Capítulo 45

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Gian

—Necesito que te quedes aquí — Le digo a Nick, es un jodido dolor de huevos — No quiero que corras peligro y mientras te crean en el más allá, mejor.

—Tienes que dejarme ir contigo — Dice y a sé por dónde viene— No puedes hacer que me quede aquí, mientras te cae toda la mierda a ti solo.

—Estas vivo de casualidad y me vienes con que te ponga a correr peligro otra vez, estas loco Nicholas —Creo que la bala que recibió en el antebrazo le afecto el cerebro si cree que lo voy a dejar exponerse otra vez.

Joder, me asusté cuando lo vi sangrar en cantidad, es un idiota, pensaba que se había puesto el chaleco antibalas mal o cualquier cosa, pero resulta que una de las balas le dio en un brazo y solo estaba inconsciente por los impactos que sintió y por el miedo que se traía.

Escucho ruido fuera del hospital militar del cual tengo acceso y del que Nicholas también tiene, la voz de la novia de mi amigo llega a mis oídos.

—Si, y yo ya me voy porque no quiero estar aquí para cuando te empiece a pelear y después se coman como locos — No espero repuestas y salgo de la habitación a paso apresurado, viendo a Nashla con uno de los doctores.

Observo mi teléfono como lo he hecho las tres horas que tengo aquí en el comando, mis hombres están dándoles seguimiento a los tipos que atentaron contra Nicholas, pero no han llegado hacia donde quiero que lleguen, al lugar en el que esta esa rata con mi hija.

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Tomo directo de la botella de whisky sin moderación, tengo todos los problemas encima y el que no tenga a mi hija conmigo me tiene al borde de la locura, no he tenido tiempo de dormir, comer o tan siquiera respirar bien, la cabeza me va a explotar con las punzadas que me dan frecuentemente.

Me llevo el cuarto cigarrillo a la boca, perdiéndome en mis pensamientos.

Ya he buscado hasta debajo de las piedras donde se esconde la rata de Barbieri con mi hija, necesito tenerla conmigo, necesito a mi pequeña Sofia diciéndome papito y queriendo que la lleve donde su mamita y haciéndome berrinche cuando le niego algo, extraño a mi princesa.

—¡Gian! — Volteo hacia Renzo quien me observa mientras disfruta de las mujeres que tiene a su alrededor—. Te estoy averiguando la ubicación con uno de mis hombres que se quedaron con Barbieri, pero que son leales a mí. Pronto tendrás a tu hija contigo, pero tomado no vas a servir para nada.

—Espero que me des resultados y deja de meterte donde no te llaman.

—Llevas tres botellas y al paso que vas, caerás en un coma etílico— Observo la mesa con las dos botellas vacías y me levanto, llevándome la botella, necesito a Andrea, la necesito ya.

Abordo un de las camionetas yéndome directamente a la mansión, necesito ducharme, estar con mi mujer y planear donde mas tengo que buscar a mi hija porque las ideas se me han acabado y voy a parar a un manicomio si no encuentro a Sofia a la de ya.

Aparcan y salgo, dejando la botella en el auto, no me quiero topar con los gemelos y menos como estoy, siempre que me ven me preguntan por Sofia y no se que decirles porque yo también quiero saber donde estas, si está bien, si ha comido algo, si ha dormido.

Esto me esta consumiendo y me esta trayendo recuerdos de cuando perdí mi madre, la nostalgia es peor y aunque mi hija este viva, esta lejos de mi y corriendo peligro, cada minuto que pasa me debilita más.

Me adentro a la mansión yéndome escaleras arriba, pero la voz de mi abuela me detiene y volteo hacia ella, observándola desde el lugar donde estoy.

A pesar de los entrenamientos con mi padre, ella me enseño a ser fuerte mentalmente, a siempre tener las barreras en alto y no perder nunca la cabeza.

Il Casino Che SiamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora