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Obviamente no me senté con ellos, no era capaz de mirar a Dicky a los ojos. Estaba con Rebeca y luego llegó Austin, se sentó a mi lado, pero debía actuar normal, nunca pasaba nada en lugares públicos y Rebeca no sabía aún, le iba a contar hoy, mientras fuéramos a ver el partido de la semifinal de voleibol, a Austin nunca le gustó, por suerte jamás fue a ver un partido.

—Y ella le dijo que le gustaban las chicas, te imaginas como casi me mata el novio, fue telenovela turca —Rebeca termino de contar su historia y me reía de sus expresiones.

—Yo no la dejaría ir, si nos gustamos pero a ella le gusta otro género no quiere decir que ya no me ame, cierto? —me miro esperando respuesta y casi me quise matar.

—No lo sé, yo no podría —respondí terminando mi pasta con albóndigas.

—Es muy complejo ese tema la verdad, hablando de eso, ¿cómo van los preparativos para tu fiesta?

—Ya les avise a casi todos, es este domingo tienen que ir, será "La Fiesta" —exageró, idealizándolo.

—No entiendo porque quieres invitar a las personas que te trataron mal en un tiempo, es muy loco eso —Rebeca se atrevió a decirle.

—Eso fue antes, ya estamos bien —Rebeca y yo intercámbiamos miradas, pero no dijimos nada más.

Seguimos hablando de trivialidades, sentí una mirada y me encontré por casualidad con la suya, quien comía una manzana verde mientras escuchaba hablar a sus amigos.

Yo había dejado de pensar en lo qué pasó hace un rato, pero viéndolo, todo volvía a pasar por mi cabeza y junté mis piernas, dejándolo de ver.

—También deberíamos ir a la feria juntos —Comentó Austin, sentí su mano en mi muslo y me tensé —será muy divertido —me sonrió dulcemente.

Le devolví la sonrisa.

—Y ya tienes más tiempo libre por el trabajo de los fines de semana, podremos hacer planes esos días —Rebeca se emocionó.

—¿Como, dejaste tu trabajo? —me pregunto y asentí.

—El de los fines de semana, aún debo ir al otro. Me ayudará en mi carrera, es algo pequeño, pero me aportará mucho —acaricio mi pierna y no sabía cómo decirle que parara, nos podían ver.

Pero ya me estaban viendo. La mirada de Dicky era seria, podía ver debajo de la mesa, intercalaba miradas entre Austin, debajo de la mesa y a mi.

—¿Como esta tu abuelita, qué tal si la vamos a visitar hoy? debería preguntarle lo de la vez pasada, ya sabes cosas de chicas —Rebeca me miro pensando de que hablaba yo —me pasas mi mochila, por favor? —le pedí a Austin y asintió.

Quito su mano y pude respirar. Le pique el ojo a Rebeca, para que me siguiera la corriente y mire a Austin, ella entendió.

—¡Ah! Si, claro y de paso me ayudas con el favor que te pedí —asentí emocionada.

Dicky pasó su lengua dentro de su mejilla, como si tuviera algo y ese gesto me hizo querer ir a explicarle, no sé por qué. Igual no éramos nada, no le debía nada ni el a mi.

Así que, deja el show.

Austin siempre se quería pegar a nosotras a cualquier plan o cosa que hacíamos. Así que esta vez ya no sería un problema más. El se la pasaba evitando el tema de conversación y no podía decírselo por teléfono. Así que aproveche que Rebeca salió a atender una llamada.

—Austin, deja de evita el tema —llame su atención —.ya no me siento cómoda, deberíamos terminar la relación, lo lamento mucho —.su rostro se paralizó.

—Bien, ya sabía que esto pasaría —no dijo más nada y me preocupe.

—Entenderé si me odias o no me quieres hablar, inventare una excusa para no ir a la fiesta, pero Rebeca si está emocionada —espere su reacción brusca.

Pero el nunca fue brusco, no conmigo ni con nadie, eso me preocupaba más, en cualquier momento podía explotar.

—Deberías ir también, disfrute de nuestros momentos juntos, no podría pedir menos, gracias —sonrió nostálgico y quise disculparme más.

—Lo lamentó, se que se dañará la relación y nada será como antes. Desde un principio lo supimos, le contaré a Rebeca, no tenemos que fingir —el asintió.

—Me parece bien.

Llegó Rebeca y se sentía todo irreal.

—¿Y esas caras largas? —se sentó emocionada.

—Me tengo que reunir con un amigo, nos vemos en clases, espero que vayan a mi fiesta, ambas —se levanto y nos sonrió.

—¡Ay! Dios... —sostuve me cabeza.

—¿Te sientes mal? Vamos a la enfermería —Rebeca se alarmó.

—Estoy bien, vamos a clase. Compraré muchos postres en la panadería de tu abuelita —le sonreí y ella se emocionó.

Y fue así comimos varios postres, mientras le contaba todo. Al principio se la pasaba repitiendo lo que le decía un poco alto, sorprendida. Temía que su abuelita lo escuchara todo.

—Aún sigo sin creerlo, con Austin y con Dicky? Increíble...

—No lo digas así, suena feo, en realidad con Austin no hacía nada fuera de besos y con Dicky, ya era otra cosa... —Rebeca levantó las cejas y recalcule lo que había dicho —ok, si suena mal. Espero que Austin jamás se dé cuenta, ya no somos novios pero aún así...

—Mi duda es, ¿Te gusta Dicky? —se acercó, susurrando.

—No lo sé, Rebeca, no lo sé —tape mi cara —es que, es muy odioso y brusco conmigo y yo soy igual con el, es inevitable, pero cuando estamos a solas, luego hace cosas que me hacen sentir fuera de orbita de buena manera, creo —frote mi cuello.

Hizo como si estuviera resolviendo el caso más difícil de su vida, ya no quería seguir hablando de esto, me tenía mareada tanto drama juvenil.

—Pues tienes dos opciones, según yo.

Me interesaba eso.

—¿Cuáles? —deje la cuchara y le preste atención.

—Una lo ignoras hasta que acabe el año o la otra es que...

Su pausa fue eterna.

—¿Que, que? Habla hija de la gran muralla.

—Sigas experimentando con el, el te enseño a besar, habías dicho —asentí —sabes, he leído en alguna parte que cuando hay algo de odio o tensión entre dos es mejor el sexo —se metió una cuchara, saboreando el postre de lo más feliz.

—¡No voy a tener sexo con el, por Dios Rebeca! —me tape la boca, sorprendida.

—Solo digo, quien quita y su —me hizo ojitos y le jale un mechón de cabello.

Una estupidez llamada amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora