Cuando vivía en Gahona, siempre pensé que cuando me enamorara, debía ser de alguien que fuese bastante similar a mí en todos los aspectos. Y lo hice, con Víctor, pero no resultó muy bien porque tuve que mudarme a Fang y él posteriormente se fue del país. Entonces me di cuenta de que quizá lo que debía hacer era lo opuesto; salir con alguien distinto a mí, pero solo conseguí ser usado en Grindr y finalmente, abandoné la intención.
Batto era un punto medio; era muy parecido a mí en algunas cosas, pero muy diferente en otras. Eso fue lo que me enamoró de él tan fuerte y tan diferente al resto de veces. Físicamente era perfecto para mí, y sentimentalmente aún me faltaba por conocerlo más, pero cuando se trataba de estar conmigo en las buenas y malas, él siempre estaba, nunca me dejaba solo. Eso me decepcionaba por mí, porque no le estaba dando la misma honestidad que él me daba a mí, pero es que sinceramente seguía sin estar listo para contarle todo. Tenía miedo; esa era la realidad. Tenía miedo de perderle y a la vez perder el único empleo que tenía que me permitía darle todo a mi familia. Tenía miedo de perderme a mí al perderlo todo...
Las razones por las que Batto era especial para mí, pesaron más aquel día. Sentía que tenía que hacerle sentir eso que él representaba para mí en mi vida, y llenarme la mente de miedos y de mi realidad llena de secretos, iba a impedirme disfrutar de esos dos meses que cumplíamos de habernos oficializado como novios. Decidí que debía hacer algo especial para celebrarlo, pues no podía dejar pasar la oportunidad de realizar el tiempo que había pasado desde aquella vez en la playa, sobre la arena y al final de la noche un anillo grabado.
El tiempo pasó volando desde el día que oficializamos, pronto nos hallamos en el mes de junio, justo al día veintitrés. Algunas cosas mejoraron entre nosotros, como nuestra comunicación y nuestra confianza. Batto me expresaba un poco más frecuentemente sus emociones y las cosas que sentía o pensaba, pero la mejor parte fue que salió de él y que yo nunca tuve que pedirle que cambiase. El chino se hizo también una clave importante en mis decisiones, porque siempre sabía qué decir, aconsejándome y tomando una postura madura que a mí me hacía sentir muy cómodo.
— ¿Sí te gusta la comida italiana? Porque si no, nos podemos ir a otro restaurante.
—Robin, así está bien. Tú sabes que yo voy a aceptar todo lo que venga de ti, si para mí es más importante tu compañía que el resto de complementos.Para mí también era de esa manera, pero también quería que la pasase bien en nuestro festejo del segundo mes. Tomé su mano mientras esperábamos a que los meseros nos llevasen los platillos que pedimos. Miré un poco nuestros dedos entrelazados, fijándome en nuestros anillos, que se conectaban perfectamente cuando nos tomábamos de esa forma.
—Te quiero un chingo, Batman... —susurré, cerca de su rostro.
—Yo te quiero más, Robin —contestó—. Aunque no te lo diga seguido, tú lo sabes —asentí.No me hacía falta que todo el tiempo me dijese que me quería porque él ya me lo estaba demostrando, y como bien decía Millaray: las cosas se demuestran con hechos y no con palabras. Claro que nunca está de más decirlo, pero es mejor que te lo hagan sentir.
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Yo, Erróneo
Action[Primer acto de la serie: Ubulili]. Desesperado por su situación económica, por la responsabilidad de cuidar y mantener a su madre convaleciente y a su pequeña hermana, Robin se encuentra viviendo sus desventuras en su nuevo empleo como artista de u...