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Me asuste, venían como manada, una estampida. Me aleje y vi como sus amigos lo rodeaban, incluso Dicky, fui a mi habitación con Rebeca.

—¿Que desastre toda esa gente, te sentiste bien con ellos?, debiste decirme cuando llegaste —vi su hermoso vestido azul.

—No debíamos dañar la sorpresa, tus padres nos avisaron, no fue tan malo —sonrió —no soy una antisocial, solo soy reservada —Tú regalo, lo puedes abrir cuando se acabe la fiesta.

Asentí y tome el regalo, abrazándola. Bajamos por petición de mamá. Sus amigos no me abrazaron, cosa que agradecí, pero me felicitaron. Nick le lanzaba miradas de "los mato si la tocan" pronto llegó Austin con un regalo.

Yo no lo presentaría como mi enamorado, si no como mi amigo. Igual aún no somos nada.

—Ay que agradecerle a Aurora, ya no hay un rubio en el grupo, ya tendremos más atención de las chicas —señaló a Dicky y me sentí apenada.

—Ese desgraciado ahora tiene una excusa para que le hablen las chicas, no lo ves? —su amigo le pegó en la cabeza y me reí junto a otros.

Poco me importaba eso.

—Parecemos hermanos con el pelo así —Nick se burló.

—Que envidia, yo también quiero ser un hermano más —dijo un chico.

—Los adoptare a todos, entre más gente que me haga los aseos y tareas del hogar mucho mejor, no creen? —mi mamá entro a la sala con comida.

Salieron al patio trasero. Me quede en la cocina comiendo torta. Habían tres, así que no había problema.

—Feliz cumpleaños.

Dicky entro a la cocina. Lleva una camisa blanca manga larga, desabotonada al inicio y un jean.

—Gracias —sonreí y seguí comiendo.

—¿Está bueno? —se puso al frente de mi, viendo el pastel, partido a la mitad.

—Lo está —el nuevo color de cabello le daba un toque distinto. Menos puro.

—Así que, trajiste a el chico —cambio de tema. Pero se le notaba algo raro.

Me preguntó si se conocían, probablemente.

Lo mire —¿que chico? Ah... es mi amigo, si.

Levantó las cejas —¿amigo, cómo tú y yo?

—Nosotros no somos nada, deja la ridiculez —levantó la comisura de su labio —tú eres el mejor amigo de mi hermano y yo su hermana, tú y yo solo frecuentamos espacios por casualidad.

Cierta parte era cierta, la otra no lo sabía.

—Frecuentamos lugares como tú habitación, no? —trague en el resto del pudín —¿Que más me pedirás que te enseñe... —se acercó, invadiendo mi espacio —tal vez la próxima, como tocar a un hombre?

Abrió la boca, mostrando cómo acarició sus dientes con su lengua. Fruncí el ceño, mi sangre corría más caliente de lo habitual. Empuñe mi mano y fue directamente a su boca. La abrí e introduje el pastel, mantuve la palma de mi mano en su boca.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora