25

8.3K 311 8
                                    

—Es que mira su carita, ¡la puerta no le quito el diente pero su hermana si! —mamá le mostraba por quinta vez el video a Rebeca.

—Mamá deja de avergonzarme ya —mi hermano estaba ruborizado.

Solo me quedaba reírme, mamá no iba a parar y Rebeca estaba muriéndose de risa también por cada anécdota de nosotros dos creciendo.

Trato de ignorar a Dicky que llegó hace poco, ni siquiera le he dirigido la mirada, para mi es como si no existiera.

—¿Por que los nombró así? ¿Algún motivo en especial? —Rebeca le seguía la conversación a mamá, que dijo que hace una hora debía irse y aquí está aún.

—Su abuela, mi mamá, le puso el nombre a Aurora y Nicky fue elección de su papá y mía. ahora si, debería irme, se me hace tarde.

—Mamá, desde hace una hora ya vas tarde, es que te gusta el chisme —la regañe y se rio, sabia que era así.

—Nos vemos en la noche, me guardan galletas —asentimos y salió.

—Bien, empezamos? —Rebeca se levanto emocionada.

Vino a mi casa para enseñarme a hacer galletas y postres, siempre he querido aprender pero soy muy floja. Nos pusimos los delantales y estábamos ambas en la cocina, mientras que mi hermano y su amigo estaban en su habitación jugando, no se que.

—¿Le preguntaste a tu hermano? —negué, lo haría más tarde.

—Sácalas apenas el reloj avise, no las dejes quemar. Mi mamá me está llamando —asentí y salió.

Respondí los mensajes de Austin, no pudo venir hoy, porque debía ayudar a su mamá, pero prometí llevarle las galletas, aparte de todo nos estamos llevando muy bien, nos esforzamos, cada fin salimos en plan cita.

—¿Tan enamorada te tiene?, pareces boba sonriéndole al teléfono —su irritante voz apareció.

—¿Aún estás en mi casa, por qué no te largas de una vez?, metiche —ni siquiera lo mire, seguí hablando por teléfono.

Pitó el temporizador y guarde mi teléfono. Me puse los guantes y saqué las galletas. Sonreí, lucían muy bien para ser la primera vez, claro esta que Rebeca me ayudo, pero estaba orgullosa.

Me quite los guantes y tome una soplándola, luego la probé y sabía a gloria, justo como salida de una pastelería. Di salticos en el puesto, gimiendo de felicidad.

—¿Tan buenas te quedaron? —me quede quieta cuando sentí su respiración en mi cuello, por la parte de atrás.

Vi su cara de reojo, tomó un mordisco de la galleta de mi mano, rozando sus labios con la yema de mis dedos, sentí su humedad y me aparte de golpe, alejándome de él.

Lo vi saboreando, sonriendo.

—Mal no está...

—Vete si vas a estar molestando —torcí los ojos.

—¿Aurora? Seguro tus padres creyeron que al nacer tenías una aura de niña buena, pero mira nada más que tenemos aquí —.se burlo.

No entendí su comentario por completo.

—¿Dicky?, ¿Y te llaman tus amigos, Dick? Que hazme reír eres —le pique un ojo y la risa de mi hermano se escucho tan fuerte que me asusto.

—Esa fue buena, lo reconozco —se agarró la barriga agachándose, le sonreí.

La cara de Dicky era de molestia, pero no dijo nada. No lo haría mientras esté mi hermano de por medio. A los minutos se fueron Rebeca y luego Dicky.

—Te quedaron buenas, ¿le puedo llevar a los chicos?

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora