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—¿Y a ti que bicho te pico? —Rebeca notaba mi cambio de humor y mi incomodidad.

Las cosas no cambiaron mucho en la escuela, no es como que ahora ambos empezáramos a salir o a declararnos como en las películas, era complicado. Yo no quería una relación ahora, lo qué pasó me dejó un poco traumanda por así decirlo, aún estoy tratando de superarlo.

Y a Dicky no le molesta que las chicas estén casi encima de él, si que a veces cruzamos miradas y me sonríe, pero no pasa nada más.

Así que, lo dejé pasar, seguí con mi rutina, la escuela y el trabajo, los fines de semana me dedicaba a estudiar tanto temas de la escuela como de mi carrera, descansaba y era bagá o trataba de estar con mi familia que siento que aún no me perdonan por estar en tremendo escándalo.

Yo se que imagen tiene de mi, alguien respetuosa y correcta y aunque es cierto yo también tengo cosas malas, soy humana, igual que ellos y se que las embarre feo, pero espero que me perdonen.

Nicky no trajo más a Dicky y el tampoco se apareció en la casa después, aún así se veían en la escuela y se hablaban como si nada. Yo sabía que mi hermano quería que estuviera fuera de mi vista y lo entendía, se lo agradecida, que me diera espacio para pensar sin sentirme presionada. Tal vez por eso Dicky no se acercaba, aunque varias veces vi su intención de hacerlo. Le conté todo a Rebeca, quien ya tampoco le habla a Austin, se la pasa maldiciéndolo.

—Iremos a la feria, cierto? Es esta semana —Me pasó el folletón emocionada.

—Claro, por que no?

Ya en dos semanas saldríamos a las vacaciones de mitad de año, sería un tremendo descanso para mi, Dios mío, estaba contando cada día para que llegaran ya.

Le pase la cebolla a Rebeca, a mi no me gusta y a ella si, como si fuera un postre las comía.

—¿Y este random? —levante mi vista de mi teléfono.

Dicky se sentó en la mesa con nosotras. Mire al rededor, algunas personas veían, curiosas. Ya no habían mas rumores ni molestias, ¿por qué el no se puede quedar quieto? Después de tanto tiempo de estar sin encontrarnos o dirigirnos la palabra, aquí estaba, en frente de todos sentándose conmigo.

—No hay problema si me siento con ustedes, no? —se acomodó en su puesto.

Rebeca y yo intercambiamos miradas.

—¿Tus secuaces no te seguirán aquí, cierto? Porque si es así, no me sentiría cómoda con un montón de niñas adulando tú belleza —Rebeca bebí de su jugo.

Hablándole como si nada, sin miedo a él que dirán.

—No tengo secuaces —se burló, comenzando a comer.

—Sin amiguitas te ves más guapo —se me salió.

—¿Tú crees? —se inclinó hacia mi —no tengo amigas, con razón.

Bufé, y Rebeca contenía la risa. Yo sabía que esto para ella era como un kdramas de enemy's to lovers, para mi también se sentía así. Pero es difícil cuando lo vives en carne propia.

No tuvo más remedio y se quedó ahí, escuchando cómo Rebeca comenzaba conversaciones randoms y yo la seguía. El se metía en algunas de la nada, a Rebeca no le importaba, en cambio hablaba más. Cuando permanecía callado se la pasaba mirándome y eso me hacía sentir incómoda, sentía que todos se podían dar cuenta.

Terminamos de comer y no pasó nada raro, así que salimos a clases antes de que sonara el timbre.

—¿Has estado bien? —su mano en mi brazo me alarmo.

Su cara de preocupación apareció en mi campo de vista, esa que he estado evitando.

—Claro, porque no lo estaría? —le sonreí y seguí caminando al aula.

Que mal me siento ahora, siento que soné muy antipática, pero no se porque lo hice, no es como que tengamos la mejor relación aún.

—Deberías ser menos fría con el, no crees? —Rebe me pasó un chicle.

—Lo se, pero es que me sale natural el ser así con el —me excuse.

Al terminar las clases clases, cuando Dicky paso a mi lado deposito un papel en mi mano, pero no se giro, siguió caminando. Me detuve y lo abrí leyendo el contenido. Un gemido de sorpresa salió de mi interior.

No me lo podía creer, jamás pensé que sería invitada a uno, yo hoy iba a comprar la boleta, a una chica, no se me hizo posible cuando salieron a la venta, porque no tenía dinero, pero con los ahorros de mi trabajo, lo haría. Ya que era este jueves y hoy apenas era martes.

¿Quieres ir al concierto de Chases Atlantic conmigo? Yo invito. Si aceptas escríbeme si no, no hagas nada y lo entenderé.

Dejó su número de teléfono en la parte de abajo. Mi corazón latía muy rápido. Toda la tarde me la pase pensando en si aceptar o no, era mucho, aunque dijo que quería demostrar que lo lamentaba y no hizo nada durante una semana, ahora sale con esto.

Veía su letra clara y cursiva como la de las cartas antiguas, una y otra vez.

—Bien que tengo que perder, no es nada, además no todos los días se te invita a un concierto de Chase Atlantic.

Tome mi teléfono y agregue el número. Pero no hice nada.

—¿Por que me demoro tanto, que es lo qué me pasa? —.camine por la habitación.

Evaluando mis posibilidades y probabilidades.

¿Es enserio o estás bromeando? Porque juro que si es falso, te matare.

Envié el mensaje. Deje el teléfono en la mesa, nerviosa. A los segundos respondió, lo tome.

¿Eso es un si?

Leí.

Solo si es cierto.

Mordí mi uña, estábamos ambos en la conversación.

Entonces es un si.

Sonreí. Lo siento, pero es que se me es inevitable. El cuerpo humano es débil.

No me lo podía creer, iría al concierto de mi banda favorita y sería invitada por un chicho, jamás en mi mente puberta lo pensé. Como siempre, me quede rumeando parte de la noche sobre cómo sería, que diríamos o cuáles serías las presentaciones.

Te recojo el jueves a las 4:00 P.M.

Llegó otro mensaje, de su parte y respondí antes de arrepentirme.

Esta bien, nos vemos el jueves.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora