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Vergüenza.

Vergüenza era lo que sentía justo ahora, lo que hice ayer estando ebria fue una cosa muy extrovertida que mi yo introvertida no haría estando sobria.

Dios mío, deje a Rebeca sola, que me pasa, que clase de amiga.

Cómo era domingo no pasaba nada, así que mi dignidad me la tragué y aunque mi hermano se la paso molestándome a escondidas de nuestros padres lo pude soportar. Ya el lunes le conté todo a Rebeca y me disculpe por dejarla sola, pero ella ni siquiera me buscó, se conoció con un chico y ahora están hablando.

—Ambos se detestan, pero se mueren por estar juntos —su confesión me dejó paralizada —deberían darse una oportunidad así no sea para ser novios...

Porque más allá de cualquier cosa, tal vez tenía razón y yo aún no sabía. Pero el intentar algo con Dicky, ya iba más allá de lo que ambos acudiríamos.

—Deja de hacerte películas, Rebe —mire a mi alrededor, el comedor se estaba llenando.

Si las miradas se cruzan es porque algo buscan.
Heme aquí buscándote a ti.

Donde mis ojos se cruzaron con los tuyos como imanes ambos.

Quite mi vista, volviendo a mi plato.

—Cuentame todo de este nuevo chico —anime a Rebeca y se ruborizó.

—¿Las puedo molestar un segundo? —detuvimos nuestra charla, acompañada de risas para dirigirnos a el.

Rebeca asintió dando una mirada de "todo esta bien, yo estoy aquí" pero yo me sentía muy incómoda con su presencia, culpable por todo lo qué pasó, y muy avergonzada.

—¿Podemos hablar, Aurora? —dude mucho, pero asentí.

Nos levantamos y salimos del comedor. Al salir choque mi mirada con la de Dicky y luego se quedó viendo a Austin, como si supiera a qué iba todo esto.

—¿De que querías hablar? Austin —entramos al salón vacío.

—¿Nos sentamos? —le hice caso —se que nos fuimos alejando poco a poco, por la indiferencia que teníamos, pero en realidad no fue por nada grave y perdóname si te sorprendo al decirte esto —froto sus ojos —sabes que me gustas desde hace muchísimo tiempo y realmente la he estado pasando mal, pero lo he intentado... he intentado verme y ser mejor cada día por estar contigo...

Su repentina confesión me tiene desorbitada. No se que pensar y aunque se a que va el punto no es algo que tomar a la ligera.

—Lo que quiero decir es que creo que...te amo y no puedo estar separado de ti, me está pesando no tenerte —toma mis manos y su mirada es casi sincera.

Te amo.

Empezaron a llegar personas así que decidimos continuar la charla en las gradas. No podía dejar de pensar mientras caminaba sus palabras.

¿En serio me ama?, ¿Que significa amar en una pareja?, yo se lo que es amar en el sentido familiar, pero no como se demuestra el amor de parejas.

Sus palabras me conmueven, jamás habían dicho eso por mi, no creo que alguien me ame, no se si lo merezco o que debo dar para merecer aquellas palabras y afecto.

Te quiero, te aprecio y te amo, son muy diferentes.

Llegamos al inicio de la cancha y las gradas, nos detuvimos y mi corazón ahora latía mucho más rápido.

—Aurora, ¿Por favor, podemos volver?, ¿podemos darle una segunda oportunidad a lo nuestro? Prometo esforzarme mucho más —beso mis manos con delicadeza y mi corazón dio un salto —no te haré daño.

Fue tan gentil y dulce, le creí cada palabra, decidí confiar en el, tal vez debería darle una oportunidad, me esforzaré y se que el lo hará.

Una ráfaga pasó a mi lado y solté sus manos. Todo paso tan rápido. Un balón chocó con su cara. Me aleje sorprendida, mirando al culpable.

—¿Que te pasa, imbécil? —le grite a Dicky.

Se acercó a nosotros.

—¿Estás bien?, Dios mío, eso debió doler —acune la cara de Austin acariciando la zona.

—La próxima dolerá más —Nos dio un escaneo de burla —sóbale bien y aplícale pomadita a la niña.

Se agachó para tomar el balón y lo pateo antes de que lo agarre. Veo cómo desde abajo pasa su lengua por sus dientes, enojado. ¿Si?, Pues yo estoy más enojada, no se me olvida lo que dijo en la fiesta.

Vieja chismosa.

Le pegue en la cabeza una palmada.

—Si no dejas de actuar como un idiota, el próximo balonazo va por mi cuenta —llevo su mano a su cabeza, fulminandome con la mirada —sóbate que no hay pomada, mocoso.

Tome la mano de Austin y lo saque de ahí.

Noté cómo Austin se giraba y se burlaba de él, no hay nada de lo que burlarse, el recibió un a balonazo, pero yo le pegue a Dicky por el, tal vez sea eso. Mire mal a Austin y se detuvo.

—¿Tanto se odian? —Rebeca se apoyó a mi hombro —antes eran inseparables.

—¿Inseparables, cómo así? —mire a Austin, buscando repuestas.

—Éramos amigos, pero ya quedó en el pasado —rodó los ojos y yo fruncí el ceño.

Por que si fueron amigos ahora se tratan así, algo debió pasar, la curiosidad me esta molestando.

—A ti tampoco te agrada mucho, cierto? —busco mi aprobación —incluso te atreves a pegarle y a responderle siempre —se burlo.

Pero el sabía, por boca propia de Dicky que nos habíamos besado y... realmente no se cual es su objetivo con preguntarme.

Rebeca y yo intercambiamos miradas y la profesora entró salvándome. No vi a Dicky hasta media hora después, que entró con un amigo, aún llevando el uniforme, se excusaron con la profesora.

La otra semana sería la final de la competencia que tenían, era obvio que no les ponían problemas ya que representan a la escuela.

Así que aunque Austin y yo comenzamos a salir de nuevo y esta vez si era más obvio, no íbamos diciéndolo a los cuatro vientos, pero era muy obvio, aunque no nos besábamos en la escuela, lo demás era obvio. Con esto Dicky empezó a ser una mierda más de persona. Cada día era un puto problema con el.

Estábamos en gimnasia, mientras que las chicas coqueteaban con el profesor otros hacíamos los ejercicios, en pareja.

—¿En serio? Que chistoso debió ser —me reí por lo bajo de un chiste de Austin.

Debíamos hacer unos ejercicios que el profesor ponía, a veces eran tan difíciles, pero debíamos hacerlo. Vi claramente cómo Dicky le puso el pie a Austin y este se cayó, mientras corría. El impacto fue en seco y algunos se detuvieron a ver. Me acerque rápido a Austin.

—Levántate, no pasa nada —lo ayude a levantarse mientras escuchábamos cuchicheos y risitas.

Mierda. Si pasaba, que putas.

—Hasta la lluvia que viene del cielo acaba en mis pies —le dice a Austin con esa cara de burlón.

Mi rabia por el aumentaba cada día más. El desprecio era en carne viva, ya casi no lo veía en mi casa y me aliviaba. Austin se aproximó a el y lo detuve, negando. Ambos vimos al profesor.

—¿Ya te lo habían dicho? Que tus ojos café, combina con lo mierda que eres —escupo sin aguantarme la rabia.

Sus compañeros lo abuchearon y se rieron. Su mandíbula se apretó tanto que se notaba la presión de sus huesos.

Te haré la vida mierda como sigas jodiendo a mi alrededor.

—Bueno, Bueno. Dejen de chismosear y pónganse a terminar. Puntos menos para el que no termine a tiempo —el profesor aplaudió y todos volvimos a los ejercicios.

No dejamos de vernos con odio a cada segundo. Yo se que la próxima será peor y no me voy a dejar.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora