Narra Amelia.
Estaba durmiendo plácidamente en el sofá cuando una vocecita y manitas pequeñas me despertaron.
Loui: Hola - tocaba mi nariz - hay luz, hay que despertar, Santa trajo regalos.
Abrí un ojo para verlo y lo cerré a penas me miró.
Loui: ¡Ya te vi! - su risita retumbaba en la casa.
Amelia: ¡Ven aquí! - Lo tomé desprevenido, tomándolo en brazos, acurrucándome con él en el sofá - Aún es temprano - hice pucheros.
Mary: Buenos días ¿Dormiste aquí? - apareció desde atrás
Amelia: Buenos días, May, si, Liz roncaba demasiado fuerte - comencé a imitar los ronquidos cerca del oído de Loui y el reía a carcajadas.
Mary: ¿Vamos a despertar a los demás? - preguntó al pequeño.
Loui: ¡Sii! - se levantó y salió corriendo rumbo a despertar a todos
Bajaron todos por fin y comenzaron a repartir el resto de los regalos, por supuesto la mayoría eran para Loui y el bebé que venía en camino, a mamá le regalé un abrigo que se quedó viendo cuando fuimos a Oxford Street, al abuelo, a papá y a mi tío les regalé una camiseta de su equipo favorito Manchester United, a mi tía le regalé un juego de pulsera y collar de oro fino, a Mary una paleta de maquillaje de Mac porque ama maquillarse, a Ted un delantal de cocina muy mono, ya que es chef y a Lizzy un juego de lentes para su cámara, no le regalé nada a Joe por que habíamos quedado en no darnos nada.
Nos sentamos por fin a desayunar, nos quedaríamos aquí hasta después del año nuevo, a excepción de Lizzy, que se iría mañana a Japón, para pasar la festividad allá.
Los chicos eran los encargados de hacer el almuerzo y la cena el día de hoy, por supuesto, dejaron todo a manos de Ted.
Loui le cobró la palabra a Joe, así que salimos para llevarlo en un pequeño trineo, después del almuerzo.
A la hora de la cena todos nos sentamos en los mismos lugares que la noche anterior, yo había estado evitando a Joe, no quería estar cerca de él y que Mary siguiera sospechando, pero el único espacio disponible para sentarme era a su lado.
Narra Joseph.
Amelia había estado evitándome durante todo el día, entendía que era para evitar sospechas, estaba tan acostumbrado a pasar mis días pegado a ella, que esto se estaba transformando en una tortura para mí, no pude evitar sonreír cuando tomó asiento a mi lado, ella me devolvió la sonrisa y eso fue suficiente para tranquilizar mi angustia.
Al siguiente día nos despedimos de Lizzy, mis padres siempre lloran cuando ella se va de viaje, es su pequeña y es la que más lejos del nido está.
Lizzy: ¿Algún día dejarán de llorar? - habló entre sollozos - ya deberían estar acostumbrados.
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Primos Quinn +18 Joseph Quinn.
RomanceJoseph: Sólo, no quiero que estés en la boca de nadie. Amelia: Podría estar en tu boca si no fueras tan cobarde. Estábamos a centímetros de distancia, podía sentir su respiración tan agitada como la mía, me acerqué un poco más, me abracé a su cuello...