Capítulo 2: Cof Cof Cof.

102 12 0
                                    

Fue frustrante estar parado frente al reposo eterno de mi padre y no poder llorarle cómodamente, decirle todo lo que le quería o despedirme a sabiendas de lo que significaban mis últimas palabras para él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fue frustrante estar parado frente al reposo eterno de mi padre y no poder llorarle cómodamente, decirle todo lo que le quería o despedirme a sabiendas de lo que significaban mis últimas palabras para él. Tener que aparentar que era el sobrino de un invitado más y no el hijo al que él tanto protegió, amó y educó de la manera más sincera y bonita que nadie ha hecho nunca, fue lo más duro de su partida.

Corrí a los baños de la funeraria para poder desenredar el nudo que se había formado en mi garganta y que impedía el paso del aire, que me oprimía el pecho y me incitaba a gritar sin pena hasta reventarme las cuerdas vocales y no volver a hablar nunca más. No hice tal cosa porque mi voz ni siquiera se animó a salir. A lo mejor estaba igual de triste que yo y cobardemente se escondió; como me escondí yo.

Fue en un último sollozo que alguien llamó a la puerta del cubículo en el que me encontraba. Me levanté del retrete para abrir, no sin antes limpiarme las lágrimas para disimular fallidamente mi llanto.
     —Sé quién eres... —dijo aquel joven al apenas verme.
     — ¿Qué dices?
     —Mi familia se irá un momento porque deben ir por unos tíos al aeropuerto, y también llevarán sus cosas al hotel de al lado —señaló con el dedo pulgar hacia un costado, sin dejar de verme a la cara—. Ahí nos quedaremos esta noche en lo que la funeraria hace los preparativos del entierro.
     — ¿Y a mí por qué me cuentas? —Inquirí.
     —Eres el hijo de Steven, y sé lo que sientes al no poder estar con él en estos momentos...
     —Me confundes —aseguré—, soy el sobrino de Máximo, el jefe de mi papá...

En ese momento me di cuenta de lo imbécil que fui y lo poco que servía para mentir cuando estaba afectado. Aquel joven solamente soltó una risilla para luego jalarme por la nuca hacia él y abrazarme. Ese abrazo, aunque era de un desconocido, me hizo soltar en llanto y ya no pude seguir ocultando lo que me invadía el alma. Aquel muchacho aproximadamente de mi edad me acompañó en mi dolor, no lloró de la manera que yo lo hice, pero había algo en él que me dio paz.
     —Robin, Steven te amaba con todo su corazón, y quiero que tengas la oportunidad de estar a solas con él, o lo que se pueda.
     —¿Quién eres? —Pregunté finalmente. Sabía mucho de mí como para yo no conocerle de nada.
     —David, me llamo David Villegas...

El apellido de Steven era el mismo, por lo que al instante asumí que era su hijo, su hijo de verdad. Seguramente él vio en mi rostro un cambio cuando aquello vino a mi mente, por lo que se pronunció al respecto:
     —No pienses que soy su hijo —dijo—, soy hijo del capitán Villegas, Steven era mi tío.

Me limpié las mejillas húmedas y asentí con la cabeza para luego aceptar la propuesta que me había planteado. No sabía las intenciones que él podía tener, pero sabía las intenciones que yo tenía de contar con un minuto más con mi padre. Entonces confié...
     — ¿Cuándo puedo verle?
     —Ellos están yéndose, podemos empezar a volver y te haré alguna señal para que sepas que se han ido quienes debían irse.
     — ¿Y cuál será la señal?
     —Voy a contar a tres tosiendo... es tonto, pero no se me ocurre nada mejor.
     — ¿Puedes darme un ejemplo? —Pedí con un dejo de pena.
     —Cof, cof cof, cof cof cof... —imitó, para luego soltarnos a reír un poco por lo gracioso que eso fue.
     —Después de la señal, ¿cuánto tiempo tengo? —Consulté luego de la risa.
     —Diez minutos —dijo—. En diez minutos volverá Teo, el hijo de Steven, él solamente irá para recoger las llaves de las habitaciones porque él está a cargo, cuando lleve a cada uno a su sitio, regresará aquí.
     —Gracias...

Yo, ErróneoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora