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Ignore lo que acaba de pasar, me limpie la camisa pasando mis manos por ella.

—Nicky, te presento a Rebeca—me agache para tomar el cojín y le quite el suyo.

—Un placer —Nick le ofreció la mano y ella no la tomo. Vi cómo mordía su labio.

Mierda Rebeca. Que mujer más interesante eres.

Solté una risita.

—Okay, nosotras volveremos a estudiar —la empuje de vuelta a la mesa.

—Aurora, eso fue muy raro o solo fui yo —,se tocaba los cachetes —debo estar roja.

—Si fue un poco raro. Solo un poco roja, pareces un Mochi —me burle.

—¿Un Mochi, eso que es? —aplastó sus mejillas y se vio tan tierna.

—Es solo un hombre, vivieras aquí y dejaría de gustarte, te lo aseguro —me susurre.

—Creo que necesito agua. Estoy hirviendo.

Me reí y me levanté por agua. Serví el vaso y me di vuelta, otra vez apareció Dicky.

—¿No tienes casa? —estaba recostado al marco de la mesa.

—Tal vez, ¿dirás que soy un ex convicto o un callejero? —se burló.

—¿Por qué diría algo así? —fruncí el ceño.

—Te encanta dejar mal a las personas, no? —se acercó y puse el vaso en la mesa.

—Solo cuando se lo merecen —cruzó mis brazos —como a ti, sabes ya no soy la misma niña idiota que se dejaba humillar.

—Es cierto, no eres la misma niña —se acercó un poco más, mirándome desde mis piernas, subiendo por mi pecho, hasta mi cara.

Me sentí expuesta, pude sentir sus manos en mi estómago como hace un rato y mi barriga sintió una punzada.

—Si no te alejas, quedarás estéril —lo amenazo.

Se aparto y tome el vaso saliendo de la cocina. Si Rebeca estaba incomoda antes. Ahora si estaba roja como un tomate, Nick estaba a su lado explicándole un problema de matemáticas.

—¿Que haces? La vas a espantar —Nick y Rebeca me miraron —deja de tratar de coquetear con mis compañeras y ve a buscar a tu amigo.

Subieron a la habitación de Nick y no los vi más. Rebeca se fue, luego de llegar papá y mamá. Que la conocieron. Me fui a mi cuarto y me acosté para el día de mañana.

La semana pasó tranquila. No volví a ver a Dicky, hasta el viernes, que era el cumpleaños de papá y Nick lo invitó. Lo regañe. No tenía por qué invitar a alguien que no era de la familia a un evento tan intimo. Pero papá termino metiéndose, diciendo que no le importaba y que le caía bien. Así que invite a Rebeca. No sería la amargada solitaria.

—Cariño, puedes ayudarme a sacar los utensilios? —tome la canasta.

—¿Que haces? —.Dicky trato de quitármelo pero lo agarré fuerte.

—Te ayudo —lo jalo.

—No necesito tu ayuda, yo puedo sola —lo jale.

—Deja de ser terca y deja que lo haga —forcejeo y yo forceje —bien —la soltó y cayeron al suelo.

—Genial —me agache y comencé a recogerlo, pero el también lo hizo —déjalo, yo puedo.

—Yo se que puedes. Deja de repetirlo. No estoy sordo —Lo mire asombrada.

Idiota.

Luego de comer el asado. Los adultos se quedaron bebiendo. Con Rebeca me puse a ver doramas, en la sala.

—¿También te gustan los K-dramas? —mi hermano se sentó a su lado y Rebeca se enderezó, asintiendo.

Nos quedamos un rato ahí, hasta que llego Dicky y mi mellizo propuso jugar video juegos.

Nick y yo hicimos equipo. Rebeca no era buena jugando, pero Nick y yo si, así que aunque Dicky fuera bueno les ganamos en todas.

—¡Eso! —choque los cinco con Nicky.

—Los mellizos siempre ganamos —Nicky me abrazo y no dije que no. Éramos muy competitivos, en casi todo.

Disfrute viendo perder a Dicky, a Rebeca no, Dios ella era un oso de peluche, toda tierna, acatando las órdenes de Dicky.

—No va a funcionar, les ganaremos siempre, haré equipo con Rebeca —empuje a Nicky y palme el sillón invitando a Rebeca.

Le susurré al oído algunas estrategias y le mostré cómo usar bien el control. Entendió y comenzamos a jugar.

—Dos de tres —Me dijo Nicky.

Ellos ganaron la primera y nosotras la segunda. Pero terminamos ganando. Celebramos juntas.

—Ven aquí pequeño —llame a Nick pero no se movió.

—¿Tienes que hacer esto? Hay personas —miro a Rebeca y a Dicky.

—Con más razón lo haré —aparto su pelo, cerró los ojos, llorón.

Con mi dedo corazón le pegue y se echo hacia atrás como reflejo. Sonreí.

—Deberías de pegarle a Dicky, el también perdió —lo acusó, sobándose la frente.

Dicky abrió los ojos mirándolo. Pobre, lo metieron en un charcon. Si disfrute como perdía, disfrutaré más pegarle.

—Tienes razón —me levanté y me puse al frente.

Subí mi mano y la detuvo, su agarre hizo quemar mi piel, estaba tan caliente que ardió. Sus largos dedos enrollaron mi muñeca.

—¿Que crees qué haces? —hablo bajito.

—Los perdedores deben recibir su castigo y tú eres un perdedor —le sonreí, aunque me miraba serio —¿cual es el miedo, perdedor?

Soltó mi mano y aparto su pelo. Sonreí. Y le pegue lo más duro que sabía, incluso más fuerte que a Nicky, que mi dedo dolió.

Uff, sonó lindo.

Acuñó su frente, mirándome mal y yo no podía evitar sonreír mostrando mis dientes. Luego de un rato todos se fueron, ya que era tarde.

—Mañana jugare en un campeonato, ¿quieres ir a verme ganar? —Nicky se acostó en mi cama.

—¿Debo ir? Siento que me dormiré —eche la cabeza a un lado y saque la lengua, se rió —más te vale ganar, tu hermana te irá a ver.

Me jalo a la cama y me abrazo.

—No sabes lo mucho que te extrañe, Sis —acaricio mi cabello.

—Yo también te extrañe, pequeño —me senté en la cama —¿sabes el amigo que era mi crush de la infancia? —se sentó, atento —está en mi clase.

—¿Y?, ¿aún te gusta? —jugó con mi cabello.

—Realmente no se que es que te guste alguien, pero me atrae. Igual nunca he tenido novio —hice un puchero.

—Lo sabrás con el tiempo. No apresures nada y si te lastima, es hombre muerto —enchino los ojos.

Le empujó el brazo.

—Nada de violencia, sabes que no me gusta.

—Bien, estoy ansioso por ese partido de mañana, debería ir a dormir —se levanto de la cama —Hasta mañana, linda.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora