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—¿Como y donde lo marcarías? —.lo mire desde abajo.

—Pruébame y lo averiguarás —su mano fue a mi nunca.

—¿Sabes que lo celoso te queda a la perfección? —,lo tenté.

—Todo me queda a la perfección —, jugo con la tira de mi vestido dejándola caer —como tú, que eres talla perfecta para mi.

Sus labios atacaron los míos, como si llevara toda una vida sin ellos, desesperadamente. Sus manos me estamparon contra la pared del pasillo de la entrada. Amasando en todos lado, tomó mis muslos y me cargo como si fuera una pluma. Fui firme a sus hombros encontrando estabilidad que no tenía. Me deposito en la cama cayendo encima de mi, gemí.

Comenzó a depositar besos cálidos por todo mi cuello, mientras bajaba, dejando marcas húmedas en el, lleve mi cabeza hacia atrás, mis manos se fueron a su cuero cabelludo, cuando subió, rodó el panti a un lado, metiendo su mano en mi interior, no hacía falta mucho para que el me calentara, siempre fue así.

—Pero mira nada mas —.abrió mis pliegues acariciando.

Evite mirarlo, yo sabía que tenía esa mirada de burla que siempre porta. Uno de sus dedos se perdió dentro de mi y reprimí un gemido. Pero se detuvo, abrí mis ojos, buscando los suyos.

—Mierda Aurora —.se separó levantándose.

—¿Que sucede? —,me incorpore asustada.

—Eres virgen aún —afirmó.

Ah, si eso. Maldita sea, el sabía que no podía mentirle, yo ni siquiera sabía besar si no fuera sido por el.

—Lo se, pero...

—No quiero que pienses que solo te quiero para algo casual, se que nos llevamos conociendo hace unos meses —se giró para verme —,pero quiero estar contigo por mucho tiempo, en serio —tomó mis manos —no tengamos sexo hoy, acostemosnos y hablemos toda la noche. Te ayudaré a prepararte, no te quitaré un orgasmo.

Sus palabras calmantes eran dulces, pero mis hormonas pensaban y hablaban por mi antes, maldita pubertad.

—Si no metes tu pequeño pene en mi, vamos a tener serios problemas —,lo amenace, apretando mis piernas.

El lo notó y sonrió, picaro.

—Pero que agresiva, señorita —se acercó —con esa boca besas a tu padre —la limpio con su pulgar.

—No me importa, ¿te importa que sea virgen? No hay diferencia entre hoy o mañana, no me haré más o menos virgen —le recordé haciendolo cambiar de opinión —además el ser virgen es un concepto muy ambiguo, se puede decir que...

Beso mis labios callandome, subiendo la temperatura más cada vez, mi zona palpitaba dolorosamente. Enrollé mis piernas en su pelvis atrayendo a mi, para sentirlo.

—Si lo vamos hacer debe haber comunicación —se separó de mi —,si te gusta o te duele, en caso de si te duele mucho no vamos a seguir así que no me mientas —me amenazo.

Aparto mi cabello de mi cara. Y asentí a sus peticiones. Aunque me estaba dando miedo. ¿Tanto dolería?

—Quien sabe a cuantas has desvirgado —mordió mi hombro algo fuerte, pero no dijo nada.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora