Capítulo 40

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Gian

Observo la hora en mi Rolex cuando observo uno mis cruceros abajo. Mi mirada se desvía hacia la mujer que tengo al lado que mira con la boca semiabierta lo que esta debajo de nosotros, me gusta lo expresiva que es y el que se emocione así.

-Un crucero...- Voltea hacia mí, todavía sorprendida

-¿Te gusta? - Asiente, observando el parque de atracciones que hay arriba.

- ¿Podemos hacer esto de llegar así?

-Claro que podemos - Le digo - Somos los dueños.

-¿Somos? - Asiento, sonriendo de lado ante su sorpresa.

-Todavía no eres mi esposa, pero...

-¿Tu esposa? - Me mira fijamente con la ilusión plasmada en su rostro haciendo que mi pecho empiece a latir como loco y las manos me empiecen a sudar haciendo que las restriegue contra la bermuda que llevo puesta.

La idea me llega a la cabeza y más que desagradarme. Joder seria más mía que nunca, con papeles y toda la cosa. Los pensamientos de la casa del lago llegan a mí.

-Si te pidiera que fueras la señora Lombardo, tu... - Joder, ahora parezco un maldito crio - ¿Tu aceptarías?

Me observa sorprendida y la entiendo, no se lo esperaba.

-Yo...

-Prepárense, vamos a aterrizar - Hablan haciendo que perdamos el hilo de la conversación y Andrea se voltea hacia la ventana pensativa, pero después cambia a una emocionada cuando bajamos del helicóptero bajando por unas escaleras para observar todo.

-Te prometo que conocerás todo, pero ahora iremos a la habitación a ducharnos, ponernos cómodos y comer algo - Nos adentramos en el ascensor con detalles dorados en el que se puede ver hacia afuera gracias a que es transparente.

-Es todo muy hermoso - Se pega hacia mi rodeándome con sus brazos y no pierdo tiempo buscando su boca y bajando las manos a su culo - Nos van a ver las personas de afuera.

Gruño en protesta, pero lo único que hace es darse la vuelta a modo que su espalda queda pegada a mi pecho mientras pasea la mirada de aquí para allá.

El ascensor llega al ultimo piso del crucero, abriendo sus puertas dejándome entrar al área VIP. Ni mas ni menos, solo hay cuatro habitaciones así, para quien pueda pagarlas claro está.

Caminamos por el pasillo hasta la ultima habitación, lejos de todas las otras, nos adentramos en esta después de poner el código que corresponde a la puerta y observando todo a nuestro alrededor.

Andrea se va hacia una de las puertas que hay en la habitación, yo en cambio me voy al balcón, viento todo, abajo

-¡Gian, la tina es gigantesca! - me grita Andrea desde el baño y me asomo para observarla supervisando todo - Gian, pero si es el mismo shampoo que uso y el que usas también.

-Oh, que casualidad.

-Se que no es ninguna casualidad - Dice, volteando hacia mi - Se que esto es cosa tuya, creo que me voy a duchar ahora.

-¿Sola? - Cuestiono.

-Si, ¿algún problema? - Frunzo el ceño mirándola con cara de pocos amigos.

-Bueno, si insistes - Rueda los ojos como si estuviera cansada de mi - Voy a llenar la tina para que nos duchemos, mientras, vete a recibir el equipaje.

Me quedo parado en medio de la puerta, ahora resulta que tengo que ir a recibir equipaje y hacer todo lo que me diga.

-¿Por qué yo? - Cuestiono.

Il Casino Che SiamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora