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Hablamos un poco más y me fui a mi habitación. Tenía mucho en lo que pensar.

Era lunes y debía comenzar a adelantar trabajos, ayer me tome la tarde libre por mi cumpleaños.

Los amigos de mi hermano estaban en el sillón, mientras yo terminaba de revisar un caso de la empresa, se me era imposible no escuchar sus conversaciones.

Hablaban sobre tener que encontrar una actividad que les diera dinero y fuera fácil para ejecutar.

—No recogeré la mierda de otro perro, ya tengo suficiente con el mío —se quejó un amigo.

—Y yo no seré niñero.

Llevan negándose de cada idea que se les ocurre. No parecen avanzar.

—Pueden lavar autos —se me escapó.

Justo ahora parecía una película de miedo. Todos se quedaron en silencio y se voltearon a verme.

—¿En serio, autos? —Dicky cruzó sus brazos.

Estaba recostado al sillón. Como odiaba esa expresión de el, el maldito debía ser el mejor amigo de mi hermano, lo veía casi siempre, en la escuela y en la casa.

—Es verano, podrían hacer una escena de película —me burle, termine de recoger mis cosas.

—¿A que te refieres? —Oscar preguntó.

—Son jóvenes atletas, mírense, a las niñas hormonales les gustará ver como unos chicos les ofrecen tremendo show —quite mi chaqueta y se la lancé a Nick —sin camisas —salieron hurras de sus bocas.

Me reí con ellos.

—Me gusta la idea, no parece mala —un amigo hablo.

Okay, aunque no me sus nombres los distingo por el físico, igual no es como necesite saberlos.

—Deberíamos estudiar esa idea a ver qué sale —otro apoyo.

—Gracias por la idea —sonrió el moreno —¿podrías ayudarnos a ejecutarlo?

—Mmh, no puedo ayudarlos con todo, estoy muy ocupada. Tal vez con algunas cosas —me ofrecí.

—¿Que haces además de estudiar? —preguntó el moreno.

—Trabaja para un bufé —Nick lanzó mi chaqueta de vuelta.

—Barbaridad, ¡estudiarás derecho! —asentí y mire a Dicky. No se por que.

La idea de verlo sin camisa pasó por mi cabeza, la aparte enseguida. Me fui dejándoles la idea, no me imaginaba que en serio lo fueran hacer, pero aquí estoy en la escuela escuchando cómo cuchichean sobre ello las niñas.

—Definitivamente iré a verlos sin camisa, ¡¿no les has visto esos cuerpos con el uniforme de voleibol?! Será un espectáculo, te lo aseguro.

No mire a la chica que estaba a mis espaldas.

—Que ridículo, no me entra en la cabeza que tú fueras la de la idea —Rebeca mordió su pastelito.

—Lo se. Pero piénsalo podrás ir a ver a mi hermano sin camisa —le susurré y sus cachetes se pusieron rosados.

—No iré, no estoy desesperada por ver cuerpos semi desnudos —hizo una mueca.

—¡Mira lo roja que estás! —la señale y luego le apreté una mejilla, burlándome.

—¿Por qué estás roja? —Nick se sentó a su lado.

Esto sería un deleite de ver.

—Que te importa —ni siquiera lo miro, la mire regañandola —el calor —termino diciendo.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora