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Al volver donde Oscar Dicky no estaba.

—¿Se fue? —Oscar comía una manzana acaramelada.

—Fue al baño, tu hermano me escribió para que fuéramos a los carritos chocones —con su dedo trataba de despegar el caramelo de su encía.

Se veía tan chistoso cuando se frustraba.

—Iré por un refresco espérame aquí, no te pierdas.

Quede sola de nuevo.

—¿Y Oscar? —Dicky apareció ahora.

—Fue por algo de tomar, el caramelo de la manzana lo puso de malas —me burlé.

—¿Terminaste de consolarlo? —soltó como si nada.

—¿Consolar, a quien? —no entendía al inicio, luego si, se refería a Austin —no lo consolé, deja de inventar cosas que no son.

—Si, claro —rodó los ojos h comenzó a caminar.

—No lo hice, peleamos. Le dije que se alejara —siguió caminando —ni siquiera se porque te explico las cosas.

Me detuve, ya arta de tanto drama.

—Porque te importa lo que yo piense —camino hacía mi.

—En serio, no me digas...

No le di importancia.

—Busquemos mejor a Oscar —esquive la conversación.

—Deja de evitarme ya, ¿no me ves? Estoy justo aquí —tomó mi mano, haciéndome verlo.

¿Por qué, porque ahora si estás aquí y no desde antes?, no hiciste lo que yo esperaba que hicieras al inicio y así terminamos.

Aún me decía a mi misma que no sabía que estaba haciendo con mi vida amorosa, pero aquí estamos, siguiendo la corriente y decidiendo abrirme.

—¿Me quieres? —Lo mire sonriendo, mientras retrocedía a paso lento —ven y trata de conseguirme.

Me perdí en el laberinto de espejos, agudice mi oído. Pensé que no entraría, pero lo vi reflejado en otro espejo, me moví lejos de él. Evitando que le avanzara.

Lo vi tropezar con un espejo y se me escapó una risa, me tape la boca.

—Mierda... —siguió buscando.

Un espejo me hizo reflejo antes, su cara de confusión era tan chistosa.

—¿Y si ya sales?, vamos no te haré nada que no quieras —mordió su labio.

Me tenté pero no salí. Para mi suerte encontré la salida, lo dejaría por un rato ahí, hasta que el solo pudiera salir. Eso hice, me quedé esperando a que saliera, se demoro algo, pero lo vi salir con cara de enojado.

—¿Te quedó grande? —me hizo gracia.

—A mi nada me queda grande, linda —trague saliva, asentí fingiendo que tenía razón, y el frunció el ceño.

—¡Casi que no te encuentro!, no me lo van a creer, me perdí —Oscar apareció con una bebida y sin la manzana.

—¿En serio? No fuiste el único —mire a Dicky burlona.

—¿Te perdiste de vuelta del baño? Increíble, ahora no me siento tan mal —los tres comenzamos a caminar a donde los demás chicos.

Yo sabía que si me dejaba atrapar no podría escapar. Porque aunque no quería aceptarlo, Dicky ya me tenia en sus garras, sin que yo tuviera que decírselo. No sabía que haría con esto que siento, porque se que muchas cosas no son posibles, no me siento aún preparada y aunque el me hace sentir de otra forma que con Austin, tengo miedo.

En realidad la pasamos bien o por lo menos yo, sin contra el encuentro con mi ex. Rebeca se la paso con mi hermano peleando, más bien contradiciéndose, pero era tan chistoso de ver. Era de una forma tierna. Mi hermano era perfecto para ella y viceversa, pero ellos aún no lo sabían.

—¿Quieres algo, la estás pasando bien? —Dicky se sentó a mi lado, chocando su brazo con el mío.

—Si, estoy bien. Gracias —pensé antes de hablar —¿porque de la nada comenzaste a tratarme así?

—¿Así como? —su ceño se frunció.

—Tan bien... ya no quieres pelear y te muestras afectivo y preocupado —señale, justo ahora —eso es psicología inversa y no voy a caer si eso crees.

No, es que yo ya había caído desde hace rato.

—No solo quiero demostrarte que lamento lo que hice, quiero demostrarte que así como ganare tu perdón te ganare a ti —hablo tan serio que me asusto —honestamente, sin trampas.

¿Debía creerle?, cómo se si dice la verdad. Yo tengo pinsantrofobia y se me es difícil todo esto.

—Ah, si?, ¿Soy un premio acaso? —me gire sonriendo coqueta, pero más que eso, me daba gracia.

—Eres más que eso y lo sabes —pellizco mi cachete.

Me queje, apretó el otro de paso y lo manoteo, corriéndome para atrás.

—¡Parecen novios, que bonito! —Oscar apareció y mi estado cambió.

¿Novios? Nah.

—Aún no, no te adelantes —Dicky paso una mano detrás de mi, apoyándola en el respaldo, rosando mi brazo con sus dedos.

La yema de sus dedos hacía cosquillas en mi, erizándome. Disfrute el roce de piel unos segundos y me levante de la silla. Su sonrisa era obvia, sabía que me había afectado y lo disfrutaba, eso no cambiaba.

—Ire a ganar un peluche, le avisas a Rebeca —le dije a Óscar y asintió.

Llegue a la máquina, me quede viéndola decidía cual era mejor, tal vez ni lo consiguiera. Están hechas para quitarte más plata de lo que vale el muñeco.

—¿Cuál quieres? —Dicky llego a mi lado.

—Creo que ese —señale al mono.

Me corrió con su cuerpo a un lado, tomando el mando.

—Yo puedo sola —lo empuje, pero no se movió.

—Se que si, déjame conseguirlo por ti —fue amable.

Sus palabras resonaban una y otra vez en mi cabeza. Mientras que el se veía muy calmado tratando de conseguirlo.

Ya iba tres veces que metía una moneda y solo lograba moverlo un poco, su cara de concentración lo era todo. El juego se estaba volviendo aburrido, pero el insistía.

—Déjalo así, es solo un peluche, ni siquiera tiene tanta importancia —le quite la importancia del inicio.

—Ya casi, maldita máquina engañosa —hablo por lo bajo.

Logró sacar el muñeco y ambos nos miramos sin creerlo, luego celebramos, nos emocionamos de más comenzamos a saltar juntos, me abrazo y yo a él, dando vueltas. Nos separamos sonriendo, luego se volvió incómodo carraspeó mi garganta mirando a otro lado.

Se agachó y sacó el premio.

—Ten —,me lo tendió.

—Gracias —le devolví la sonrisa.

—¿Por que un mono? —pregunto reparando al peluche.

—Se parece a alguien —lo mire y mire al peluche.

—Imposible, ¡estás diciendo que se parece a mi, eso! —,se quejó, señalándolo.

—No dije nada —me gire evitándolo, mientras sonreía.

—No pero lo insinuantes —me siguió —soy yo, ¿no es así? Espérame y contéstame.

No le hice caso, corrí hasta donde estaba los demás.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora