Capítulo 45.

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⚠️Advertencia⚠️

⚠️ En este capítulo habrá contenido erótico/sexual explícito⚠️

Narra Amelia.

Su cuerpo estaba pegado al mío, podía sentir su entrepierna abultada chocando en mi abdomen, una de sus manos se aferraba a mi cintura, mientras que la otra sostenía mi cuello, apretándolo y acariciándolo con sutileza, su respiración tibia golpeaba en mi rostro, tomó mi vestido desde abajo y lo deslizó hacia arriba, dejándome solo en ropa interior, se apartó un momento para observar mi cuerpo.

Joseph: Eres perfecta Amelia - me miró a los ojos para luego volver a mirar mis senos.

El brasier que tenía puesto hacía que mis senos se vieran más grandes y montañosos de lo que realmente son, comenzó a repasar la curvatura de éstos de manera suave, sutil, sólo con la yema de sus dedos, haciendo que mi piel se erizara por completo, bajó dejando caricias suaves, pasando por mis costillas, hasta mi cintura, volvió a unir su boca con la mía, rodeándome con sus manos por detrás de la espalda en donde se deshizo con agilidad de mi brasier, liberando mis senos, caminó conmigo hasta la cama sin dejar de besarme, hasta que choqué con el borde de ésta, Joe bajó dejando besos húmedos por la curvatura de mis senos, costillas y abdomen, se arrodilló frente a mí.

Joseph: Recuéstate - sonrió de forma lasciva, mirándome directo a los ojos.

Me recosté en la cama, Joe se colocó entre mis piernas, besando la parte interna de mis muslos, acariciando toda la extensión de mis piernas, llegando hasta mis pantorrillas, en donde se detuvo para quitarme los tacones negros, volvió a subir, trazando el mismo recorrido hasta llegar a mis caderas, en donde metió sus dedos por debajo de la delgada tela de mis bragas para deslizarlas por mis piernas, dejándome totalmente expuesta ante él, se quedó observando, relamiendo sus labios como si fuera un depredador acechando a su presa.

Amelia: No es justo - hice un puchero.

Joseph: ¿Qué cosa? - pregunto confundido.

Amelia: Tu aún tienes ropa - Joe soltó una risa nasal.

Joseph: Lo siento - comenzó a quitarse la camisa - lo rectifico ya mismo - sonrió.

Me coloqué de rodillas sobre la cama para ayudarlo a desabrochar su pantalón, el cual bajé junto al bóxer, liberando su erección que rebotó ligeramente en su abdomen frente a mis ojos, levanté mi mirada para encontrarme con la suya y decidí tomarlo con mi mano, Joe soltó un suspiro cuando empecé a masajearlo de arriba a abajo, su cuerpo estaba totalmente erguido, su mandíbula se tensaba y su mirada lasciva me indicaba que necesitaba más, así que le di más, pasé mi lengua por la punta de su erección latente, lo que le hizo soltar un gruñido desde el fondo de su garganta, lo saboree como si de un helado se tratase y luego lo hundí dentro de mi boca.

Joseph: Oh Amelia - gimoteó, tomando su cabeza con ambas manos, disfrutando de la sensación.

Podía sentirlo palpitar en mi boca y no era desagradable, me gustaba verlo así, tan rendido ante mí, seguí lamiendo, succionando y llevándolo hasta el fondo de mi garganta, en donde lo mantenía ahí por un momento, lo cual lo volvía completamente loco, una de sus manos sostenía mi rostro, acariciándolo mientras mi cabeza se movía adelante y atrás, sus gruñidos eran la sonata perfecta, lo que despertaba cada parte de mí.

Joseph: Mmm Amelia - habló jadeante, saliendo de mi boca - es mi turno - habló ronco.

Se abalanzó sobre mí, besando mi boca, posicionándose entre mis piernas, su erección rozaba mi intimidad, haciéndome suspirar, su peso estaba en uno de sus brazos, mientras que con su mano libre acariciaba mi cuerpo, sin despegar su boca de mis labios, su dulce lengua se entrelazaba con la mía, era un beso suave pero candente, así como solo él sabía besarme, bajó por mi cuello, besando, chupando, lamiendo, encaminándose hasta mis senos, en donde pasó con delicadeza su lengua por uno de mis pezones, antes de meterlo en su boca, succionando, mordisqueando ligeramente, siguió trazando el camino con su boca hasta mi humedad, abrió mis piernas, aferrando sus manos en mis muslos, deslizó su lengua por todos mis pliegues, lo que hizo que mi espalda se encorvara por el placer, lo hacía tan suave, tan delicado.

Primos Quinn +18 Joseph Quinn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora