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Estábamos en su habitación y no precisamente hablando.

Estaba sentada encima de él, y el sentado en la cama, mientras nos besábamos, el roce de lenguas aumentaba la temperatura. Apretó mi pecho con su mano y me moví encima.

—No quiero irrespetar la casa de tu mamá —me separe.

—Está bien, no tenemos que hacerlo —,peino mi cabello —.no soy tan hormonal.

Mire a otro lado.

—Pero yo si —Que pena decir eso, pero era la verdad.

—¿Quien te escribe tanto? —habló con tono molesto, tome mi teléfono y lo silencie.

Desde hace rato sonaba, pero me lo quito, se quedo viendo la foto de fondo de pantalla unos minutos y lo desbloqueo con mi cara. No hice nada, porque no tenía nada que ocultar.

—¿Y ese pendejo quien es? —entró al chat.

—Un amigo del trabajo —me apoye en su hombro.

Viendo cómo leía la conversación, estaba a la defensiva y me divertía verlo así.

—Amigo mis huevos —seguido leyendo la conversación, me reí —, ¿por que te invito a salir?

Leí esa parte.

—Solo fuimos a hablar después del trabajo —quite mi cabeza —fuimos por postre.

Enchino los ojos.

—¿Y quién te dio permiso? —apago el teléfono, literalmente, hasta que salió la manzana, poniéndolo en la cama.

—¿Tenía que pedirte permiso? —puse mis manos en sus hombros, acomodando su cabello dulcemente.

—Obvio, si es para salir con un hombre, si —sonreí.

Sus palabras celosas me hacían sentir solo de él. Aunque fuera posesivo, me gustaba más de lo que me gustaría admitir. Repartí besos por toda su cara.

—Ay, de ti donde te vea en la calle o me entere de que andas viéndote con hombres en salidas raras —tomo mi cara, para que no evitara sus ojos —me voy a enojar.

—¿Y que harás?

—No quieres averiguarlo —dejo besos en mis labios —,¿no sabes cuantos andan detrás de ti? Así tengas novio a ellos no les importa —acaricio mi espalda baja y mi muslo con su otra mano —pero a mi si y yo cuido lo que es mío.

"Y yo cuido lo que es mío"

De donde saca tanta creatividad para ingeniárselas y hablar así, me pregunto.

—¿Ya le dijiste a tu mamá que soy el amor de tu vida? —bromeó.

—¿Por que lo diría, acaso hay necesidad? —mi rostro se entristeció —es algo tan obvio, jamás he amado a alguien tanto como lo hago contigo.

Mi corazón dio un salto, le creía. No pensaría que solo lo dice para meterse entre mis piernas, lo ha demostrado y aunque es mi primera relación, lo haré con todo lo que puedo darle de mi, sin perderme en el proceso.

Porque es mejor quedarse con la anécdota que con más ganas. Tome su rostro.

—Eres totalmente una red flag —apreté su rostro.

—Entonces vete —sonrió.

—No —maldito.

El sabía que no quería. Luego de uno segundos ladeó la cabeza y apoyó sus manos en la cama, observándome desde abajo.

—Las red flags no existen cuando el chico es fan the weekend y la chica fan de Chase Atlantic —una sonrisa pendeja salió de mi.

Era obvio que si existían, pero más que todo es un decir, me refiero a que es como una relación perfecta, porque los gustos musicales; si importan.

Quedamos en salir al cine en grupo, aunque muchos llevaron a sus novias, aunque Rebeca no fue, ya que ella y mi hermano no han avanzado mucho que digamos. Desde el momento en que llegó Larisa, la prima de Óscar, fue un terrible martirio, trate de mostrarme estable, no mostré celos ni dije nada, pero se la paso encima de Dicky, Dios mío, agarrame para no jalarla de esas mechas.

Parecía que yo fuera la moza, aunque teníamos las manos entrelazadas viendo la película, no dejaba de hablar con ella, me ponía de malas, se supone que yo soy su novia pero ella parece su novia, quite mi mano.

Su mirada de reojo la sentí, pero no gire, comí palomitas y seguí viéndola, incluso me recosté hacia el otro lado contrario. Hasta que termino la película, no le dirigí la palabra, porque el tampoco lo hizo.

Mientras lavaba mis manos en el baño, Larisa se me acercó.

—¿Quería preguntarte si podías darme el número de Dicky? —la chica tomó mis manos con cara de perro.

Cómo decirle que no si estaba tan decidida, pero no sabía cómo decirle que era su novia. Nadie había dicho que éramos novios, porque todos en el grupo ya lo sabían.

—No creo que sea apropiado que de su número sin su permiso —fue lo único que se me ocurrió —deberías preguntarle a él.

Asintió mientras sonreía. Salí del baño, cuando ya iba llegando a donde estaban todos, mierda, mi pulsera se quedó en el lavando, me devolví.

—No puedo, tengo novia —la voz de Dicky llego a mi campo.

Estaban cerca del baño, pase como si no los viera, entre y tome mi pulsera.

—¿Puedo saber quien es? Estamos en la misma escuela —podía jurar que estaba poniendo esos ojos de bambi para obtener lo que fuera.

—Ya la conoces, es Aurora —su tono sonó neutro.

Sentí alivio porque a pesar de que es algo que el debe hacer, no tocamos el tema, igual íbamos en grupo a nuestras casas, ni siquiera me despedí bien, solo dije chao en plural, sentí su mirada pesada.

No pasó mucho cuando llegaron mensajes:

¿Que es lo que tienes?, ¿Y por qué no besaste, acaso no soy tu novio?

Lo eres. –conteste enseguida.

La próxima no te vas así. Aunque me aseguraré de que no haya una próxima. —una punzada llegó a mi estómago.

Le creía.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora