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El salón se llenó, Rebeca llegó y no podía decirle nada obviamente, mis mejillas estaban teñidas y cada que me movía podía sentir aún mis jugos y el que fuera tan suave me excitaba más. Dicky se quedó sentado detrás de mi.

—¿Y tú qué haces aquí? Tú puesto es allá con tus amigos —Rebeca le dijo.

—Jamás he comprado un puesto para decir que es mío, incluso me puedo sentar en el tuyo mañana —se inclinó y lo sentí rozar mi cabello —Aurora también es mi amiga, no es cierto?

—Ja! Disque amiga, escúchalo —Rebeca se rio y Austin entro.

—Pregúntale, nos llevamos muy bien, a qué si Aurora? —me gire para mirarlo mal.

—¿Que pretendes?, ve a sentarte allá —hice señas con mis ojos, mientras le susurraba.

—¿Por que, te molesto? —se acercó mucho y me aleje. Habían personas.

Fue en vano decirle que se fuera, Austin desde donde estaba hablando con sus amigos no dejaba de mirar en forma juzgadora, pero al llegar saludo, normal.

—¿Llegaste temprano? —asentí.

—Muy temprano, papá tenía una reunión y no quería venir en bus, siempre se demoran mucho —me excuse.

—Yo también llegue temprano, nos hicimos compañía —Dicky se auto invitó a hablar.

Lo mire mal. Que imbécil es siempre, eso no se lo quita nadie.

Dicky seguía molestándome, como un niño. Jugaba con mi cabello y con su dedo o con su lapicero empezaba a simular que estaba trazando líneas dibujando. Me erizaba la piel, al inicio lo mire mal, pero se encogió de hombros y siguió.

Pellizco mi espalda y di un pequeño salto. Pase mi mano para sobar mi zona. Tomó mi mano y me paralice, luego me relaje cuando sentí su esfero dibujar en mi antebrazo.

Su tacto de piel con piel me hacía sentir un hormigueo, cuando terminó soltó mi brazo. La circulación flujo. Mire descifrando lo que hizo. Su nombre estaba escrito con corazones alrededor. Habían pequeños dibujos como una muñeca, una cara de cachorro y un paraguas. Estaba tan bien hecho que me sorprendió, incluso su letra era limpia y fina. Sonreí, pero escondí la sonrisa.

Trate de quitarlo, pero no funciono, así que no ignore.

Salimos al almuerzo y pude ir al baño, era tan incomodo todo, pero sabía cual era su motivo, cada que Austin se giraba y me hablaba, no podía evitar el sentirme mal y incómoda, mi mente toda la clase solo repetía el hecho una y otra vez.

—¿Que es eso? Dios mío trata de ser más disimulada, Austin empezará a sospechar —Rebeca señaló mi brazo.

Pero si ya Austin sospecha desde hace tiempo.

—No fui yo, el mismo Dicky lo dibujo —No se veía mal pero el que dijera su nombre rodeado de corazones era algo más.

Austin se mostró inconforme con su presencia tan cerca de nosotros, no lo dijo pero si era obvio.

—¿Es cierto Aurora, lo que dicen de ti? —se acercó Oscar.

—Hola Oscar, no se de que hablas —mire a Rebeca.

—Que eres novia de Austin y lo engañas con Dicky —susurró —,no es cierto, verdad?

—¿Qué? —Rebeca y yo sonamos en unísono.

—¿Quién te dijo eso? —mi sangre hirvió.

Ahora si mataría a Dicky, por andar de boca suelta. No podía comer callado, maldito. Yo sabía que el se traía algo entre manos.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora