Capítulo 12: Ebrio Por Un Polvo.

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Tenía la oportunidad de hacer un show diferente al de la semana anterior

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Tenía la oportunidad de hacer un show diferente al de la semana anterior. Según el folleto que me dio Ariel, después del trampolín, era el turno de una semana haciendo actos de magia. Como recordé que el día que me presentó a los artistas, me dijo que el mejor en magia era Geovanni, quise pedirle ayuda al aludido para hacerlo todo bien y no regarla, porque entonces que ya habían pasado los dos meses de prueba, los ensayos eran para hacer el acto el mismo día en la noche. No tenía más tiempo.

Me pasé la mañana, el medio día y la tarde con Dumbo. Él practicaba su parte de un musical, mientras yo hacía lo que él me iba aconsejando. Por suerte, él solo tenía ensayo de ese musical en grupo, no tenía tanto que ensayar porque normalmente era el mismo musical de siempre, ellos ya se lo sabían de memoria porque ya llevaban suficiente tiempo ahí.
     —Tienes que estar parado en el centro del escenario cuando vayas a desaparecerte, porque ahí es donde está la apertura del suelo —dijo, mostrándome el círculo abierto que estaba en el escenario.

El suelo del lugar estaba lleno de paja, con eso la apertura no se distinguía a simple vista. El Geovanni me explicó que me darían un control remoto para que cuando me tapase con una sábana de seda roja, yo lo presionase para caer en el agujero y fingir que desaparecía. Quise intentarlo ahí en los ensayos para no arruinar mi truco de magia por no haberlo practicado antes.

Me ubiqué sobre el círculo. Geovanni me contó hasta tres. Cuando dijo el último número, presioné el botón del control y el círculo se abrió, dejándome caer sobre un colchón inflable que estaba al centro de una habitación abajo del escenario. La curiosidad era mi segundo nombre, y fue por ella que dirigí mi vista a las cosas que había alrededor. La mayoría eran estructuras que usaban para otros actos. Había también vestuarios antiguos y dos puertas. Supuse que una de esas puertas era la que me sacaba de ese cuarto y me llevaba otra vez hacia arriba, pero no sabía cuál era de las dos.

Abrí la primera que se me ocurrió, y al hacerlo caí en cuenta de que no era exactamente lo que pensé. Había cajas de metal apiladas una sobre la otra. También estaba un escritorio iluminado por una lámpara de luz amarilla que dejaba ver al menos un poco de lo que había. Entré más al sitio, en lugar de escoger salir y abrir la otra puerta. Sin tocar nada, miré lo que había en el escritorio. Una regleta y una hoja que ponía algo precisamente en braille, no sabía leerlo, así que no lo toqué. Abrí de más mis ojos cuando vi una línea de polvo blanco sobre un pedazo de periódico. Al lado había un billete de diez ebrus enrollado y sellado con un trozo de cinta, haciendo una pajilla. Era más que obvio que eso era cocaína, y estaba preparada para que alguien la inhalara, lo que significaba que alguien acababa de estar allí metido. Preferí dar un paso atrás de espaldas para regresar al cuarto donde se hallaba el colchón. Cuando lo hice, tropecé con un cuerpo, y los testículos se me hicieron pequeños.
     —No deberías estar aquí, Robin —tragué saliva antes de voltearme.
      —Me espantaste, Geovanni —dije, suspirando aliviado de que fuese él y no alguien más.

Yo, ErróneoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora