Capítulo 33.

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Narra Amelia.

Estaba durmiendo plácidamente en el sofá cuando una vocecita y manitas pequeñas me despertaron.

Loui: Hola - tocaba mi nariz - hay luz, hay que despertar, Santa trajo regalos.

Abrí un ojo para verlo y lo cerré a penas me miró.

Loui: ¡Ya te vi! - su risita retumbaba en la casa.

Amelia: ¡Ven aquí! - Lo tomé desprevenido, tomándolo en brazos, acurrucándome con él en el sofá - Aún es temprano - hice pucheros.

Mary: Buenos días ¿Dormiste aquí? - apareció desde atrás

Amelia: Buenos días, May, si, Liz roncaba demasiado fuerte - comencé a imitar los ronquidos cerca del oído de Loui y el reía a carcajadas.

Mary: ¿Vamos a despertar a los demás? - preguntó al pequeño.

Loui: ¡Sii! - se levantó y salió corriendo rumbo a despertar a todos

Bajaron todos por fin y comenzaron a repartir el resto de los regalos, por supuesto la mayoría eran para Loui y el bebé que venía en camino, a mamá le regalé un abrigo que se quedó viendo cuando fuimos a Oxford Street, al abuelo, a papá y a mi tío les regalé una camiseta de su equipo favorito Manchester United, a mi tía le regalé un juego de pulsera y collar de oro fino, a Mary una paleta de maquillaje de Mac porque ama maquillarse, a Ted un delantal de cocina muy mono, ya que es chef y a Lizzy un juego de lentes para su cámara, no le regalé nada a Joe por que habíamos quedado en no darnos nada.

Nos sentamos por fin a desayunar, nos quedaríamos aquí hasta después del año nuevo, a excepción de Lizzy, que se iría mañana a Japón, para pasar la festividad allá.

Los chicos eran los encargados de hacer el almuerzo y la cena el día de hoy, por supuesto, dejaron todo a manos de Ted.

Loui le cobró la palabra a Joe, así que salimos para llevarlo en un pequeño trineo, después del almuerzo.

A la hora de la cena todos nos sentamos en los mismos lugares que la noche anterior, yo había estado evitando a Joe, no quería estar cerca de él y que Mary siguiera sospechando, pero el único espacio disponible para sentarme era a su lado.

Narra Joseph.

Amelia había estado evitándome durante todo el día, entendía que era para evitar sospechas, estaba tan acostumbrado a pasar mis días pegado a ella, que esto se estaba transformando en una tortura para mí, no pude evitar sonreír cuando tomó asiento a mi lado, ella me devolvió la sonrisa y eso fue suficiente para tranquilizar mi angustia.

Amelia había estado evitándome durante todo el día, entendía que era para evitar sospechas, estaba tan acostumbrado a pasar mis días pegado a ella, que esto se estaba transformando en una tortura para mí, no pude evitar sonreír cuando tomó asiento...

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Al siguiente día nos despedimos de Lizzy, mis padres siempre lloran cuando ella se va de viaje, es su pequeña y es la que más lejos del nido está.

Lizzy: ¿Algún día dejarán de llorar? - habló entre sollozos - ya deberían estar acostumbrados.

Primos Quinn +18 Joseph Quinn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora