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Nicky y Rebeca

-Rebeca-

No es como si toda mi vida tuve un Crush con Nicky, sucedió a finales del ante penúltimo año de clase. A finales de décimo, unas cuantas veces cruzábamos miradas pero nada más. Al momento de convertirme en amiga de Aurora y comenzar a ir a su casa me noto, yo al inicio ni siquiera sentía nada, pero el comenzó a llenar aquellos espacios, a aparecerse en cualquier lugar, me sonreía, me saludaba, me hablaba lindo y siempre me regalaba cualquier cosa.

No lo veía mal. También sabía que el estaba rodeado de niñas hermosas y no es como que alguna vez el haya tenido novia, creo, la verdad no se. Una vez que comenzamos a tener pequeños espacios solos, delante de todos, cuando una niña era linda con el y el también, me ponía un poco celosa, pero no lo deje relucir, la única que lo notaba era Aurora.

En el momento que acepte ir al viaje, quería conocerlo más, tal vez hacía algo que no me gustaba y tendría una excusa para dejarlo, porque no creo estar en la etapa de mi vida donde merezca una pareja.

—La luna está hermosa —miro la luna y yo a él.

No me lo podía creer.

—¿Cómo puedes decir eso, así sin más? —,era algo más allá de unas palabras.

—¿A que te refieres?

—¿No sabes lo que significa decir aquello? —no hizo nada, así que supuse que no —si dices eso, frente a una chica, le dices indirectamente que la amas, te gustas o la quieres, depende...

Se quedó pensando.

—¿Y cuál sería tu respuesta? —sus ojos me atraparon.

Sentí sudar mis manos y palpitar más rápido mi corazón.

—Siempre lo fue —me alejo, rechazándolo.

Camino por la playa despacio, el no entendería, ni siquiera sabía lo que significaba y no es como que importe ahora.

—Me gustas —.su repentina confesión me paralizo —,me gustas tanto como me gusta jugar, antes solo pensaba en mis juegos y nada más, pero ahora tú ocupas más mi mente que aquello.

No me gire, así que el se puso al frente.

—Nicky...

—No te estoy presionando —se acercó un poco —,pero se que sientes algo, aquellas miradas no mienten, ni las sonrisas. Se que debes sentir algo por mi y anhelo que sea así.

Lamí los labios, proceso sus palabras, no pelee porque el tenía razón.

—Aunque ese fuera el caso, no estoy lista para una relación —confesé.

—No la estoy pidiendo ya, te pido que me dejes conocerte y que me puedes conocer —.su idea me sonó y asentí, no me quedo de otra.

Así que no hablamos más de eso, sabíamos que sería incómodo si seguíamos insistiendo, decidimos llevarnos bien durante el viaje. Fue todo un caballero, me llevó a la habitación, intercámbianos números, porque aunque habíamos compartido ya antes, jamás ninguno se atrevió a pedirlo, esa noche me sentí mal. El que mi mamá nos haya dejado a mi y a mi papá y luego mi papá me dejo a mi con mi abuela, era muy difícil.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora