Capítulo 9: Debut.

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Creí estar listo para hacer mi primer espectáculo en la función de las once de la noche

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Creí estar listo para hacer mi primer espectáculo en la función de las once de la noche. La verdad es que no tenía ni una pizca de profesionalismo como los demás artistas que llevaban mucho tiempo dando shows, pero de igual manera iba a esmerarme.

Mi madre quiso llegar a presenciar mi debut, le hacía ilusión, y sinceramente, también a mí, pero desafortunadamente llevarla al circo era un riesgo para el secreto de mi segundo trabajo, así que tuve que mentirle para que no se presentase por allí. Le dije que su presencia me pondría nervioso, y entonces, por miedo a que me sucediera algo malo, aceptó quedarse en casa.

Las luces permanecían apagadas ante la espera de que Ariel como maestro de ceremonia pronunciase el nombre del primero en salir al escenario. Tenía muy claro que era mi turno de abrir la función y eso me ponía más nervioso todavía, mientras esperaba por detrás del telón rojo que dividía el escenario de los bastidores.

Al otro lado de mí, todo estaba preparado para mi espectáculo. Mientras tanto, yo rogaba por no cometer ningún error. Más allá de arruinar la función, estaba preocupado por romperme un brazo o una pierna. No tenía experiencia saltando y dando piruetas sobre un trampolín, pero afortunadamente los dos meses que estuve ensayando me sirvieron de mucho para que todo saliera bien.

Aunque para muchos, saltar y dar vueltas no era la gran cosa, yo por dentro estaba muy preocupado. Las piernas me temblaban demasiado, mi corazón latía a mil por hora, los ojos me ardían y me lloraban del puro estrés de estar parado en la salida al escenario. Típico de una primera vez.
     — ¡Recibamos con un fuerte aplauso a nuestro acróbata profesional... Robin! —Pronunció el jefe.

Me reí sarcástico al oírlo decir eso, pero la gente no podía saber si era verdad o no que yo era un profesional, aunque si cometía el más mínimo error, delataría que era un farsante de circo y que solamente había practicado el show para tener unos cuantos ebrus en mi bolsillo.

No me sentí en mucha desventaja porque yo no era el único que fingía ser un acróbata para ganar dinero. Si exagero mucho, había al menos tres hombres que trabajaron alguna vez en circos, pero de resto todos veníamos de puro compromiso. Al no encontrar un buen empleo que nos diera lo necesario para cambiar nuestra situación económica, varios nos vimos comprometidos en aceptar el trabajo del circo para poder acceder al trabajo secundario, que por ser el que más ganancias nos dejaba, decíamos que era el principal.

Salí cuando escuché mi nombre resonar en el lugar. Escondí mis nervios detrás de una sonrisa que para todos significaba el orgullo que podía sentir de presentar mi actuación frente a ellos. Una luz blanca alumbraba mi cuerpo desde el techo. Todos podían verme caminar hacia el gran trampolín que abarcaba el centro del escenario. Vestía un traje de una pieza que me quedaba bastante apretado, las partes de mi cuerpo que solo podría ver mi primer cliente, se marcaban sin disimulo. El traje era color negro con rayas naranjas y con el logo del circo en el lado izquierdo del pecho. Esa prenda cubría desde mi tobillo hasta el cuello.

Yo, ErróneoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora