🍃.60.🍃

682 88 4
                                    

.Jungkook.

Cuando visitamos a Park Misuk en la prisión femenina solo vimos lo más externo, pero a pesar de eso creíamos cuando nos decía que estaba bien. Ahora tenía un resquicio de duda, hasta que recordé que era una alfa y la razón por la que estaba encerrada.

Mi situación era completamente distinta, era un alfa joven que había defendido a mi omega macho, al cuál aún no había marcado. Y debíamos sumarle que los atacantes estarían encerrados en el mismo lugar.

Todo apuntaba a que me iba a ir mal.

En mis, ahora,  veinteséis años de vida no podía decir que nunca había pensado en acabar en un lugar así, con mi pasado podría haber terminado siendo bastante probable, pero el último año me había dado la posibilidad de una vida con la que nunca soñé y ahora fantaseaba constantemente.

Llevaba encerrado dos semanas, me robaron comida, trataron de atacarme en las duchas y casi todos los días me buscaban para intimidarme. Mi lobo era fuerte y mi complexión no era pequeña, así que otros presos a los que no les gustaban los problemas ni si quiera me miraban.

Por prevención los talleres nunca los compartía con Pavel y los otros, pero el patio, el comedor y las duchas eran algo común y público, así que muchas veces no conseguían mantenerlos alejados.

Yo trataba de ignorarlos y mantenerme sereno tal y como me habían dicho, quería salir de allí cuanto antes, si la cagaba dentro solo ganaría una condena más alta.

La puerta de mi celda se abrió y solamente bajé el libro que estaba leyendo para ver quién era, uno de los funcionarios me miró con las manos en su cinturón.

—Jeon, tienes visita.

Ni si quiera marqué la página por la que iba cuando me dijo aquello, me incorporé de inmediato, me calcé con rapidez las zapatillas de tela fina y me puse en pie. Mi compañero de celda se rió por lo bajo desde su cama si dejar de juguetear con el cubo de rubik que tenía entre las manos.

Lo ignoré y seguí al funcionario a través de los pasillos, algunos presos también estaban siendo sacados de sus celdas y supuse que sería el horario de visitas que yo aún no había experimentado. Los nervios me carcomían mientras caminaba por los fríos pasillos y bajábamos de planta, no sabía quién habría venido, pero albergaba esperanza y esperaba verme presentable.

Nos pusieron en una fila y antes de abrir la puerta que probablemente nos llevaría a la sala de visitas nos recitaron algunas órdenes. Creo que a todos nos importaban bastante poco, solamente queríamos ver a nuestros seres queridos y ya.

El sonido metálico, eléctrico y ensordecedor que caracterizaba la apertura de las puertas de seguridad sonó y con una especie de chasquido el portón grueso fue abierto, pasamos de uno en uno y cada quién buscó a su visita.

Yo tenía el corazón acelerado cuando logré ver a mi abuela y Jimin en una mesa casi al final de la sala. Caminé con premura y una sonrisa se dibujó en mis labios a medida que lograba captar sus esencias familiares y tranquilizadoras. Me alegraba que aunque nos diesen inhibidores para tener a raya a nuestros lobos fuésemos capaces de mantener los sentidos definidos.

Me senté en la silla de plástico justo al frente de ellos, alegre por no ir esposado y coloqué mis manos sobre la mesa, esperando que ellos las tomasen de vuelta, pero ninguno hizo movimiento alguno y mi sonrisa se desvaneció.

—¡Sin tocar!

El grito del guardia a otro preso y su visita me recordó que era una de las normas que nos habían citado antes de entrar, no podíamos tocarnos con las visitas. Me relajé un poco y seguí mirándolos, ambos me miraban con preocupación y me alegré de que los golpes que había recibido hubiesen sido en su gran mayoría en el cuerpo y que si quedaba algún resto estuviese cubierto con la ropa.

—No me han dejado darte nada, ni si quiera remedios para la tos.—Mi abuela agarró los extremos de su pañuelo de lana y los unió a la altura del cuello.—Aquí hace mucho frío, podrías enfermarte.

—No pasa nada, yo apenas siento frío.—Respondí sonriendo.

—Espero que cuando regresemos me los devuelvan.

Mientras mi abuela refunfuñaba nuestro alrededor parecía calmarse, incluso los guardias estaban charlando entre ellos. Clavé mis ojos en Jimin y mi pecho vibró, apenas sentía a mi lobo adormilado por los supresores, pero la conexión seguía ahí y noté cómo mi olor se desparramaba por los poros de solamente tenerlo delante.

Jimin también había tomado inhibidores y se había rociado con el falso aroma de alfa, me alegraba de ello, era por seguridad. Pero su aroma natural se intensificó al notar el mío, probablemente.

Inhalé con fuerza, llenando mis pulmones de su olor mientras mis ojos bebían de su imagen. Llevaba el cabello recién cortado y a pesar de sus ojeras se seguía viendo precioso.

—Feliz cumpleaños.

Había sido hacía dos días y era consciente de que él lo sabía, pero fingí que era hoy tal y como estaba haciendo él.

—¿Creeis que debería pedir un plato especial?

A Jimin no pareció hacerle gracia mi broma y mi abuela me miró con los ojos entornados, como cuando era más pequeño y me regañaba sin necesidad de abrir la boca. Suspiré y recosté mi espalda en el plástico.

—Dos semanas menos.—Volví a suspirar y los miré de forma alternativa.—¿Qué tal por el poblado?

—Podría decirse que como siempre, la vida sigue.—Contestó mi abuela echándole una rápida mirada a Jimin que a mí no me pasó desapercibida.

Volví a centrarme en él, parecía más delgado que de costumbre, aunque al principio me pareció que simplemente era porque llevaba puesta ropa mía que le quedaba grande. Casi podía visualizar sus manos escondidas en los puños de la sudadera por debajo de la mesa.

Miré hacia un lado, pensativo y al ver a Drem recordé unas visitas especiales de las que había hablado una vez en el patio.

—¿Sabéis si podemos hacer una... visita conyugal?

Cuando los miré de vuelta para saber la respuesta Jimin había enrojecido un poco y miraba la mesa en vez de a mí, mi abuela parecía lejos de la incomodidad.

—Ya nos informamos con Haneul, solo dejarían en el caso de que Jimin estuviese marcado, solo así lo verían como pareja real.

Estuve a punto de protestar, pero ella alzó una mano con el índice en alto para que me callara y la dejara hablar.

—Aún así teníamos la posibilidad de pedir una excepción a la jueza que llevó el caso.

Sentí que mi pecho se llenaba y mis labios se estiraban con emoción, pero Nuna siguió y Jimin me miró con una expresión que no era alegre.

—Pero tus padres vendrán también hoy, no pueden haber más excepciones, Jungkook, ya lo van a hacer concediéndote dos visitas el mismo día.

Noté como el semblante me cambió de inmediato y no fue sólo por la noticia, también se debía a la emoción que me transmitía Jimin por su olor, lo que sentía en el pecho debido a aquel lazo que compartíamos a pesar de no tener marca.

Miré a mi abuela cuando Jimin desvió la vista y ella lo miró de reojo con un poco de lástima, entonces un malestar se instaló en la boca de mi estómago. Apreté los dientes y desee poder tocar a Jimin ahora, al menos rozar la punta de sus dedos, transmitirle lo que sentía y decirle aquellas palabras que mi cabeza gritaba todas las noches cuando pensaba en él.

"Te quiero."

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

🍃



🍃"You Are My Garden"🍃-OMEGAVERSE (Kookmin) (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora