¿Por que no me quieres decir lo que mi papá te dijo? —seguí insistiendo.

—La típica charla del padre cuando la hija lleva a un hombre a su casa. No me amenazo, no te hagas ideas locas—,parqueo el carro frente al lago.

—La típica. Quien sabe a cuantas casas te has ido a presentar —salí del auto y comencé a caminar.

Lo decía bromeando, obviamente. Igual no es como si me importara, eso fue pasado y ahí yo no puedo hacer nada.

—A ninguna, no seas dramática —llegó a mi lado y tomó mi mano.

—Ajá...

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora