PARTE II: Rencor.

31 4 0
                                    

"Rencoroso es el fuego que nos quema hasta doler

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Rencoroso es el fuego que nos quema hasta doler. Y no hay quién nos diga lo que hay que enfrentar cuando tenemos un secreto que esconder, un secreto que de contarse nos puede quemar; y de quemarnos, no habrá extintor que pueda salvarnos. Tan solo se volverá ceniza el amor que un día nos hizo encontrarnos"...

 Tan solo se volverá ceniza el amor que un día nos hizo encontrarnos"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lavé mis manos. Limpié la sangre. Nadie me enseñó a huir de mis errores, lo aprendí solo y no sentí orgullo. Sentí miedo, mucho miedo. Quise volver el tiempo atrás y desviar mis pasos, talar el árbol que escondió mi cuerpo, el árbol al que desagradecido golpeé con saña entre lágrimas y nervios. ¿Por qué nadie me detuvo?

Vi mi reflejo en el espejo del baño de mi caravana; al otro lado había un cobarde, un hijo de puta lleno de rencor, de ira, de rabia, de arrepentimiento... Había un joven que amaba con el corazón entero y no a mitades, que temía sentirse solo y que no midió las consecuencias de lo que su mente maquinó y maquinó en cada paso hacia el barrio vecino.
     — ¿Qué mierda hiciste, Robin? —Me pregunté a mí mismo, o a la versión de mí que no quería aceptar que me pertenecía.

Nadie respondió, ni siquiera mi mente. La respuesta estaba en mis dedos, en mis nudillos lastimados por el tronco firme de un árbol inocente que era feliz adornando la calle y dando sombra por el día.

Necesitaba sentir algo, algo diferente al rencor, algo que desviara mis pensamientos del error, del dolor; de la traición. No cupo duda de que era un cobarde en todo su esplendor. Estaba deseando evadir mis pensamientos que me repetían lo hijo de puta que había sido. Pedí la nieve para tirarme en ella y dibujar angelitos sin aureola, para que estos fuesen los protagonistas de la escena y así huir de mí un momento. Y la nieve cayó...

Yo, ErróneoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora